Gloria en las alturas
* Los mapuches la llamaron Tandil, "piedra que late", por su rara piedra movediza, y con ese nombre se la fundó en 1823 . Cuando la ciudad se convirtió en centenaria, los italianos donaron el pórtico veneciano del Parque Independencia y los españoles, el Castillo Morisco que ahora es un restaurante.
* Su plaza tenía ocho esculturas de perros, dos en cada esquina, y cuando un par fue robado se las reemplazó por dos leones. Se dice que fueron de esas representaciones caninas de las que surgió la pueblerina frase de "la vuelta del perro".
Todo Tandil cuenta una historia geológica, una historia de picapedreros --italianos del norte y montenegrinos de un país que en los tiempos de las grandes inmigraciones se llamaba Yugoslavia--, un lugar en cuyas canteras nacieron fuertes movimientos sindicales y donde las "plecas" eran la moneda de cambio de los trabajadores.
Y muy pocos saben que los adoquines de la ciudad de Buenos Aires provenían de las grandes canteras que había en Tandil.
En la plaza donde está el inclinado y viejo tanque de agua, que los tandilenses conocen como Plaza de Las Carretas, quedaban estacionados esos vehículos de enormes ruedas que no podían entrar al ejido urbano para no deteriorar el mejorado de las calles.
Desde Buenos Aires las carretas traían de todo; desde materiales para la construcción hasta pescado salado --que durante el viaje fritaban en aceite y ajo y llamaban "bacalao al ajo arriero"--, un plato que aún se prepara en las cocinas de las familias tradicionales de Tandil.
En el viaje de regreso llevaban a la gran ciudad plumas de avestruz y cueros de vaca para exportar, y con esa carga iniciaban estas largas travesías en las que el acecho de los malones era constante y el cruce del río Salado siempre incierto.
Entre los atractivos naturales de Tandil se destaca la Reserva Natural Sierra del Tigre, que tiene dos zonas bien delimitadas; en una de ellas está la Estación Biológica en la que se realiza la cría y recría de animales, mientras que la otra, de 120 hectáreas, está habitada por animales autóctonos que merodean en libertad.
Allí está el Cerro Venado, desde el que se divisa la Sierra de las Animas, el Cerro El Sombrero y la Sierra Larga, mientras que al sur aparece el macizo Sierras de Tandil --que emerge en la isla Martín García, luego en Río de Janeiro y, finalmente, en Galés -- y también la silueta del Cerro El Centinela.
El nombre de este cerro deviene del monumento megalítico que esta en su cima, que pesa 72 toneladas y tiene casi 8 metros de altura, una mole granítica que desde lejos semeja la silueta de un hombre erguido, de un centinela.
Dentro de esta reserva hay ruinas de las viejas casas que pertenecieron a los picapedreros montenegrinos, los senderos que abrieron los trabajadores y también cavas, grutas naturales y sitios ocultos donde se refugian los animales silvestres.
Los guías que comandan estas expediciones explican para qué sirve cada yuyo que se va encontrando en los caminos, y al llegar a la cima no es raro que por arte de magia, o porque venían en las mochilas, aparezca un termo con agua caliente y el lugareño ofrezca un té de Marcela, humilde yuyito que tiene olor a curry y es muy digestivo.
El Centinela a la vista.
Pero es en el Complejo Cerro El Centinela donde es posible pasar un día completo realizando caminatas --algunas nocturnas--, cabalgatas y deportes de aventura como el rappel y la tirolesa, y el novísimo y divertido paintball, que los instructores recomiendan para despojarse del estrés y las malas ondas.
Para la práctica del rappel se necesita un arnés de cintura, soga de montaña y coraje, ya que de la normal posición vertical se pasa a la horizontal, con la espalda hacia el vació y los pies apoyados en las paredes de piedra. Por supuesto, el complejo provee de todo el equipo.
Una actividad especial para realizar en familia es el Camino del Aventurero, que consiste en un paseo de dos horas por el monte, trepando hacia lugares altos aferrados a redes, o cruzando arroyos sobre una malla tejida que se bambolea. La sensación es la de ser un trapecista o un avezado piloto de hamacas voladoras.
Sobre el paintball, el último entretenimiento del complejo, Luis Cerone cuenta que está actividad nació hace 20 años como un juego, y señala que su práctica resultó una perfecta válvula de escape para deshacerse de las tensiones del día; sólo es necesario, además de mucho humor para perder, una máscara que proteja el rostro y ropa que no se dañe con la pintura biodegradable de las pelotitas, que van y vienen dejando marcas en los contrincantes.
La historia de la aerosilla comenzó en el 2000, cuando este medio de elevación marca Doopermayer, fabricado en Austria pero adquirido en Suiza, se instaló en El Centinela. Sin ríos y sin nieve, la que había llegado era la aerosilla.
Este medio de elevación, de 48 sillas dobles, permite ver desde lo alto las extendidas plantaciones de pinos y las viejas cavas de canteras de granito verde. También desde arriba se escucha mucho mejor el canto de los pájaros, especialmente de los carpinteros, y se alcanza a divisar el andar furtivo de liebres y zorros grises.
Desde la altura, además, se ve el Cerro Las Animas, que con sus 504 metros es el más alto de todos los que rodean Tandil, y las lomadas donde se levanta la Escuela Agrotécnica Ramón Santamarina, centenario establecimiento que forma a los hombres de campo.
Y ya en la cima, además del soberbio panorama serrano, la posibilidad de reponer energías en la galería que rodea la confitería, disfrutando de un café y de las exquisitas tortas de Susana, proveedora de todo lo dulce que se encuentra en el complejo.
Golf, aviones y quesos.
El golf es, sin duda, otro atractivo de las serranías tandilenses. Uno de los campos, el Tandil Golf Club, tiene 70 años, mientras que el Club de Golf Valle Escondido se inauguró en abril de 2002, una iniciativa del siciliano Nicolás Parasuco.
"Este campo es distinto, atípico por las sierras y con un terreno muy quebrado", dice Nicolás refiriéndose al campo de 18 hoyos par 71 que diseño Marcos Capdepon, y del que agregó: "Aquí los tiros de aire tienen que ser muy precisos, mucho más que en el llano".
En este lugar, además de la cancha, se prevé la construcción de un barrio cerrado que se levantará en 400 lotes.
Otra buena alternativa es la que ofrece el Club de Planeadores de Tandil, donde los vuelos de bautismo duran de 15 a 30 minutos, según las condiciones climáticas.
Jorge González, miembro vitalicio, indica que tienen 10 planeadores fabricados en Alemania que pesan 380 kilos cada uno, y dos máquinas biplaza Bellanca Scout, de Estados Unidos.
Si hay un lugar en Tandil al que es preciso conocer, ese es Epoca de Quesos, en la esquina de San Martín y 14 de Julio, donde allá por 1860 Ramón Santamaría levantó La Posta del Centro, para descansar de los largos viajes que emprendía hacia Buenos Aires. Se dice que los arrieros más temerosos preferían el abrigo de los sótanos, y que el salón principal, donde ahora funciona la quesería, era el despacho de bebidas.
La historia de la familia Diez, que en 1920 compró el lugar y puso un almacén de ramos generales --el Almacén del Centro, que funcionó hasta 1970--, y la llegada de Teresa Inza en 1990, para instalar Epoca de Quesos, una esquina con historia, es un relato que vale la pena escuchar allá, disfrutando de tablas de queso, fiambres, copas, vinos y amigos.
Corina Canale
Datos
* Asociación de Hoteles, Restaurantes, Bares y Afines de Tandil, teléfono (02293) 442-792 y www.asochotelestandil.com.ar
* Aero Club Tandil, teléfono (02293) 424-228. Cursos de piloto privado y comercial, paracaidismo y aeromodelismo.
* Club de Planeadores, teléfono (02293)-156-23-178.
Alojamiento
* Hotel Plaza de las Carretas, teléfono (02293) 423-858/447-850 www.plazadelascarretas.com.ar. Habitación doble con desayuno e impuestos entre 100 y 140 pesos por día.
* Hostería Casagrande, teléfono (02293)-431-719, www.hosteriacasagrande.com.ar. Tarifa habitación doble con desayuno, impuesto y cochera, 120 pesos por día
* Syquet, en la esquina de Rodríguez y Mitre (02293)422-122, donde se venden quesos y fiambres. Salamines finos y gruesos y el fuet, el suave salamín catalán hecho con mucho cerdo.
* Epoca de Quesos, teléfono (02293)448-750/440-267.
* Complejo Cerro El Centinela: e-mail: [email protected]
* Cuchillería de Tandil. En el establecimiento de Adolfo Leguizamón, pionero de este oficio, se fabrican cuchillos de acero de una sola pieza, a la que luego los encavadores les colocan mangos de cuero, asta y otros materiales.
RECUADRO CON FOTO DE. MIGUEL MAZZONE (FOTO 733 DEL CD.)
Ganar posiciones
Para Miguel Mazzone, presidente de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Bares y Afines de Tandil, entidad que integra la Federación Empresaria Hotelero Gastronómica de la República Argentina, el objetivo "es posicionar a la ciudad dentro de la actividad turística de la provincia y del país".
"Sabemos, agregó, que Tandil todavía no es una ciudad turística que atraiga inversiones, y sabemos que para lograrlo uno de los caminos es conseguir que los visitantes alarguen sus estadías, por lo que es preciso que potenciemos todos nuestros atractivos".
Un indicio de que el camino que están transitando es el correcto se evidencia en las 5.500 camas que conforman la actual capacidad de alojamiento, que a fines de la década del '90 apenas llegaba a la mitad.
Mazzone destacó el gran crecimiento de las cabañas dentro del rubro alojamiento, pero también dijo que muchos hoteles y hosterías se reciclaron y agregaron más servicios.
"Con esta disponibilidad --indicó el empresario-- cubrimos al ciento por ciento de las demandas fuertes del año, que son las vacaciones, tanto de verano como de invierno, los fines de semana largos y la Semana Santa, ésta última con la llegada del turismo religioso que viene a recorrer nuestro famoso Monte Calvario y sus 14 estaciones."
Con respecto al resto del año, Mazzone dijo que la ocupación ronda el 70 por ciento, y definió como muy promisorio el desarrollo del segmento de negocios.
Y con nostalgia recordó los vuelos de las aerolíneas Lapa y Laer que llegaban a la Base Aérea de Tandil, que suspendieron sus servicios "porque no se cubren los costos".
RECUADRO CON FOTO DE LUIS MARIA CERONE (FOTO 731 DEL CD)
Dos pioneros
Luis María Cerone es el concesionario del Complejo Cerro "El Centinela", una obra que él y su mujer, Susana, comenzaron a imaginar en 1989, cuando decidieron dejar de lado las grandes ambiciones para hacer pequeñas cosas que los gratificara.
A las tierras que habían comprado, y a las que ya habían forestado con pinos, cinco años después le agregaron, en forma fortuita, otras dos hectáreas y media en concesión, donde había cavas de canteras, viejos eucaliptos y el abandonado cerro El Centinela.
Luis admite que fue Susana la que tuvo una visión más acabada de lo que podían, y es ella --repostera por excelencia-- la que decidió tomar las riendas de la repostería artesanal para que su marido se dedicara al campo.
Las tortas y la dulcería casera se hacían a la vista de todos en el parador de madera, que fue la primera construcción del complejo, y de esos tiempos recuerdan cuántas veces esperaron que una torta se enfriara para desmoldarla y servirla.
"Después --cuenta Luis-- llegaron las tablas de quesos y fiambres, y casi enseguida montamos la parrilla para los asados y los vegetales, un menú que rápidamente se convirtió en el plato preferido de nativos y turistas".
Al mismo tiempo, se abrían senderos para caminantes y bicicletas, y llegó el momento en que la pareja decidió jugarse, y a falta de ríos y de nieve, la opción que surgió como la más adecuada fue instalar una aerosilla, que fue la primera de su tipo en las serranías de la provincia de Buenos Aires.
RECUADRO
- ELENA BERENSTAIN -DIRECTORA DE TURISMO DE TANDIL (SIN FOTO)
La piedra, un ícono
"Tandil tiene mucho que ver con los comienzos de la actividad turística en la Argentina", afirmó la directora de Turismo de la ciudad, Helena Berenstain, quién agregó que la caída de la piedra movediza el 29 de febrero de 1912, que quedó y permanece abajo partida en tres pedazos, convirtió a Tandil en un destino de viajes que no sólo propició la llegada del tren sino también la instalación de los primeros hoteles.
La piedra movediza es un esferoide, una roca metamórfica producto de un bochón aflorado del sistema de Tandilia. Era una piedra oscilante a la que se consideraba un fenómeno geológico.
Tardaba 20 minutos en romper una botella y aún observándola fijamente el movimiento no era evidente. Desde su caída, cuando el cerro quedó sin la piedra que lo coronaba, ésta pasó a ser el ícono de Tandil.
Berenstain informó que recientemente se llamó a un concurso de ideas, del que participó la Federación de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires, y al que se presentaron 17 proyectos. El ganador, denominado Programa de Recuperación del Area del Parque Lítico de la Piedra Movediza, pertenece al Estudio Porta de Tandil.
El proyecto abarca un ecomuseo, para ver a través de cristales el interior de la piedra; un auditorium para proyectar videos; otro más chico para espectáculos al aire libre; un espacio donde los picapedreros mostrarán cómo se trabaja la piedra; un centro comercial con venta de artesanías y, además, una confitería restaurante.
También incluye un parque con un reloj de sol, un sitio denominado "Arte al descubierto", donde habrá esculturas hechas de granito, y cuatro circuitos. Los circuitos son "martineta", que es el más fácil; "perdiz", algo más dificultoso; "zorro", reservado a expertos, y "puma", una cava con actividades de aventura como rappel y escalada en roca.
Y sólo como una alegoría, una piedra se colocará nuevamente en la cima del cerro, pero no la original, sino otra que será hueca y tendrá por dentro una estructura metálica, mientras que por afuera se la trabajará con cementina, granito y líquenes, para que parezca real. La verdadera, puesta en valor, quedará en el sitio en el que cayó hace 93 años.
Hoy se están preparando los pliegos de la licitación pública, que se estima saldrá antes del próximo mes de septiembre.