Bahía Blanca | Domingo, 10 de agosto

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El nene tiene fiebre

Ojitos brillosos, cachetes colorados y nada de ganas de jugar. Julieta, una vivaz beba de 8 meses, está inusualmente decaída y sus papás corren a medirle la temperatura. "¿Tendrá alguna infección? ¿Será el diente nuevo que pugna por salir? El termómetro marca 38 grados y surgen varias dudas: ¿Cómo bajamos la fiebre? ¿Llamamos ahora al doctor o esperamos?"


 Ojitos brillosos, cachetes colorados y nada de ganas de jugar.


 Julieta, una vivaz beba de 8 meses, está inusualmente decaída y sus papás corren a medirle la temperatura.


 "¿Tendrá alguna infección? ¿Será el diente nuevo que pugna por salir?


 El termómetro marca 38 grados y surgen varias dudas: ¿Cómo bajamos la fiebre? ¿Llamamos ahora al doctor o esperamos?"


 La fiebre es el síntoma más común en los niños y suele alarmar mucho a los padres.


 Sin embargo, hay que tener en cuenta que los cuadros febriles no constituyen una enfermedad en sí mismos sino una señal de alerta ante la aparición de una infección causada por un virus, una bacteria u otra patología.


 Se trata de un mecanismo fisiológico de defensa, ya que la mayor temperatura corporal dificulta la reproducción de determinados gérmenes y virus y estimula a las células defensivas del organismo llamadas macrófagos y monocitos.


 "Sin embargo, cuando la fiebre es muy elevada puede ser perniciosa y hay que tratarla, ya que se acompaña de distintos malestares: dolor de cabeza, muscular (mialgia) y somnolencia", dice el doctor Mauricio Plager, pediatra y toxicólogo infantil.


 Ante todo, hay que tomarle la temperatura al niño con un termómetro, para saber el nivel exacto de fiebre.


 El lugar más aconsejable para colocar el termómetro es debajo del brazo del niño.


 Allí deberá permanecer en contacto con la piel por aproximadamente tres minutos (o hasta que suene la alarma, en el caso de los termómetros digitales).


 La temperatura normal del cuerpo se sitúa entre los 36,5 y los 37 grados centígrados.


 "Entre 37 y 38° se trata de un estado subfebril o febrícula y cuando supera los 38° C, es definitivamente fiebre", explica el pediatra Rodolfo Keller, del Hospital Universitario Austral.


 Una vez tomada la temperatura, hay que llamar al médico para que él indique los pasos a seguir.


 Conviene llevarlo directamente si el niño es menor de dos años de edad, ya que en los bebés pequeños las infecciones no son localizadas, sino generales (sepsis), y muchas veces deben ser internados para tratarlas.


 Otros motivos de consulta inmediata son: la fiebre mayor a 40 grados, si cuesta despertarlo, se dificulta moverle el cuello, respira con dificultad, no puede tragar, si tiene lesiones violáceas en la piel, llora desconsoladamente o luce muy enfermo.

Cómo (y cuándo) bajar la temperatura




 Si la fiebre es menor a 38 grados (febrícula) y el niño está animado y juega, no es necesario bajar la fiebre por medios físicos ni tomar medicamentos.


 No obstante, si hay decaimiento, malestar general y dolores, conviene tratarla.


 La administración de antitérmicos, que son analgésicos y muchos de ellos también antiinflamatorios, alivia estas molestias.


 No obstante, siempre hay que consultar al médico antes de darle al niño una medicación, ya que algunas pueden tener efectos tóxicos.


 La aspirina, administrada reiteradamente cada 3 o 4 horas en lugar de cada 6, produce una acumulación de ácido acetilsalicílico en la sangre, lo cual puede causar intoxicaciones más o menos graves.


 Otros antiinflamatorios no esteroides (AINEs) pueden producir toxicidad en el riñón cuando se utilizan en dosis altas o por períodos prolongados.


 El paracetamol puede provocar nefro y hepatotoxicidad en las mismas circunstancias.


 El ibuprofeno no es recomendable para menores de 6 meses.


 Se debe evitar la administración de dos o más antitérmicos distintos, ya que se potencian sus efectos adversos, advierte el toxicólogo.


 De todos modos, siempre conviene intentar bajar la fiebre por medios físicos, como puede ser un baño en agua tibia, o la aplicación de paños húmedos en la frente, muñecas, axilas e ingle, recomienda el pediatra.


 Es aconsejable mantener al niño con poca ropa y ofrecerle abundante líquido, ya que una de las consecuencias de la alta temperatura es la deshidratación.

Sólo un síntoma




 Uno de los fantasmas que más asusta a los padres son las convulsiones febriles.


 Si bien son poco frecuentes y no suelen durar más de diez minutos, cuando se producen no hay que intentar bajar bruscamente la fiebre sino llamar al médico o llevar al niño a un centro de salud.


 Sobre todo, hay que tener en cuenta que la fiebre no es una enfermedad sino un síntoma y su tratamiento definitivo dependerá de la patología de base que hay que investigar y diagnosticar.


 Bajar la temperatura no significa curarlo, sino que la fiebre y desaparecerá con el tratamiento adecuado de la enfermedad que la provoca: antibióticos, si se trata de una infección bacteriana, o espontáneamente, si se trata de un proceso viral que lleva unos días.

Cómo eliminarlas

Creencias erróneas






 La fiebre muy alta, ¿daña el sistema nervioso?


 Si se trata de una meningitis bacteriana, es posible que queden secuelas neurológicas en el niño pero, en general, la fiebre alta es producida por otras enfermedades comunes de la infancia, como la amigdalitis y el síndrome gripal, que no producen daño en el sistema nervioso.


 La temperatura no puede ascender ilimitadamente.


 Existe un centro termorregulador en el organismo, en el hipotálamo, que controla los la temperatura, de modo que esta nunca asciende más allá de los 41 o 41,5 grados centígrados.


 La fiebre alta, ¿provoca convulsiones?


 Las convulsiones febriles típicas, que se producen entre los 6 meses y 5 años de edad, son desencadenadas por un ascenso brusco de la temperatura y no por el nivel que alcanza la fiebre.


 Las convulsiones se producen en un 3 por ciento de los casos y aunque asustan mucho a los padres, no dejan secuelas.


 No utilizar paños con vinagre ni baños de esponja con alcohol.


 Para calmar la fiebre hay que utilizar paños húmedos simplemente con agua.


 Si se aplica vinagre, el ácido acético es absorbido a través de la piel y acidifica la sangre, lo que puede llevar a una forma de intoxicación llamada "acidosis metabólica".


 Los baños de esponja con alcohol se deben desterrar.


 El alcohol se absorbe por vía inhalatoria y dérmica, lo que causa síntomas como los de la embriaguez.


 El niño puede entrar en coma por baja glucemia en sangre (hipoglucemia), y tener cuadros convulsivos.


 Los tés de yuyos son naturales, pero...


 Aunque administrarlos para aliviar los síntomas es una costumbre muy arraigada, la mayoría de estos yuyos tienen compuestos que pueden intoxicar a los niños, sobre todo si son bebés.


 En caso de fiebre, conviene dar mucho líquido al niño, pero en forma de agua o jugos.


 No bañar al niño con agua fría para bajar la fiebre.


 El baño de inmersión debe hacerse en agua caliente agradable, para que el niño no sufra al ser bañado.


 Una vez sumergido, hay que entibiar paulatinamente el agua, sin que llegue a estar fría.


 Esto produce una vasodilatación, que es un mecanismo de pérdida de calor, y baja la fiebre.


 En cambio, si el niño es colocado directamente en agua fría, además del shock que le produce, genera una vasocontricción, lo cual genera calor y la fiebre no baja.