Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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Se puede ser católico y creer en el evolucionismo

El presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, Gianfranco Ravasi, afirmó ayer que no existe contraposición entre la fe y la teoría de la evolución de Charles Darwin y recordó que el naturista británico nunca fue condenado por la Iglesia católica. Ravasi hizo estas declaraciones durante la presentación ayer en el Vaticano del Congreso internacional que se celebrará en Roma del 3 al 7 de marzo de 2009 bajo el título "Evolución biológica: hechos y teorías. Una valoración crítica 150 años después de El origen de las especies".

 CIUDAD DEL VATICANO (EFE) -- El presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, Gianfranco Ravasi, afirmó ayer que no existe contraposición entre la fe y la teoría de la evolución de Charles Darwin y recordó que el naturista británico nunca fue condenado por la Iglesia católica.


 Ravasi hizo estas declaraciones durante la presentación ayer en el Vaticano del Congreso internacional que se celebrará en Roma del 3 al 7 de marzo de 2009 bajo el título "Evolución biológica: hechos y teorías. Una valoración crítica 150 años después de El origen de las especies".


 El "ministro" de Cultura del Vaticano afirmó además que la Iglesia católica no tiene que pedir perdón al autor de la teoría de la evolución, Charles Darwin, "porque nunca le condenó".


 "Darwin no ha sido nunca condenado y su libro "El origen de las especies" nunca fue prohibido", dijo Ravasi al contestar a la pregunta sobre si el Vaticano, como ha hecho la Iglesia Anglicana, pediría disculpas al científico y naturista británico, que falleció en 1882.


 El prelado añadió que sobre el Evolucionismo se necesita un "acto de humildad" por parte de los teólogos y "la superación de la arrogancia" de algunos científicos.
Sobre el Congreso internacional, el sacerdote Marc Leclerc, profesor de Filosofía de la Naturaleza de la Pontificia Universidad Gregoriana, explicó que permitirá "suscitar un amplio intercambio de opiniones desde el punto de vista racional, para favorecer un diálogo fecundo entre expertos de ámbitos diversos".



 "La Iglesia está profundamente interesada en este diálogo, respetando plenamente el campo de cada uno", aseveró.

Acercamiento. Según el Vaticano, en torno al Evolucionismo se necesita un acto de humildad por parte de los teólogos y la superación de la arrogancia de algunos científicos.

Darwin en Bahía Blanca






 Hace 175 años Charles Darwin llegaba a Bahía Blanca como parte de su periplo alrededor del mundo.


 Cuatro años más tarde, en 1837, el joven naturalista escribió en Londres un libro donde relató las experiencias de su viaje


  "Bahía Blanca apenas merece el nombre de aldea, pues sólo tiene unas cuantas casas y las barracas para la tropa dentro de una muralla que tiene al pié un foso profundo. El establecimiento es de reciente creación (1828) y su desarrollo ha acarreado grandes trastornos...".


 En realidad esa era la segunda vez que visitaba la Fortaleza Protectora Argentina ya que el 7 de septiembre de 1832, casi un año antes acompañado por Fitz Roy, Harris y otro inglés llamado Rowlet habían visitado el establecimiento bonaerense, siendo recibidos por Martiniano Rodríguez, habiendo quedado la Beagle fondeada en un reparo seguro llamado Puerto Belgrano.


 Sobre sus andanzas por la zona, Darwin señaló: "Sierra de la Ventana se ve a una inmensa distancia. Un gaucho me refirió que, viajando cierto día con un indio, éste comenzó a hacer ruido; llevó una mano a la cabeza e indicó la lejana sierra. El gaucho le preguntó la razón de aquellos gestos y el indio le respondió en su mal español: 'Primera vista de la sierra"'.


 "A unas dos leguas de ese lugar --continuó el naturalista su relato--, hicimos alto para pasar la noche. En aquel instante, los gauchos vieron una desgraciada vaca; saltar sobre la silla y empezar la caza de aquel animal es cosa de un instante; algunos minutos después, la arrastran hasta nuestros campamentos y le dan muerte.


 "Poseemos, pues, las cuatro cosas necesarias a la vida del campo: pastos para los caballos, agua (bien es verdad que en poca cantidad y fangosa), carne y leña para encender fuego. Los gauchos no caben en sí de gozo a la vista de tanto lujo, y no tardamos en descuartizar a la pobre vaca. Es la primera noche que paso al aire libre con mi silla de montar de almohada.


 "La vida independiente del gaucho ofrece, sin disputa, un gran encanto: ¿acaso no es nada eso de poder detener el caballo cuando os parezca y poder decir: '¿vamos a pasar la noche aquí?'. El silencio de muerte que reina en la llanura, los perros montando guardia, los gauchos tomando sus disposiciones para pasar la noche en torno al fuego, todo ello ha dejado en mi ánimo una impresión que no se borrará jamás".