Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

Esos placeres que flotan

"Silencio en la noche,/ya todo está en calma;/el músculo duerme,/la ambición descansa...". No es Gardel, sino un veterano, tanguero el hombre, quien, apoyado contra la baranda del "Mélody", copa de champán en mano, observa cómo, lentamente, se le escapa su Buenos Aires querido. Una suave brisa acaricia el rostro de quienes nos asomamos desde la cubierta superior de la nave para experimentar (muchos por primera vez) qué se siente cuando la nave empieza a surcar el Río de la Plata, camino al mar abierto.
Esos placeres que flotan . Deportes. La Nueva. Bahía Blanca


 "Silencio en la noche,/ya todo está en calma;/el músculo duerme,/la ambición descansa...".


 No es Gardel, sino un veterano, tanguero el hombre, quien, apoyado contra la baranda del "Mélody", copa de champán en mano, observa cómo, lentamente, se le escapa su Buenos Aires querido.


 Una suave brisa acaricia el rostro de quienes nos asomamos desde la cubierta superior de la nave para experimentar (muchos por primera vez) qué se siente cuando la nave empieza a surcar el Río de la Plata, camino al mar abierto.


 Son las 2 de la mañana. Buenos Aires duerme, es cierto, pero, en la que viene a ser la "terraza" del barco, la alegría ha despertado a pleno.


 De babor a estribor, se ensayó una larga mesa cargada de comida de distinto tipo. Se percibe (y se goza) el olor que desprenden las parrillas. Los trozos de carne se van dorando.


 ¿Podremos resistirnos?


 "Yo prefiero fruta. Livianito, nomás, porque esto recién empieza...", advierte una mujer. Pone, por primera vez, distancia con el festín de platos que se prolongará a lo largo de todo el viaje.


 Su pareja optó por un "buen vinito blanco", que danza dentro de la copa ante cada brindis.


 Siente, admite el joven chaqueño, que se le ha cumplido el sueño de su vida. Como a tantos otros a los que el anhelo de hacer un crucero empieza a transformarse en una realidad.


 "La noche va para largo...", nos anticipa Matías. Este santafesino, de apenas 22 años, es uno de los principales animadores.


 Comienza la música brasileña y el baile acelera la digestión.


 La algarabía es contagiosa.


 Alrededor de las 4, camino a la madrugada y cuando la alfombra oscura del mar se confunde con la del cielo, buena parte del grupo comienza a disgregarse, en busca de un descanso relajante.


 Es necesario. Todo está por venir. No hay dudas.

Paso a paso




 Los dos primeros días del itinerario Buenos Aires-Río de Janeiro son de exclusiva navegación.


 Vienen bien para ambientarse.


 Es que estamos alojados en un verdadero hotel marino que se desliza entre puerto y puerto.


 Sin ser, hoy por hoy, el más grande en circulación, el "Melody" (de la empresa MSC Cruceros) tiene casi 210 metros de eslora (¡dos cuadras!) y poco más de 27 metros de manga (ancho).


 En esa blanca cáscara de nuez (si se la compara con la inmensidad del mar), uno encuentra muchas cosas; algunas, imaginables; otras, sorprendentes.


 En ocho puentes (o pisos) no sólo se distribuyen los camarotes, sino, además, cine, casino, disco, dos restaurantes (uno de ellos de autoservicio y otro a la carta), dos salas de teatro, salón de belleza, gimnasio, free shop y un club nocturno.


 También, una pequeña biblioteca, salas para los más chicos, bares distribuidos en diversos puntos y muchos espacios más de uso común.


 La primera mañana sirve para subir y bajar escaleras y recorrer, de un extremo a otro, la nave, y vencer la curiosidad.


 Lo será también parte de la tarde y hasta la noche. A todos nos sucede lo mismo: tratamos de ubicarnos, aunque algunos se perderán hasta el último día, en medio de tantas divisiones.


 Esa mañana, la primera, nos sorprenderá con un desayuno a la americana. Comenzaremos, así, a acumular parte de las calorías que se sumarán hasta terminado el viaje.


 En ese diario desayuno libre, se mezclan costumbres nuestras y otras que aparecen de Brasil.


 Ocurre que, entre los pasajeros, somos mitad y mitad.


 Una mitad, la de ellos, que trepa al "Melody" en Río y Santos y la otra, la nuestra, que sube en Buenos Aires. Ambas se recambian en una u otra direcciones.


 En medio de tantas mesas ocupadas libremente, cuesta entender cómo la sonrisa luce en los labios de los (más de 500) tripulantes en forma permanente.


 Y cuesta porque tienen que hacerse cargo de alrededor de 1.200 personas que llegaron a este crucero con tantas expectativas como objetivos.


 Pero ellos están ahí, a nuestro lado, cada vez que necesitamos algo. Junto al camarote, en el restaurante, en cubierta o para, simplemente, darnos informes.


 Son jóvenes (la mayoría) que proceden de... más de 50 países, tanto cercanos como remotos, de este mundo, que manejan un idioma común: atendernos bien.


 A bordo, uno ve gente de todo tipo y edad. Muchos mayores, pero también chicos y... hasta algunos bebés, que acompañan a sus padres en esta travesía.


 No faltan los adolescentes y tampoco algunos solos y solas que han llegado con la idea de llevarse del paseo un amor sorpresivo o tan sólo una amistad duradera.

Una flexibilidad medida




 A bordo, cada uno busca el placer que prefiere, pero en medio de una organización general, sin la cual todo sería caótico.


 Cada actividad está programada.


 Así, pues, antes de subir a la nave, uno sabe hora y mesa en la que cenará durante las ocho noches.


 Lo propio ocurre con las reuniones o los espectáculos


 Una cartilla que pasarán por debajo de la puerta del camarote nos marcará al detalle lo que se puede hacer al día siguiente.


 Nosotros podremos optar por una actividad, por todas o, simplemente, disfrutar del ocio.


 Así, pues, durante el día, podremos integrarnos a las clases de aerobic, de salsa o de música brasileña, en uno de los laterales de la cubierta principal.


 Será posible, también, hacer caminatas en un perímetro superior de la nave, jugar al bingo o participar de la interminable cantidad de juegos que se organizan, para pasar el tiempo y distraernos.

Una mirada a lo lejos




 "¡Envido!... ¡Falta envido!... ¡Quiero: 33 y de mano!...".


 Lo que parece el final de un mano a mano de truco sobresale entre el murmullo general.


 Son cuatro porteños, que rompieron el silencio, envalentonados por lo que ligaron en la parte final de una disputa "a muerte" que pone en juego una vuelta de vermouth con ingredientes.


 Todos los mediodías los volvimos a encontrar en una lucha sin cuartel.


 En el otro lateral de la nave, los sillones apuntan a los ventanales.


 Como en cualquier parte, el que primero llega, se sienta.


 Algunos son mayores, pero no faltan parejas.


 "Están subyugados por el mar...", nos confiesa Beatriz.


 A esta hora del día (cuando atiende la biblioteca), esconde su diminuta figura que la transforma, de noche, en una excelente bailarina.


 En esa sala, la mirada tiene un solo destino.


 Ese hilo horizontal que se observa detrás del cristal, posiblemente, los acerca a otras tierras, allende el océano.


 O quizá rememoran historias, como la de Elsa, una "tana" elegante cercana a los 70, que alguna vez, cuando joven, tuvo que venir con sus padres a la Argentina, escapando a una inútil guerra que le había llevado nada menos que a cinco de sus hermanos.


 "Esto es hermoso... Una maravilla", nos confiesa. No puede dejar de comparar esta nave con aquel viejo barco que, con esfuerzo, los trajo, medio hacinados, hasta una tierra que ofrecía por delante la esperanza.

Buscando un poco de playa




 Cuando llega el tercer día a bordo, se empieza a perfilar, a lo lejos, un horizonte distinto.


 El mar es dominante, pero ya se dibujan algunas elevaciones que marcan la cercanía del primer eslabón del viaje.


 Estamos llegando a Ilhabela, una pequeña isla cuyos bordes están dibujados por cortas playas que se suceden hasta cerrar el anillo.


 Es imposible resistirse a la tentación de explorar tierra firme. Unos optan por contratar una excursión, otros prefieren bajar y después ver qué rumbo se toma.


 Son algunas horas que vale la pena aprovechar y en las que podemos encontrarnos con lugares de ensueño que muchos no tenían registrados.


 Nos podemos topar con otra gente, con una vegetación abundante, exótica, con playas silenciosas y aguas cálidas que nos masajean el cuerpo con cada ola que llega.


 Sólo nos acompaña un bolsito de mano. El hotel flotante ha quedado amarrado a unos 500 metros de la costa, con todo lo nuestro.


 Con el arribo de la noche, regresamos.


 Nos espera otra cena confortable.


 Esta vez, la carta nos hace optar entre una pasta exquisita y un plato de salmón rosado acompañado por un puré de cangrejos, entre otros platos.


 Un manjar, seguro. Y la acostumbrada charla con nuestros acompañantes de mesa de todos los días, que entrecruza comentarios de la jornada transcurrida.


 Después, vendrá otro día de navegación y... Río, alucinante, único, en un domingo por la mañana en el que quienes no corren, caminan y quienes no se bañan en el mar, buscan un dorado mejor sobre la arena blanca.


 ¡Qué placer la partida!


 Dibujando una estela en las aguas entre azules y turquesas, el "Melody" va dejando a un costado Copacabana, Ipanema, Leblon y otras playas y las primeras nubes de una tarde caliente que presagian tormenta empiezan a rodear y venerar al Cristo con sus manos abiertas a la fe desde más de mil metros de altura.


 Y aparece la música brasileña en la propia cubierta.


 De a poco, se irán enganchando casi todos los que se apoyaban sobre la baranda, como una ofrenda a un paseo que siempre deja un sabor carioca y la ilusión de volver.


 
Relámpagos en la inmensidad



 La noche avanza.


 El cielo no parece inmenso, como otras veces, sencillamente porque las estrellas quedaron cubiertas por los densos nubarrones que venían del oeste.


 Mientras la mayoría se repone (durmiendo) de un día de playa, mar y caminatas, algunos se aventuran a la cubierta.


 Son los pocos que, a la postre, habrán de asistir a lo que aparece como uno de los espectáculos más maravillosos que la naturaleza nos da y que no podemos admirar a pleno si no es en medio de una navegación.


 Uno, dos... cientos de relámpagos se empiezan a dibujar en lo alto, para después ir buscando la descarga en un mar menos sereno por el meteoro.


 Son fuegos artificiales nunca vistos. Incomparables.


 ¡Qué sorpresa y qué placer!

Rumbo al sur




 Llegar a Santos es sumergirse en un gigantesco puerto de varios kilómetros de largo. Atracamos en busca de otro balneario: Guaruyá.


 Es la playa de quienes viven en San Pablo, la gigantesca urbe de casi 20 millones de habitantes que está a 80 kilómetros.


 Se repite la belleza de las aguas cálidas, la arena blanca, la intensa vegetación y un sol del que nos adueñamos a media mañana.


 Se nos hace corta la estadía, pues el barco no espera.


 Sobre el atardecer, partimos hacia el sur, en busca de Montevideo, el último puerto.


 Mientras estamos a bordo, volvemos a compartir la vida con quienes recién iniciaron la travesía y otros, como nosotros, que empezaron a tomar conciencia de que lo bueno se va acercando a su fin.


 Que nos hicimos de nuevos amigos y que los días se fueron, aunque, al fin y al cabo, por momentos, conseguimos lo que soñamos cuando el día a día y la rutina acorralan: olvidarnos de todo.


 Esto es posible en un verdadero hotel flotante, como el "Melody", que nos lleva de un lado hacia otro, nos da la posibilidad de sentirnos fuera de este mundo y flotar, suavemente, rodeados de placeres compartidos que terminan siendo inolvidables...

El itinerario




 Se parte de Buenos Aires, Ilhabela, Río de Janeiro, Santos y Montevideo, con regreso a Buenos Aires.

El programa




 Comprende ocho noches a bordo y brinda cinco comidas por día (no se incluyen las bebidas), entretenimientos para grandes y chicos, gimnasio, clases de gimnasia y música, shows, casino y discoteca.

El dinero




 No se maneja efectivo a bordo de la nave. Se usa el "cruise card", cuyo resumen se paga el último día en efectivo o con tarjeta de crédito.

Dónde informarse




 Más información se puede conseguir en la web: www.msccruceros.com.ar o en las distintas agencias de turismo.

David Roldán/"La Nueva Provincia"