Sinonimia entre "insurgentes" y "terroristas"
Al menos eso (lo expresado en el título) nos quiere hacer creer el cómico caribeño. Y no es tan complicado. Si se parte de la base de sociedades atontadas a pura televisión, con un vocabulario de doscientas palabras, escasamente mayor al de los primates o los pingüinos, la cosa cierra bien. En nuestro país, un término que define esa desfachatez fue popularizado (años ha) por "Minguito", personaje del inefable Juan Carlos Altavista, mediante su neologismo "segual", algo así como "es igual", aunque no lo sea. Y para ellos lo es, aunque ni lo sea ni parezca. Todo es igual. Al menos nos lo quieren hacer creer. Pero la realidad es otra y no se puede soslayar.
El peligroso delirante bolivariano pretende ahora que a las FARC, a cambio de la supuesta "labor humanitaria" de devolver dos secuestrados en lugar de tres, se las llame "insurgentes", en lugar de "terroristas".
Para no entrar en disquisiciones que podrían confundir a más de un funcionario iletrado, nada mejor que las palabras del DRAE; es decir: El Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española:
* Insurgente (De insurgir): Levantado o sublevado.
* Terrorista m.: Partidario del terrorismo.
De aquí en más, sólo podemos concluir que el insurgente es quien se insurrecciona ante la autoridad y el partidario del terrorismo es quien pretende dominar a la gente mediante el terror. No podemos decir que entre ambas definiciones haya una línea sutil que las separe: hay un abismo. Porque el insurgente puede levantarse contra una situación de injusticia, de opresión y su actitud será entonces moralmente válida. Pero la utilización del terror como elemento de dominación es inmoral en sí misma, aunque quienes lo hagan sean jóvenes soñadores e idealistas.
¿Qué pretende, entonces, el antillano? ¿Vendernos una sinonimia entre palabras que no son sinónimos? ¿O ir más allá, tratando de dar un status de insurgencia a la narcoguerrilla de Colombia, que es asistida generosamente desde su país? Personalmente, siempre estoy ávido de conocimientos respecto de la lengua, pero (eso sí), a través de los años, he aprendido a seleccionar a mis maestros.
Esta trampa y no otro, es el motivo de Chávez. Lo que ya decíamos en nuestro artículo anterior cuando la papelonera comisión esperaba en balde los rehenes prometidos, mientras buscaba reconocer a los terroristas como fuerza beligerante, asignarle representación internacional y territorio, transformando a los militares colombianos en invasores de su propio país.
Que algunos jefes de Estado asientan reverentes cuando Chávez suelta sus gansadas no nos obliga a los particulares a repetir tamaña estupidez ni a descender a su nivel. Dejó que las FARC se burlasen de nuestro ex presidente y su "selecta" comitiva, aduciendo que el cambio no se podría hacer porque Alvaro Uribe lo impedía y no podían acercarse a la guerrilla desconociendo los emplazamientos de esta.
Ahora, olvidado el incidente (con su memoria selectiva y frágil), asegura al mismo Uribe que, si lo autoriza, en tres horas está con Marulanda. ¿En qué quedamos? ¿Sabe o no sabe? Toda esta farsa de "los entrego o no los entrego" se hizo a costa de los sentimientos de los secuestrados y sus afectos, porque el niño prometido no había podido ser secuestrado para su devolución. Y esto dejando de lado la ridiculización de los garantes. Aunque, en una de esas, el hombre es sólo un humorista, que lo hizo meter "al Néstor" en la selva plagada de mosquitos para cobrarse la broma de este al preguntarle cuándo iba a dejar el poder.
La duda que se plantea pasa ahora por lo que dirán los gobiernos clientes de Chávez. ¿Insurgentes o terroristas? Y la pregunta es reveladora; nadie de buena fe podrá decir que son sinónimos, pero todos nos podremos dar cuenta si los que responden tienen o no una conducta moral.
Jorge Milia ([email protected]) es escritor, periodista y poeta; corresponsal militar y corresponsal para zonas de mantenimiento de paz de las Naciones Unidas.