Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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El filme Zapruder

Hace 35 años, en septiembre de 1970, falleció Abraham Zapruder, el hombre que en 1963 filmó el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy. Zapruder era un industrial textilero que tenía como hobby la filmación. Por eso poseía una cámara de 8 mm, Bell and Howell, modelo 414. Con ella, el 22 de noviembre de 1963, registró parte de la visita realizada a Dallas por el presidente Kennedy. A las 12.25 de aquel día, su secretaria, Marilyn, lo ayudó a subir a un pedestal de la plaza Dealey, desde donde tenía una vista privilegiada de la caravana presidencial.
El filme Zapruder . Opinión. La Nueva. Bahía Blanca


 Hace 35 años, en septiembre de 1970, falleció Abraham Zapruder, el hombre que en 1963 filmó el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy.


 Zapruder era un industrial textilero que tenía como hobby la filmación. Por eso poseía una cámara de 8 mm, Bell and Howell, modelo 414. Con ella, el 22 de noviembre de 1963, registró parte de la visita realizada a Dallas por el presidente Kennedy. A las 12.25 de aquel día, su secretaria, Marilyn, lo ayudó a subir a un pedestal de la plaza Dealey, desde donde tenía una vista privilegiada de la caravana presidencial.


 A las 12.30, Zapruder mantuvo su ojo pegado al visor, a pesar de que algo malo estaba ocurriendo y Kennedy se veía herido. A las 12.32, en el fotograma 313, captó el disparo mortal en la cabeza del presidente y el salto de Jacqueline a la parte trasera del vehículo. La filmación duró 16 segundos y se convirtió en uno de los documentos trascendentes de la historia moderna. En la filmación se advierte cómo la cabeza de Kennedy sale proyectada hacia atrás y hacia la izquierda tras el balazo, o sea que lo habría recibido desde adelante y no desde el depósito de libros, que ya había quedado a su espalda.


 Al morir, víctima de cáncer, Zapruder tenía 66 años de edad y su película le había reportado unos 40.000 dólares de beneficios. En 1999, sus herederos vendieron el material original al gobierno de los Estados Unidos en 16 millones de dólares. Aquella fatídica tarde de 1963, Zapruder practicó su hobby sin saber que cada segundo registrado se cotizaría, 36 años después, en un millón de dólares.