"Dios sabe cuando llama"
--Estaba segura de que ibas a ser obispo.
Esas palabras de Elizabeth enfatizaron el brillo en los ojos muy claros de monseñor Pedro María Laxague, cuando ayer por la mañana abrazó a su madre y le dijo del cargo que le había conferido el Papa Benedicto XVI.
Elizabeth De Larminat de Laxague tiene 83 años y 19 hijos (tres sacerdotes, dos de ellos obispos, y dos religiosas) y está en Bahía Blanca para unos chequeos médicos, porque siempre vivió en la zona rural de Coronel Pringles.
"La madre es lo primero que tenemos, después de Dios, y la mía presiente cosas. Papá ya está en el cielo", indica el actual vicario general de la Arquidiócesis de Bahía Blanca, de cuya designación se supo en la víspera, al mismo tiempo, en Roma y en Buenos Aires, donde fue confirmada por el nuncio apostólico, monseñor Adriano Bernardini.
Pedro María Laxague tiene 54 años y Esteban María, su hermano, de 49, es obispo de Viedma. Esta circunstancia sucede por segunda vez dentro del episcopado argentino. El caso anterior fue el de monseñor Alfonso María Buteler, primer arzobispo de Mendoza (1940-1973), y su hermano, monseñor Leopoldo Buteler, primer obispo de Río Cuarto (1934-1961).
--¿Hay un momento puntual en el que recibió el llamado del Señor?
--Siendo ingeniero decidí ir a la tierra vasca, en busca de empleo y de mis raíces paternas y maternas. En julio de 1984, al ingresar a una abadía francesa, a la que llegué con una carta de mi padre, sentí que una luz se encendió dentro de mí. Fue muy claro.
--¿La aceptó enseguida?
--No le di mucho crédito. Seguramente debía ser muy cabezón todavía, pero tampoco me sentí presionado. Tenía tres muy interesantes propuestas de trabajo, facilitadas por mi doble nacionalidad, pero empecé a hacer consultas con algunos sacerdotes. Entonces monseñor Jorge Mayer me mandó a estudiar a Roma, cosa que yo no quería porque no sabía hablar en italiano. Lo cierto es que Dios sabe cuando llama.
--¿Cómo influyó su edad?
--Yo tenía más de 30 años y eso me ayudó a ver las cosas desde otras perspectivas. Papá y mamá siempre me pidieron, como a todos mis hermanos, que estuviese atento a los caminos del Señor, pero nunca me indujeron. En la familia somos tres sacerdotes, porque además de Esteban está José, nueve años menor que yo, quién se encuentra en Rosario; y dos religiosas; Bernardita, salesiana que trabaja con los mapuches en la cordillera, y Genoveva, carmelita, quien está en Comodoro Rivadavia. Pero también tengo como 75 sobrinos, aunque tengo que revisar ese número, porque cambia a cada rato, y 15 sobrinos nietos
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Hay una máquina de escribir Olivetti al alcance de la mano del flamante obispo, quien jura que jamás la usó. El, que confiesa su "odio" por los papeles, informatizó "todo" cuando en 1991 llegó a la Arquidiócesis. En ese escenario, donde prevalece una enorme mesa de madera, Pedro María Laxague responde con palabras serenas y campechanas.
--¿Esperaba ser obispo?
--Había rumores, pero yo no me dejo llevar por la imaginación. Hace unos días recibí la carta con la propuesta y acepté. Luego fue enviada a Roma, donde se cumplieron otros pasos. Creo que los últimos que nos enteramos fuimos el Papa, porque firmó la aprobación definitiva, y yo.
--¿Cómo asume esta responsabilidad en semejante circunstancia histórica?
--Con tranquilidad. Por supuesto que no será fácil, pero confío en ayudar en lo que me pide Dios. El nos encarga cosas pero siempre está con nosotros. Humanamente, insisto, es complicado por el mundo en que vivimos.
--¿Su nuevo cargo lo apartará del contacto directo con la gente?
--No. Yo no dejo de ser sacerdote y me siento feliz de cumplir mi tarea junto a la gente. He trabajado mucho con las familias y pienso seguir haciéndolo. En estas horas recibo muchos saludos y eso es muy reconfortante. La familia es la cuna de la vida cristiana y ella nos lleva al bautismo, no es que el cura ande golpeando las casas para bautizar.
--¿Qué es lo que más le duele de este momento de Bahía Blanca?
--La pobres y la miseria en la que vive mucha gente. Y no sólo hablo de la pobreza material. Me preocupan los hogares desunidos. La inseguridad también es fruto de esto, de la falta de trabajo y de que haya tantos que viven como pueden en una zona del país que, comparada con otras, es medianamente rica. Todo este sistema ha llevado a un empobrecimiento que no es lógico. El Papa, el último fin de semana, convocó a un cambio de estructuras políticas y económicas. No se pueden admitir muertes por hambre cuando cada vez se producen más alimentos.
--¿El hombre sigue sin poder resolver su ambición desmedida?
--Eso es consecuencia del pecado. En el bautismo renacemos a una nueva vida donde se muere el egoísmo y se es hermano de todos los hombres --de todos más allá de las religiones-- y, por lo tanto, solidario. El Señor nos da sus bienes, pero después cada uno debe empeñarse en seguir por ese sentido.
--¿Qué siente cuando se habla de los problemas que la contaminación ambiental genera en los bahienses?
--Que eso también pasa por el egoísmo. No conozco los datos verdaderos sobre la contaminación, que también se puede usar políticamente, porque unos dicen que está todo mal y otros, que no pasa nada. Seguramente hay contaminación. Soy ingeniero y sé que, si se quiere, los efectos se pueden minimizar, pero que suprimirla es imposible. Atenuarla tiene su costo económico, como pasa con las famosas papeleras del Uruguay. Pero, claro, hay que invertir en seguridad.
--¿El que ensucia para afuera es porque está sucio por dentro?
--Y sí. El pecado es suciedad de adentro e insensibiliza hacia los demás. Quien se deja purificar por el Señor empieza por ser más solidario.
Simbólico
Monseñor Pedro María Laxague fue nombrado ayer obispo titular de Castra Saveriana, una diócesis africana, cargo simbólico que se le confirió ante la designación de obispo auxiliar de Bahía Blanca.
También, en la víspera, Benedicto XVI nombró obispo coadjutor de Catamarca a monseñor Luis Urbanc, de 48 años, rector del Seminario de Tucumán.
La muy buena noticia
"Con gran alegría anuncio la muy buena noticia de que Su Santidad ha designado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Bahía Blanca a monseñor Pedro María Laxague, actual vicario general", expresó ayer al mediodía el arzobispo, monseñor Guillermo José Garlatti, quien invitó a los fieles a orar "para que el Espíritu Santo lo sostenga e ilumine en el desempeño de su ministerio pastoral".
Pasos por el tiempo
Sexto hijo de una familia de 19 hermanos, Pedro María Laxague nació el 4 de septiembre de 1952, en Coronel Pringles. Al día siguiente fue bautizado en la parroquia Santa Rosa de Lima, de esa ciudad.
Cumplió sus estudios primarios y secundarios en el colegio salesiano San Pedro, de Fortín Mercedes. Se recibió de bachiller en el Colegio Don Bosco, de Bahía Blanca, y de ingeniero civil, en la Universidad Nacional del Sur.
Tras seis meses en el monasterio benedictino Notre Dame de Fontgombault (Francia), comenzó sus estudios eclesiásticos en la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino, de Roma. Allí recibió el título de bachiller en filosofía y en teología; y en 1991, el de licenciado en derecho canónico.
Monseñor Jorge Mayer, el 16 de agosto de 1988, lo ordenó diácono y el 15 de julio 1989, sacerdote, en Coronel Pringles.
En septiembre de 1991, monseñor Rómulo García, al asumir como arzobispo de Bahía Blanca, lo nombró canciller de la Arquidiócesis, presidente de la Comisión Judicial Arquidiocesana y juez instructor, cargos que sigue ocupando.
También es miembro del Consejo Presbiteral, del Colegio de Consultores, del Consejo Arquidiocesano de Asuntos Económicos y, entre otras funciones, asesor del Movimiento Familiar Cristiano y de los Encuentros Conyugales.
Pedro María Laxague se desempeñó al frente de las parroquias de Rivera y Villa Maza, Coronel Dorrego, Nuestra Señora de Lourdes y San Luis Gonzaga (Bahía Blanca), Médanos y Villa Iris. Desde 2002 asiste pastoralmente a la comunidad de la capilla de Fátima, en Aldea Romana.
Desde 2004 es vicario general de la Arquidiócesis y cuatro años antes, el Papa Juan Pablo II lo distinguió con el título pontificio de Prelado de Honor de Su Santidad.