Turismo esotérico
Meditar y disfrutar en medio de la naturaleza
El turismo esotérico sigue en expansión en Sudamérica, en especial en los lugares donde abundan montañas y espejos de agua, sitios que se presume tienen características especiales, microclimas y cielos diáfanos, a los que la gente llega para meditar, conectarse con la tierra, disfrutar de la naturaleza.
El turismo esóterico es tan antiguo como la humanidad y reconoce, en esta parte del mundo, a la ciudadela de Machu Pichu, en Perú, como uno de los emblemas.
En la Argentina el sitio energético más característico es el cerro Uritorco, en Córdoba, bajo el cual se presume que está la ciudad intraterrena de Erks, que según ciertas teorías es una de las tres puertas que conectan con otros mundos y permiten pasar de una existencia material a otra etérea.
A las otras dos puertas se las ubica en Machu Pichu y en el Tibet.
La ciudad sagrada de Machu Pichu es la meca de quienes buscan experiencias espirituales y participan de rituales y curaciones, con la energía que desprende la tierra.
En Machu Pichu la infraestructura de servicios turísticos hace ya mucho tiempo que funciona, más allá de que la mayoría elige transitar por el Camino del Inca, una senda prehispánica que es la ruta de trekking más famosa de Sudamérica.
En la práctica del turismo esotérico --al que podría definirse como "una experiencia en la que es preciso creer para percibir"--, Perú reconoce la experiencia vivida por los Incas en Moray, una de las pequeñas maravillas del Cusco.
En ese lugar hay un conjunto de cuatro andenes circulares, situados en una pendiente profunda, que los oculta, semejantes a un anfiteatro griego rodeado de montañas.
Para los Incas Moray era una zona experimental, donde lograban diferentes climas de acuerdo a la profundidad de los andenes. En este rito los magos de las tribus creían manejar la energía.
En este y en otros sitios de América Latina, han surgido resorts, lodges ecológicos y establecimientos spa, que complementan lo que van a buscar los visitantes: energía para el cuerpo y temple para el espíritu.
Dentro de este tipo de turismo figuran las Ceremonias Chamanicas en los templos, la visita al Templo del Amor de Ollantayambo, donde se realiza la ceremonia del Baño de la Ñusta y el encendido de velas junto a las fuentes de aguas termales.
En Bolivia, cerca del Lago Titicaca, que está a más de 3 mil metros de altura, está la Puerta del Sol, una reliquia de piedra de asombrosa simetría, que tiene signos labrados en relieve cuyo significado aún no se ha descifrado.
Los que la han visitado afirman que pararse frente a ella es suficiente para percibir una energía que el cuerpo traduce en inmediato bienestar.
Es cierto que los fanáticos del turismo esóterico tienen la única virtud que es necesario poseer: creer.
Este lago es el mar interior alrededor del cuál los Incas fundaron su imperio.
Se cree que el paleolago surgió cuando el movimiento de bloques de tierra elevó lo que antiguamente era el fondo del mar y formó la cordillera de los Andes.
Jaques Cousteau descubrió en lo más profundo de su lecho, hace treinta años, la rana más grande del mundo; esa especie de cincuenta centímetros de largo en vías de extinción.
Lo cierto es que a todos estos sitios los visitantes van a recibir las vibraciones de la tierra, percibir el sentido de las piedras de la curación y alejarse, momentánemente, de todo lo racional.
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En muchos de esos lugares han surgido resorts, lodges ecológicos y establecimientos spa que complementan lo que van a buscar los visitantes: energía para el cuerpo y temple para el espíritu.