Ciclistas, sinónimo de descontrol
LOS CICLISTAS son destacados protagonistas del endemoniado tránsito urbano. Se los puede ver, a cada momento, circulando a contra mano, sobre las veredas, cruzando raudamente las plazas y atravesando las esquinas sin tomar en cuenta las indicaciones de los semáforos. No debe pensarse que se trata de un fenómeno exclusivo de las calles bahienses. En ciudades menores y mayores ocurre lo propio: se puede advertir el afán con que jóvenes y adultos desconocen olímpicamente todas las ordenanzas vigentes.
LA CAPITAL Federal no está exenta, por cierto, a pesar de la magnitud del tránsito. Los ciclistas porteños se animan a circular entre decenas de miles de automóviles particulares, colectivos, taxis y vehículos de carga. Y lo hacen con tanto fervor que no alcanzan a recordar la vigencia de ciertas normas. A ayudarlos a tener en cuenta tales reglamentaciones tiende la campaña emprendida en forma conjunta por el Gobierno de la Ciudad y la Policía Federal. Efectivos de esta última repartición y miembros de la nueva Guardia Urbana se ocuparon de realizar, en primera instancia, una campaña educativa, y ahora ha llegado el momento de aplicar las sanciones.
DURANTE EL primer trimestre del año, la Guardia Urbana labró actas de infracción didácticas a 4.518 ciclistas por las más diversas infracciones, entre las cuales --además de las mencionadas-- figuró la de circular asidos o apareados a automotores, con el consiguiente riesgo para su integridad física.
CABE TENER en cuenta que la cantidad de bicicletas que circulan por el radio metropolitano se triplicó en los últimos cinco años. Es probable que en Bahía Blanca el crecimiento haya adquirido proporciones similares. Desde la crisis del año 2001, el número de personas que prefirieron usar el rodado por razones económicas ha ido en constante aumento, aparte de quienes lo utilizan por meros propósitos recreativos o de cuidado de la salud.
POR OTRA parte, la secretaría de Seguridad Vial del gobierno porteño informó que en el 8,1 por ciento de los accidentes de tránsito ocurridos el año anterior en la ciudad de Buenos Aires participaron ciclistas, en tanto que el número de víctimas fatales asciende al 9,64 del total. Asimismo, resulta oportuno mencionar cifras proporcionadas por Luchemos por la Vida acerca de un control del comportamiento de los ciclistas: el 36 por ciento circuló a contramano, el 77 por ciento no respetó las señales luminosas y el 67 por ciento circulaba sin luces en horas de la noche.
A ESTA altura de los hechos, no es ocioso insistir en que, dentro de la vasta complejidad del tránsito urbano, cada vez más descontrolado, los ciclistas contribuyen apreciablemente a generar un caos que, hasta el momento, no encuentra freno. En las calles y avenidas bahienses, las irregularidades pueden comprobarse a cada minuto, con pedalistas que van y vienen, ya no sólo sin respetar las ordenanzas sino la presencia de transeúntes y automovilistas. En no pocos casos, se observa a mayores que transportan a niños de corta edad en condiciones harto peligrosas.
POR SUPUESTO, esta situación no es desconocida para las nuevas autoridades municipales que acaban de asumir la compleja tarea en el área de tránsito y transporte. De ellas se espera que, luego de un lapso prudencial de adaptación a las nuevas responsabilidades --aunque uno de los principales funcionarios ya ha pasado por dicha dependencia--, acometan con todadecisión el desafío de comenzar a poner orden en la vía públicade Bahía Blanca.La anarquía actual ha llegado a límites que exigen una vuelta de tuerca.