Bahía Blanca | Jueves, 26 de junio

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Un testigo confirmó que Muñoz Avila y Balmaceda se conocían

Con la confirmación de un testigo sobre la existencia de una relación previa al hecho entre Pedro Bernardo Muñoz Avila y Leopoldo Daniel Alberto Balmaceda, supuestos "entregador" y ejecutor del homicidio, respectivamente, se cumplió ayer la tercera jornada del juicio oral y público por el crimen del comerciante Leonardo Jorge Conditi.
No es claro el panorama procesal de Pedro Muñoz Avila. (Pablo Presti-LNP)


 Con la confirmación de un testigo sobre la existencia de una relación previa al hecho entre Pedro Bernardo Muñoz Avila y Leopoldo Daniel Alberto Balmaceda, supuestos "entregador" y ejecutor del homicidio, respectivamente, se cumplió ayer la tercera jornada del juicio oral y público por el crimen del comerciante Leonardo Jorge Conditi.


 Milton Angel Bravo, hijo de la dueña del quiosco ubicado en Río Atuel 928, aseguró ante el Tribunal Criminal Nº 2, que en ese local se produjo el encuentro entre dos de los detenidos.


 El declarante, quien desde hace cuatro meses se encuentra recluido en la Unidad Penal 19, de Saavedra, en el marco de una causa por robo, comentó que lo unía una relación amistosa con Muñoz Avila, puesto que él desempeñaba tareas en un lavadero ubicado en la calle Brandsen, frente a la golosinería de la víctima.


 También explicó que el imputado era quien llevaba los pedidos al quiosco de su madre y que era cotidiano que hablara con él para solicitarle mercaderías.


 Dijo, por otro lado, que Balmaceda era habitual concurrente del quiosco y que, en una oportunidad, semanas antes del hecho investigado, éste le ofreció la venta de un taladro en la suma de 30 pesos.


 Bravo explicó que él rechazó la propuesta y que le habría mencionado el "negocio" a Muñoz Avila, quien en esos momentos estaba presente en el comercio.


 Luego dijo que ambos (el supuesto "entregador" y Balmaceda) salieron a la calle y no supo indicar con certeza cómo finalizó la situación.


 Explicó que el 21 de abril de 2003 fue su madre quien lo puso al tanto del crimen y posteriormente mencionó no recordar demasiado acerca de la llamada que, ese mismo día, a las 14.31, Pedro Muñoz Avila supuestamente realizó al teléfono del lugar, para comunicarse con él.


 En ese sentido, el fiscal Eduardo d'Empaire manifestó que en la declaración se advertían omisiones flagrantes, por lo que solicitó se incorporen por lectura los dichos del testigo en la sede policial.


 "En la declaración refiere que, efectivamente, recibió un llamado del señor Muñoz, quien le preguntó si se había enterado que habían detenido a Leopoldo Balmaceda, a lo que el dicente le dijo que sí, que lo había escuchado en las noticias", indicó D'Empaire.


 "Que Muñoz continuó preguntando sobre si Balmaceda no diría nada de que él había comprado el taladro, ya que por esto lo podrían involucrar como sospechoso en la investigación, como así Muñoz esperaba no dijera nada Balmaceda, porque ese no era el dato que le había dado a Leopoldo", manifestó el fiscal.


 Agregó que le habría pedido a Bravo que se contactara con algún pariente de Balmaceda para que éste "no dijera nada".


 Consultado acerca de la veracidad de lo leído de su declaración anterior, Bravo resultó bastante dubitativo.


 "Sí, creo que sí; a grandes rasgos. No la recuerdo puntualmente", expresó.


 También dijo no saber a qué se refería Muñoz Avila cuando hablaba de "un dato".


 "No le sabría decir qué quería decir, porque ya pasaron dos años de esto y no lo recuerdo", argumentó.


 A su turno, María Graciela Bugner, propietaria del referido quiosco y madre de Bravo, reconoció que Muñoz Avila le entregaba mercaderías para el negocio, aunque dijo no recordar si el citado y Balmaceda se conocieron en ese lugar.


 La mujer refirió que no notó que Balmaceda haya cambiado su apariencia física en algún momento, a la vez que también negó que éste le hubiera pedido el número telefónico de Muñoz Avila.


 Finalmente, tanto Bravo como su madre reconocieron que el empleado de Ocean y primo político de la víctima solía venderles mercadería sin factura y que eso era un accionar común en los repartidores cuando les sobraba existencia.

Robein, enojado




 "Estaba exaltado, decía que no le habían dicho que iban a hacer eso". Así explicó un amigo de Gabriel Alejandro Robein, la manera en que lo vio horas después del hecho, cuando el imputado y otras personas que habrían intervenido en el atraco a la golosinería Ocean, se presentaron en el domicilio donde el testigo vivía en ese momento.


 El testimonio de Aldo Miguel Maina resultó ser otra de las partes salientes de la tercera jornada del debate, que está a cargo de los jueces Alejandro Salvador Cantaro, María Eloísa Errea de Watkins y Susana Amelia González La Riva Aristegui.


 A lo largo de su declaración, que se vio rodeada de algunas contradicciones y situaciones que obligaron a los jueces a recordarle que se encontraba prestando testimonio bajo juramento, el hombre mencionó lo ocurrido en la vivienda de Di Sarli 88, alrededor de las 17 del mismo día del crimen (21 de abril de 2003).


 Maina, quien vivía en el lugar desde poco tiempo antes junto a otras cinco personas, manifestó que esa tarde llegaron al lugar Robein, Cristian Pérez, Leopoldo Balmaceda y dos personas denominadas como "Tito" y Pedro, estos tres últimos supuestos autores materiales del sangriento atraco.


 Dijo seguidamente que notó muy exaltado a su amigo Robein y escuchó que le recriminaba a Pérez.


 "Le reprochaba por qué lo habían llevado y Pérez le decía que tampoco sabía, que era un 'laburo' de inteligencia, de ir a mirar algo", sostuvo.


 Señaló que esa persona, llamada "Pedro", era de avanzada edad, alto y de pelo castaño claro, mientras que el denominado "Tito" resultaba ser morocho y flaco. También explicó que éste último trataba de imponer autoridad para que finalizara la discusión.


 El testigo señaló que estas personas habían concurrido previamente a la casa de "Tito" General, en Mallea 24, aunque éste no llegó con ellos a su vivienda.


 Luego dijo que presenció la discusión y que tenía algo de temor, por lo que les explicó que se tenían que ir de allí.


 Cuestionado por la defensa de Balmaceda, a cargo del doctor Gustavo Barbieri, Maina relató que media hora después de la llegada de estas personas, tomó un remís de un conocido y fue hasta Villa Rosas a ver a un individuo identificado como el "Turco" Sauma, para encontrarles un lugar donde pudieran "aguantarse".


 Manifestó que al regresar a su inmueble ya no se encontraba Balmaceda y que nunca lo volvió a ver, aunque un rato después, en su declaración, mencionó ante el tribunal que el imputado concurrió a la vivienda que les había conseguido, donde habría charlado con "Pedro" y "Tito" antes de volverse a retirar.


 Maina dijo haber podido inferir, por lo escuchado en las conversaciones, que Balmaceda, "Tito" y "Pedro" habrían entrado a cometer el hecho y que Robein estaba en el auto.


 Luego explicó que a la madrugada, ante un descuido de los otros dos sujetos, él, Robein y Pérez se fueron de la casa y se dirigieron a la terminal de colectivos, a los fines de emprender viaje hacia Buenos Aires, a la casa de la hermana de Pérez.


 El testigo mencionó que se quedó junto a Robein por la amistad que los unía y no supo decir el motivo por el cual Pérez se encontraba con el grupo y también emprendió viaje a la Capital Federal.


 
El viaje



 Maina recordó que llegaron a Buenos Aires sobre mediodía y se dirigieron en colectivo a Florencio Varela, donde tenía domicilio el familiar de Pérez.


 Luego describió que, tras varias horas, se fue junto a Robein hacia La Plata, mientras que Pérez prefirió quedarse allí.


 En la capital bonaerense los dos jóvenes se reunieron con la hermana de Robein, a la que le comentaron lo sucedido y, tras ello, decidieron regresar a nuestra ciudad y consultar a un abogado para declarar lo sucedido.


 Explicó que se encontraba atemorizado, porque había visto la versión digital de "La Nueva Provincia" y se informaba sobre el allanamiento en la casa de la calle Di Sarli.


 Tras esto, volvió a decir que regresaron en colectivo a Bahía Blanca y aquí se separaron con Robein, quien iba ir a ver a un abogado, lo mismo que hizo él tras concurrir a la casa de su tía.


 Sobre el final de su testimonio, a preguntas del doctor Hugo Mario Sierra, defensor de Robein, recalcó el enojo de su amigo por lo ocurrido.


 "Le habían dicho que iban a ir a ver, que era un trabajo de inteligencia. Les reprochaba porque no creían que lo iban a hacer en ese momento", concluyó.

La llegada de los foráneos




 Anahí Delrieux, quien también vivía en la casa de Di Sarli 88 junto con su madre y dos hermanos, reconoció que en ese lugar había droga y que en una comida realizada con anterioridad al hecho, se encontró con dos personas que habían llegado desde Buenos Aires.


 Tras admitir ser amiga de Gabriel Robein, dijo que en una oportunidad fue a cenar junto con su pareja a la casa de "Tito" General y Cristian Pérez se encontraba junto a dos hombres que habían llegado desde la Capital Federal y estuvieron sólo un rato, para retirarse y no retornar.


 Delrieux aseguró ignorar la presunta llegada de personas desde el Conurbano para cometer un ilícito en nuestro medio.


 Seguidamente manifestó que en la vivienda se podían apreciar estupefacientes y que, en una ocasión, Maina tuvo una discusión y efectuó un disparo con un arma en el interior de la misma.


 Afirmó no conocer a nadie de apellido Balmaceda o alguna persona a la que apodasen "Lolo".


 Finalmente, Juan José Arata Milosevic, ex pareja de Irupé Delrieux --hermana de la anterior--, detalló que vive en Punta Alta y habitualmente concurría a la citada vivienda para visitar a la muchacha, pernoctando allí en algunas ocasiones.


 Dijo conocer a Robein y a Maina, acerca de quien informó que no trabajaba y que le había llegado el comentario de que salía a robar, al tiempo de afirmar haberlo visto con un arma.


 Tras señalar que también en el lugar observó drogas, comentó haber escuchado "algo" sobre la llegada de gente desde Buenos Aires, aunque explicó no saber más detalles al respecto.

Infructuosos careos. A lo largo de la jornada de ayer, Leopoldo Balmaceda participó en dos careos frente a Milton Bravo y Aldo Maina, intentando vanamente conciliar versiones con los testigos, quienes se mantuvieron en sus dichos. Bravo sostuvo el episodio del cruce con Muñoz Avila en el quiosco, así como Maina ratificó la presencia del imputado en su vivienda de Di Sarli 88.