Bahía Blanca | Domingo, 06 de julio

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Robert Taylor, del glamour de Hollywood al Allen bucólico

Estaba comenzando aquella primavera de 1966 cuando Arquímedes Patricio Moléon, mi jefe, y director de "Paralelo 38" me llamó a su oficina. "El actor Robert Taylor va a estar en Allen, Río Negro, filmando un comercial para Winchester. Pasá por administración y arreglá todo. Te vas con `Manteca' Lagronegro", me dijo.


 Estaba comenzando aquella primavera de 1966 cuando Arquímedes Patricio Moléon, mi jefe, y director de "Paralelo 38" me llamó a su oficina.


 "El actor Robert Taylor va a estar en Allen, Río Negro, filmando un comercial para Winchester. Pasá por administración y arreglá todo. Te vas con `Manteca' Lagronegro", me dijo.


 Héctor Lagonegro era uno de los fotógrafos de la editorial. Si bien yo tenía la experiencia
de haber entrevistado a una buena parte de la farándula nacional de aquellos años (Pinky, Elsa Daniel, Gilda Lousek, Atilio Marinelli, Bárbara Mujica, David Stivel, Marilina Ross o Eduardo Rudy, por citar algunos) esto era otra cosa. Pensé que iba a ser la nota de mi vida. Porque el hombre era un grande. Un "grosso" se diría hoy.



 Esa tarde, en el archivo del diario, pedí todo el material que había sobre el astro de Hollywood y me sumergí en la lectura de cada recorte y de cada nota. Cuando terminé subí a la administración, me dieron el dinero para el viaje y me asignaron un auto y un chofer. Luego hablé con Lagonegro. Acordamos la hora de la salida y, debo confesar, que esa noche me costó dormir.


 Han avanzado tanto los medios de comunicación que hoy todo está al alcance de la mano. Pero en aquellos años había gente inalcanzable. Y Robert Taylor, una de las mega estrellas de Hollywood, era uno de ellos.

El encuentro




 Durante el viaje recordé todo lo que había leído sobre él y repasé cada una de las preguntas que había preparado.


 La cita fue en una finca de Allen. Su dueño era el legendario Amadeo Biló, apodado Chiche, no sólo un verdadero personaje sino un mito de la montería criolla con perros de su crianza: los dogos argentinos. Hombre curtido de soles, y muy afable, nos recibió en la entrada de su casona.


 La vida de Biló estaba jalonada por historias y anécdotas de sus cacerías acompañando tanto a grandes hombres de la política americana de los negocios, como a artistas mundialmente famosos.


 Biló, entre sus muchos tesoros, guarda el modelo "Express", fabricado por la Winchester, en prueba de su reconocida experiencia en la caza que se puede realizar en Sudamérica.


 Precisamente, en su finca, Robert Taylor iba a filmar un comercial para la afamada fábrica de armas norteamericana, mostrada en cientos y cientos de películas del far west. Y por fin lo tuve ante mí.


 Alto, bronceado, buen mozo. Llamaban la atención sus ojos de un particular gris azulado. Vaquero color arena, cinturón ancho con una hebilla donde resaltaban las iniciales RT, campera al tono, un pañuelo rojo al cuello, botas negras y su cabeza coronada con el tradicional Stenson, mítico sombrero de los cowboys. Amplia sonrisa y dientes blanquísimos: estilo hollywood.


 Fumador empedernido de Lucky Strike, y sentado en una butaca baja, respondió cada una de mis preguntas con mucha simpatía y humildad.


 Para que estuviera más cómodo, ya que había filmado durante casi toda la jornada, un asistente le acercó un cajón donde él apoyó sus pies.


 En un momento Héctor, mi fotógrafo, quiso hacer una toma, pero alguien de la comitiva del actor se lo prohibió. Es que la imagen, de haberse realizado, hubiera mostrado en primer plano las inmensas botas del actor y su rostro recién en un segundo plano, algo inadmisible para las estrellas de la meca del cine que, por aquellos años, cuidaban todos los detalles. Hasta los mínimos.


 Naturalmente que fue un día que jamás voy a olvidar: 24 de septiembre de 1966.


 Tiempo después me enteré que, en Buenos Aires y filmando Pampa salvaje, Robert Taylor sólo había concedido otras dos entrevistas: a Alfredo Serra, de la revista "Gente" y a Roberto Vacca, de "7 Días". Me había convertido, sin saberlo, en el tercer periodista argentino en tener un reportaje con él.

El hombre... el actor




 Fue, que duda cabe, uno de los galanes más importantes del cine clásico. Robert Taylor nació el 5 de agosto de 1911 en la localidad de Filley, Nebraska, Estados Unidos. Su padre era el médico del pueblo. Pocos días después fue bautizado como Spangler Arlington Brugh.


 Gran aficionado a la música, aprendió solfeo en un conservatorio de su estado natal y cuando finalizó sus estudios se trasladó, junto a su profesor de cello, a la Universidad de Pomona, en California, para estudiar Medicina.


 Enrolado en el grupo teatral universitario, pronto, dio el salto al cine gracias a su "pinta". No en vano lo apodarían, en los años 30, "el hombre del perfil perfecto".


 Debutó para la Fox con un pequeño papel en Handy Andy en 1934 para, poco después, lograr un contrato con la Metro Goldwyn Mayer, estudio con el que desarrollaría casi toda su vida cinematográfica.


 En la segunda mitad de la década de los 30, Robert Taylor se convertiría en una de las estrellas de la compañía con actuaciones en películas como Melodías de Broadway, La contraseña o Un yanqui en Oxford.


 En 1939 se había casado con la gran actriz Barbara Stanwyck, con quien había compartido cartel en algunas películas y con la que volvería a trabajar en The night walker, en 1964, aunque para entonces el matrimonio estaba disuelto: se habían divorciado en 1951.


 Los años 40 y 50 continuarían afianzando su posición de romántico galán en títulos como Quo Vadis, Ivanhoe o Los caballeros del rey Arturo. Sus últimos filmes son de la década del 60: Pistolas en la frontera, Pampa salvaje y La esfinge de cristal. Precisamente, por esos años, Robert Taylor hizo su ingreso a la televisión con la serie Los detectives.


 Antes, en 1954, se había vuelto a casar con la actriz Ursula Thiess, una sensual mujer que actuó en películas como Rifles de Bengala, con Rock Hudson; El guante de hierro, con Robert Stack; o Bandido, filme que coprotagonizó con Robert Mitchum.

Filmó en la Argentina




 La película se tituló Pampa Salvaje y fue rodada en 1966. Era una coproducción nacional, española y americana.


 Además de él actuaron Ron Randell y Rosenda Monteros. El guión fue de Hugo Fregonese sobre un libro cinematográfico de Homero Manzi y Ulises Petit de Murat.


 Situada en 1870, describía las pampas argentinas en su frontera con el territorio salvaje de los indios. Fue una remake del clásico argentino Pampa bárbara que la dupla Lucas Demare y Hugo Fregonese habían filmado en 1945.


 Resultó ser una suerte de spaghetti-western con Taylor en el papel que Francisco Petrone había desempeñado 21 años atrás.


 Pocos saben que Robert Taylor se enroló en la Marina, alcanzó el grado de teniente y tuvo bajo sus órdenes a otro famoso: Rock Hudson.


 Cuando falleció, víctima de un cáncer de pulmón, el 8 de junio de 1969, tenía 58 años.

Carlos Guardiola/Especial para "La Nueva Provincia"