Los enigmas del "Graf Spee"
La Batalla del Río de la Plata, de la que hoy se cumplen 70 años, fue el primer combate naval de envergadura en la entonces incipiente Segunda Guerra Mundial, el mayor, el más sangriento y el más horroroso conflicto armado que registra la historia de la humanidad, y que costó nada menos que 60 millones de vidas.
Este enfrentamiento entre barcos de superficie de la Alemania nazi y Gran Bretaña supuso el punto de contacto más cercano de la gran conflagración con la Argentina.
Al amanecer del 13 de diciembre de 1939 y después de un derrotero de varios meses por distintos mares empeñado como buque corsario en la captura y destrucción de mercantes aliados, el acorazado de bolsillo alemán "Admiral Graf Spee" se dispuso a enfrentar a tres cruceros británicos, el "Exeter", el "Ajax" y el "Achilles", al mando del comodoro Harwood.
Según directivas del alto mando de la Kriegsmarine (Marina de Guerra alemana), la misión del "Spee" era atacar a toda nave de carga aliada pero a su vez evitar por todos los medios cualquier enfrentamiento con unidades de guerra enemigas.
Escurriéndose como un fantasma de los escenarios donde daba el golpe (una vez que hundía a su "víctima", previo secuestrar la documentación y trasbordar a los tripulantes capturados), el navío alemán tomaba el rumbo contrario al que venía siguiendo, para evitar ser detectado.
El fin de la cacería. La "cacería" de los barcos aliados, que buscaban denodadamente junto a otras varias unidades de guerra al escurridizo buque germano por todo el Atlántico, había llegado a su punto culminante.
Alertado por el serviola de guardia, el capitán de navío Hans Langsdorff, comandante del "Graf Spee", fue enterado de la presencia de una columna de humo y un mástil en el horizonte, que luego observó con sus binoculares.
Los alemanes habían arribado a estas aguas tentados por las transitadas rutas de convoyes desde Brasil (y, en especial, la presencia del paquebote británico "Highland Monarch", que transportaba diversas provisiones), así que se dispusieron a poner manos a la obra y efectuar lo de tantas veces antes: detener, capturar y hundir al infortunado carguero.
Pero la realidad --enseguida lo comprobarían-- distaba mucho de ser como habían previsto en el puente del buque alemán, puesto que el indefenso mercante no era tal, sino que se trataba de una flotilla de tres grandes barcos ingleses (en realidad el "Exeter" era irlandés y el "Achilles", neozelandés) que venían en fila india listos para el combate.
Buscando respuestas. Varias son las hipótesis y creencias sobre las razones que impulsaron a Langsdorff a enfrentar a la flota inglesa en vez de esquivar el combate, como indicaban las instrucciones de su alto mando.
Una de ellas --aunque parezca curioso-- tiene que ver con el hidroavión del buque alemán. El aeroplano, que habitualmente se utilizaba para ser los ojos del acorazado más allá del horizonte (en busca de cargueros), había dañado su motor en varias oportunidades y estaba fuera de servicio sin posibilidades de ser reparado.
De haber estado operable, el piloto seguramente hubiese divisado la escuadra enemiga con la suficiente antelación como para otorgar al "Graf Spee" la posibilidad de una maniobra de escape.
Otro gran enigma acerca del destino final del navío lo entraña el porqué de su encuentro puntual con las naves enemigas en el mar aledaño a la desembocadura del Río de la Plata. ¿Cómo fue que los británicos pudieron toparse, de manera tan precisa, con el escurridizo corsario, en la inmensidad del océano...?
Las últimas teorías dicen que los ingleses lograron hacerse del código secreto que utilizaba la armada nazi para comunicar todos sus movimientos.
En efecto, se cree que un ejemplar de la máquina conocida como "Enigma", con la cual los alemanes radiaban sus mensajes en clave, fue capturada por las fuerzas aliadas y a través de ella lograron desencriptar el modo de transmitir las órdenes a las unidades de la Kriegsmarine.
Es en base a esta especulación, entonces, que se supone que la Royal Navy envió un mensaje falso al "Graf Spee" avisándole que en determinadas coordenadas (cerca del Río de la Plata) hallaría al "Highland Monarch", un buque de pasajeros inglés utilizado como transporte de pertrechos. Sin dudas, una más que apetitosa presa para el corsario alemán.
Otros historiadores afirman que la máquina "Enigma" recién se capturó en 1944, al ser abordado un submarino alemán.
Lo que ocurrió a partir de aquel amanecer del 13 de diciembre del '39 es historia muchas veces relatada ya: con las cartas echadas y ávido --al fin de cuentas-- por probar el poderío del "Spee" contra grandes barcos de guerra, Langsdorff abrió fuego con una salva de 280 mm contra el "Exeter" (dotado de cañones de 203 mm), que se había abierto en solitario por una banda del "Ajax" y el "Achilles" (ambos con artillería calibre 150 mm), juntos, por la otra.
El más potente fuego del buque alemán dejó fuera de combate enseguida al "Exeter", que tuvo que retirarse de la escena de batalla, mientras las otras dos embarcaciones trataban de seguir disparando (también torpedos) contra el enemigo y no ser destruidas en el entrevero.
No obstante el duro castigo que el "Spee" les provocó a las naves inglesas, recibió algunos impactos que dañaron gravemente el sistema de purificación de combustible, destruyeron la cocina y averiaron el telémetro de tiro, además de gastar la mayoría de su dotación de municiones.
Pérdidas humanas. Pero más allá de todo, estaban las pérdidas humanas: 96 marineros ingleses y 36 alemanes habían muerto en la primera batalla naval que registra la II Guerra Mundial, y que sería una de las últimas en el modo tradicional de fuego barco contra barco.
Así las cosas, el comandante alemán decidió abandonar el lugar del combate y buscar puerto, para lo cual embicó proa hacia el de Montevideo.
Y he aquí otra incógnita: ¿Por qué Langsdorff arrumbó hacia Uruguay (país neutral aunque influenciado por los ingleses) en vez de dirigirse hacia el de Buenos Aires (Argentina aún mantenía una buena relación con el Tercer Reich)?
La respuesta puede estar --se cree-- en que el comandante alemán tenía un completo y actualizado mapa de los bancos de arena del estuario del Plata y el canal de acceso a Buenos Aires le revelaba estrechez y escasa profundidad para el calado del "Graf Spee".
El temor de Langsdorff era encallar al tener que maniobrar para defenderse de un ataque y, de ese modo, que el navío pudiese caer en manos enemigas. O que fuera destruido a cañonazos por los demás buques que se le venían, y con él su joven tripulación.
Por eso eligió Montevideo y allí amarró, pidiendo permiso a las autoridades uruguayas para quedarse 15 días y poder reparar el barco de modo de recuperar la navegabilidad segura.
Pero la autorización sólo se concedió por 72 horas, pese al esfuerzo del embajador alemán, Otto Langmann, y gracias a la astucia y ligereza de su colega inglés, Sir Eugene Milington Drake.
También sigue generando controversia la razón por la que el "Spee" no se hizo a la mar y enfrentó el combate (y una segura destrucción, ante numerosos barcos aliados que habían convergido). Y se puede elegir: la imposibilidad de reparar adecuadamente sus averías, los problemas para purificar el combustible (vital), insuficiente munición y el escaso fuel oil que quedaba en sus tanques... O la sumatoria de ellas.
Lo cierto fue que al cabo del plazo concedido, luego de haberse comunicado con el alto mando alemán y puesta a salvo en tierra la tripulación, al atardecer del 17 de diciembre y ante la expectativa de todo Montevideo por el eventual enfrentamiento naval con los barcos que lo acechaban mar afuera, el "Graf Spee" zarpó con una dotación mínima abordo.
El ocaso del coloso. Pero no llegó lejos. Aún a vista de los azorados ciudadanos que observaban desde tierra y, tras detenerse, fuertes explosiones con densas columnas de humo negro surgieron del enorme barco, que pronto comenzó a escorar, marcando el final del huidizo corsario nazi en el lodoso lecho del Río de la Plata.
Después, la internación de los casi 1.100 tripulantes y el posterior suicidio del capitán Langsdorff terminaron de sellar la historia del "Admiral Graf Von Spee", orgullo de la marina de guerra alemana.
Allí comenzó a gestarse otra historia, que llegaría casi hasta nuestros días: la de una joven sangre teutona que corrió por las venas de aquel barco de guerra y que luego se mezclaría con la argentina.
Con una sangre criolla que le daría a esa maquinaria humana programada para matar al enemigo del Reich "milenario", la trascendencia y la paz en una tierra prometida.
Tierra de la que nunca más querrían irse, haciéndose ellos también historia y recuerdo cuando el tiempo les llegase. Muy cerca de su viejo acorazado.
Algunos datos
* El capitán Langsdorff se disparó un tiro en la habitación del capitán Leonardo McLean, jefe del Arsenal Naval Buenos Aires de la Armada Argentina, donde se alojaba. El marino alemán estaba vestido con su uniforme de gala y envuelto en la bandera de la marina imperial (no la nazi).
* El buque alemán quedó semisumergido dada la poca profundidad del río, ardió durante una semana y por muchos años la parte superior de su superestructura permaneció a la vista. Actualmente, una boya indica el lugar del naufragio, del que hace unos años se extrajeron un cañón, el telémetro de dirección de tiro, el águila de popa y otros elementos que se exhiben en Montevideo.
* Los restos del capitán Langsdorff descansan en panteón alemán del cementerio de la Chacarita. Su esposa y su hija menor, Inge, visitaron la tumba en dos oportunidades. En 1984, Inge estuvo en nuestra ciudad invitada a la reunión anual de los ex tripulantes del "Graf Spee".
* Los casi 1.100 tripulantes fueron internados en Uruguay y nuestro país hasta que el final de la guerra. Algunos lograron escapar a Alemania y el resto fue repartido entre Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, San Juan y la isla Martín García. Unos 330 marinos fueron enviados a ex Club Hotel de Sierra de la Ventana en febrero del '44 y permanecieron hasta el '46, un año más del final de la guerra.
El testimonio de tres marinos que se afincaron en la ciudad
Los marinos alemanes Enrique Linse, Helmut Hanussa, Bernardo Traut, Martín Tille y Rodolfo Stefanowsky (fallecidos ya), se radicaron finalmente en nuestra ciudad, donde formaron familia con mujeres argentinas y dejaron hijos y nietos bahienses.
ENRIQUE LINSE (1920-1989)
* "Desde chicos nuestra formación era netamente partidista. Nos enseñaron en el colegio que estábamos ante un hombre providencial (NdeR: Adolf Hitler). Y al salir de colegio cesaba la instrucción política y seguía la exclusivamente profesional.
* "Todos pensamos que Hitler era un gran hombre. Creímos que combatir era una causa sagrada. Teníamos una fe total en nuestras fuerzas y pensábamos que esa era la salvación de Alemania.
"Claro, hoy podemos hacer un análisis diferente y ver nuestras equivocaciones."
* "Descargamos los tres tiros y nos sentamos porque creíamos que se trataba de un buque mercante. Pero de inmediato llegó la orden: reforzar. Creímos que el primer tiro había sido a la proa y el segundo a la popa del mercante porque había desobedecido la intimación.
* "Pero cuando hubo que efectuar un tercer disparo comprendimos que ocurría algo diferente. Así empezó. En determinado momento nos quedaba sólo un 20 por ciento de nuestra munición. Comenzamos a asustarnos".
* "Mientras tanto, el `Exeter' había recibido un impacto muy grande en sus torres delanteras y estaba en llamas. Habían perdido más de cien tripulantes. Mucho después los ingleses nos preguntaron por qué no lo hundimos. Lo mismo le habíamos dicho en aquel momento a nuestro comandante. Y él nos respondió: `A un herido en el suelo no podemos tirarle'".
* "Los cruceros livianos ingleses se alejaron porque sabían que en 24 horas contarían con el gemelo del `Exeter' (NdeR: el "Cumberland"). No les convenía seguir en combate porque estaban indefensos frente a nuestra artillería pesada. Nosotros no los seguimos porque teníamos conocimientos de que recibirían refuerzos. (Suplemento "Fin de Semana" de "La Nueva Provincia", 19/6/78)
RODOLFO STEFANOWSKY (1916-2002)
* "Ingresé a la Marina muy joven. Era una posibilidad para llegar a conocer el mundo. En el barco, cumplía la función de artillero en uno de los cañones de 150 milímetros. También tripulaba las `prisen kommando', unas lanchas destinadas a abordar los barcos capturados".
* "El gobierno alemán deseaba mantenernos juntos para que, eventualmente, volviésemos a pelear. Nuestro primer oficial logró, por medio de influencias, que nos trasladaran a Sierra de la Ventana".
* "Viajamos en un tren especial y recuerdo que bajamos en Pringles. Allí nos estaban esperando varios camiones del Ejército que luego nos llevaron hasta el Club Hotel. No fuimos exactamente prisioneros. Tuvimos mucha libertad. Nuestros custodios parecieron estar más preocupados en vigilar a sus camaradas que a nosotros".
* "Al Club Hotel había que hacerle mejoras porque se encontraba en un estado de semiabandono. Comenzamos a refaccionar las deterioradas instalaciones. Arreglamos la toma de agua, la usina, y nos dedicamos a la conservación de los jardines. La mayoría de nosotros había estudiado un oficio, entonces eso facilitó la tarea". (Supl. "Fin de Semana de "La Nueva Provincia", 17/12/89)
HELMUT HANUSSA (1919-2005)
* "No queríamos rendirnos. No queríamos. Todavía escucho los cañonazos. Yo era artillero, sabés, de un 105 milímetros. Mirá... los bombazos no se olvidan, por más que pasen los años. ¿Miedo? ¡Qué me preguntás...! Los alemanes somos fríos y no nos asustamos. Eran tres barcos ingleses contra nosotros solos, que hacía seis meses estábamos en alta mar. Aguantamos. Cuando los cañones escupían --asevera--, nadie se salvaba".
* "Eramos más de mil hombres con mucha disciplina y compañerismo, con un capitán que siempre estuvo junto a nosotros. Si hasta comíamos de la misma olla. No había diferencias. Al capitán Langsdorff no lo dejábamos solo, porque no queríamos que se matara. Le hablábamos a cada rato y él sólo se preocupaba por salvarnos".
* Fue empleado por más de 20 años en Pipkin y Compañía."Yo, alemán; ellos, judíos, y nunca hubo problemas. Siempre me consideraron con respeto y estuve bien pago". ("La Nueva Provincia", 22/12/02)