Un documental valioso para no perder nuestra memoria
Este documental de Rolo Pereyra, fallecido poco tiempo después del rodaje, se propuso develar el rol desempeñado por altos funcionarios de gobiernos argentinos --en especial de Perón-- en el lavado de dinero y tráfico de oro del Tercer Reich y en el ingreso de jerarcas nazis, como Eichmann, Mengele y Priebke.
Esta es su intención y está plenamente lograda, pues presenta una excepcional realización, incluso en las recreaciones de época, que responden a la definición de "tratamiento creativo de la realidad" de John Grierson, el fundador de la escuela documental inglesa.
Cada documental reinstala otros dos temas claves: los límites de ese tratamiento creativo y la ética de sus enunciados. Pereyra cuidó con rigor la primera cuestión y fundamentó los datos que expone con documentos fílmicos, gráficos y testimonios, sin caer en el panfleto.
El hilo conductor del filme es el libro Odessa al Sur, de Jorge Camarasa. Pero también aparecen los testimonios de los historiadores García Lupo, Carlos Escudé, Beatriz Gurevich, Emilio Corbiére, del economista Daniel Muchnick, de los periodistas Juan Gasparini y Uki Goñi (autor del libro Perón y los alemanes) y del suizo Jean Ziegler.
Después del rodaje se publicó La conexión alemana, de la periodista alemana Gaby Weber, que relaciona el lavado de dinero del Tercer Reich con el crecimiento de las empresas alemanas en nuestro país.
Según manifestaciones de Gaby Weber, el lavado de dinero nazi se produjo en dos épocas: durante el gobierno de Perón, de 1951 a 1955, y a través de la inteligencia norteamericana, entre 1957 y 1959.
Entre las figuras claves ligadas al tráfico de oro y criminales nazis, el filme menciona --además de Perón- al banquero Ludwig Freude (dueño del Banco Alemán Transatlántico y operador del Tercer Reich), su hijo Rodolfo (conocido como Rudy Freude) y Carlos Funler.
Según Sebreli, la ruptura del gobierno argentino con el Eje habría sido aconsejada a Perón por "su amigo" Ludwig Freude "para preservar los intereses económicos alemanes y consensuada con los dirigentes nazis, intercambiando mensajes a través de Suiza y de España".
Después de asumir la presidencia, Perón designó como su secretario privado a Rodolfo Freude, quien paralelamente cumplió tareas de Jefe de Informaciones y organizó el "Grupo Odessa" en nuestro país. Tras su alejamiento del gobierno de Perón, dirigió varias empresas que se habrían beneficiado de los sucesivos gobiernos argentinos.
Freude --quien falleció hace un par de años-- fue reemplazado en la secretaría privada por Juan Duarte, que en poco tiempo acumuló una inmensa fortuna, cayó en desgracia algunos meses después de la muerte de su hermana Eva y se "suicidó" el 9 de abril de 1953, aunque "nunca se supo quién lo hizo", como se consigna en el filme.
Funler, quien recibía órdenes de Perón a través de Rudy Freude y es calificado de "canalla carismático", tuvo una activa participación en el tráfico de criminales nazis, con complicidades que llegaban hasta el Vaticano. Otra figura que se menciona es el empresario naviero y turístico Alberto Dodero, quien organizó la logística del famoso viaje de Eva Duarte a Europa.
Las investigaciones de Pereyra y Camarasa se extienden hasta los años 70 y alcanzan al financista Thilo Martens, quien estuvo ligado con el general Videla. E incluye breves entrevistas al hijo de Priebke, y a Wilfred Von Owen, secretario de Goebbels, reside en el Gran Buenos Aires y conserva intacto su odio a los judíos. Lo sintomático es que ninguno de estos personajes fue investigado por la Justicia.
El filme menciona algunas expresiones de antisemitismo, que tuvo picos en los años 20, 30, después del golpe del 4 de junio de 1943, en noviembre de 1946 (cuando fueron apedreadas vidrieras de comercios del Once al grito de "mueran los judíos, viva Perón") y culminaron con los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel. Esta cuestión fue investigada por Daniel Lvovich en su tesis doctoral Nacionalismo y antisemitismo en la Argentina.
En Oro nazi en Argentina hay un narrador en off que aporta datos y va relacionando los distintos temas. Quizás se acumuló un exceso de información que, por tratarse de un documental, pudo ordenarse de un modo más didáctico. Sin embargo, la película posee una significativa dinámica audiovisual.
Sería bueno que se viera en los colegios del país, porque constituye una notable clase de historia y una forma de no perder nuestra memoria.
Calificación: 9
Agustín Neifert/"La Nueva Provincia"