Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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Los hongos, ¿buenos o malos?

"Los hongos son hongos, no hay nada que se les parezca en la Tierra. Así se refería a ellos el poeta japonés Jun Takami (1907-1965). Los hongos no son plantas ni animales, se clasifican en su propio reino: el reino Fungi o reino de los Hongos", dijo la doctora Virginia Bianchinotti, investigadora del Cerzos (Conicet-UNS).

 "Los hongos son hongos, no hay nada que se les parezca en la Tierra. Así se refería a ellos el poeta japonés Jun Takami (1907-1965). Los hongos no son plantas ni animales, se clasifican en su propio reino: el reino Fungi o reino de los Hongos", dijo la doctora Virginia Bianchinotti, investigadora del Cerzos (Conicet-UNS).


 "Aunque parezcan vegetales, se diferencian de éstos pues no poseen clorofila", agregó.


 "Una de las características que los distingue de los animales es la manera en que se nutren; los animales ingerimos nuestro alimento y luego lo digerimos internamente; mientras que los hongos hacen el camino inverso, ya que se alimentan por absorción", dijo.


 "Para ello, secretan enzimas digestivas en el medio que `rompen' las moléculas grandes en sustancias más simples, que luego entran en sus células por distintos mecanismos", sostuvo.


 Bianchinotti expresó que "los micólogos decimos que los hongos son los organismos que tienen la boca fuera del cuerpo. Estimamos que existe más de un millón de especies de hongos, de las cuales sólo se han estudiado unas cien mil".


 Aseguró que los hongos son organismos muy útiles para los seres humanos.


 "Entre sus principales aplicaciones, podemos mencionar que se usan para la elaboración de alimentos (como el pan, la cerveza y ciertos quesos) y que de ellos se obtienen compuestos farmacéuticos de valor (antibióticos, inmunosupresores y reductores del colesterol, entre otros)", explicó.


 En otoño --al igual que en la primavera--, las lluvias, sumadas a las temperaturas propias de la estación, favorecen la aparición de estos extraños visitantes denominados genéricamente hongos.


 "Lo que vemos en nuestro jardín, en los campos y en otros ambientes naturales, las setas, es en realidad su fruto, ya que el cuerpo de estos organismos está formado por hebras muy delgadas, microscópicas y se encuentra, generalmente, bajo la tierra", agregó.


 "Los hongos son los `basureros' de la Naturaleza. En efecto, ellos se alimentan de los desechos orgánicos que llegan al suelo, degradándolos y transformándolos en recursos disponibles para otros organismos y, de esta manera, se ocupan del reciclado de aquéllos", sostuvo.


 Bianchinotti aseguró que no todos los hongos son peligrosos y que de las 128 especies de setas descriptas en la región pampeana, 29 son comestibles.


 "Sin embargo, de muchos de ellos (44) se desconoce su efecto y 23 son directamente tóxicos en mayor o menor grado", detalló.


 "En este último grupo se encuentran algunas especies muy venenosas, como Amanita phalloides, responsable del 100 por ciento de los casos registrados de intoxicación y muerte por ingesta de hongos silvestres en la Argentina y del 90 por ciento de las muertes por envenenamiento fúngico en el resto del mundo", aclaró.


 Por esta razón, en varios países es posible ver al costado de las carreteras, en sitios cercanos a los ambientes forestales donde los hongos crecen abundantemente en épocas propicias, carteles que advierten sobre el riesgo de muerte por la ingesta de hongos venenosos e indican adónde dirigirse en caso de una ingestión sospechada, dado que las primeras horas son cruciales para su tratamiento.


 Ante la pregunta respecto de si existe alguna forma rápida de reconocer un hongo venenoso, Bianchinotti dijo que no.


 "Las recetas que proponen algunos métodos de cocción para eliminar las toxinas carecen de fundamento científico", manifestó.


 "Tampoco es posible usar pruebas caseras, como la del ennegrecimiento de la cuchara de plata. Estas prácticas no son efectivas y pueden dar lugar a errores fatales", agregó.


 También señaló que para identificar a un hongo es necesaria la intervención de un especialista y que, además, no siempre la peligrosidad depende sólo de la especie, sino que también se relaciona con el lugar y el estado en que el fruto se encuentra.


 "Por ejemplo, aquellos que crecen en zonas industriales, jardines y parques de las ciudades o en suelos abonados con productos químicos suelen ser muy tóxicos, pues acumulan metales pesados y otros contaminantes", expresó.


 La doctora Virginia Bianchinotti es micóloga, investigadora del Cerzos (Conicet-UNS) y docente del Departamento de Biología, Bioquímica y Farmacia de la Universidad Nacional del Sur.


 Desde 1986 estudia los hongos asociados a árboles nativos de nuestro país y, en los últimos años, de los bosques andipatagónicos. Asimismo, está próxima a encarar un proyecto de análisis respecto de hongos del suelo que degradan herbicidas.


 Ante la disyuntiva respecto de si hay que comer hongos o no, la doctora Bianchinotti admitió: "Por fortuna, tenemos la posibilidad de hacerlo de manera segura y sana, ya que en nuestra región disponemos de una gran variedad de hongos cultivados que están a la venta a precios razonables".


 Agregó que, además de ser un bocado delicioso, los hongos son considerados alimentos funcionales, dado que, a su valor nutricional, deben sumarse otras propiedades beneficiosas para la salud.


 "Tienen un alto valor nutritivo; son ricos en proteínas; poseen un alto contenido de ácidos grasos poliinsaturados, así como fibras y vitaminas, y son bajos en sodio; ricos en potasio y no contienen colesterol, por lo cual son muy convenientes para aquellas personas que desean proteger su sistema cardiovascular", enumeró.


 "Incluso, son los únicos alimentos de origen no animal que contienen vitamina D. Por ello, son la única fuente natural de esta vitamina para quienes llevan una dieta vegetariana", concluyó la doctora puntaltense Virginia Bianchinotti, quien egresó de la UNS en 1983 y se doctoró en 1994.




Una de las recomendaciones observadas en la ciudad australiana de Canberra, respecto de la peligrosidad de los hongos que, allí, se los denomina setas.

Gentileza Néstor Curvetto


Morchella intermedia
"Morilla primaveral"















 Crece sobre suelo en los bosques andinopatagónicos asociado a árboles nativos como cipreses, lengas, coihues y ñires. Considerado un excelente comestible, es uno de los hongos más apreciados por su delicado sabor.

Gentileza Virginia Bianchinotti


Suillus sp.
"Boleto"










 Especie comestible, muy frecuente en nuestra región. Crece en el suelo, debajo de pinos. Puede aparecer junto a especies peligrosas. Se reconoce porque la superficie de la parte inferior del sombrero es porosa.

Gentileza Néstor Curvetto




Chlorophyllum molybdites
"Hongo sombrilla"












 Crece en parques, jardines y pastizales. Es el responsable del mayor número de intoxicaciones en la Argentina.


 Aunque en pocas ocasiones es mortal, su ingestión produce un síndrome gastrointestinal que puede derivar en una deshidratación severa.
Se lo reconoce por su gran tamaño y porque sus laminillas tienen tonalidades pardas verdosas cuando están maduras.

Gentileza: Michael Wood (c)


Amanita phalloides
"Sombrero de la muerte"











 Crece asociado a robles, pinos y cedros. Este hongo es altamente peligroso.


 Los síntomas de envenenamiento aparecen entre las 6 y las 24 horas luego de su ingesta. Sus toxinas no se destruyen con la cocción, atacan el hígado y los riñones y tienen efectos fatales sobre los sistemas cardiovascular y nervioso.

Gentileza: Michael Wood (c)