Bahía Blanca | Jueves, 14 de agosto

Bahía Blanca | Jueves, 14 de agosto

Bahía Blanca | Jueves, 14 de agosto

Supo ganar títulos y sumar amigos

En la época de los grandes, Hugo Ernesto Bottini se hizo de un lugar preponderante en el básquetbol bahiense por derecho adquirido. Brillaba por sus sobresalientes aptitudes, era dueño de un físico apropiado para cumplir el rol de pivote y, también, estaba dotado de cualidades personales que excedían, por lejos, el ámbito deportivo. Nacido el 17 de abril de 1945, debió competir contra --y compartir con-- la pléyade de figuras que dieron origen al espectacular ciclo de la década de los años 60.


 En la época de los grandes, Hugo Ernesto Bottini se hizo de un lugar preponderante en el básquetbol bahiense por derecho adquirido. Brillaba por sus sobresalientes aptitudes, era dueño de un físico apropiado para cumplir el rol de pivote y, también, estaba dotado de cualidades personales que excedían, por lejos, el ámbito deportivo. Nacido el 17 de abril de 1945, debió competir contra --y compartir con-- la pléyade de figuras que dieron origen al espectacular ciclo de la década de los años 60.


 Producto de la cantera de Barracas Central, único club cuya divisa vistió, su primer título lo obtuvo cuando contaba 14 años de edad. Fue campeón en Infantiles en 1959 y luego vendrían muchos otros logros, desde el momento que repitió la conquista en esa división al año siguiente.


 Incluso, siendo infantil, cooperó para que los cadetes se alzaran con la corona en 1960 y luego, en 1962, volvieran a quedarse con la Copa de esa categoría junto con Jorge Hemmmingsen, Miguel y Antonio Chicharro, Guillermo Pascucci, Jorge Bas, Rodolfo y Hugo Maisterrena, Jorge Pedrueza, Luis Saldutti, Miguel Galé, Osvaldo Monroe, José M. Pozuelos, Carlos Ficoseco y Alberto Mírcoli, orientados por Antonio Edgardo Rivero.


 Fuerte reboteador, eficiente defensor y seguro y generoso para pasar la bola, a la hora de atacar con un giro hacia dentro del trapecio o estacionado bien de frente, solía lucir un tiro en suspensión que merecía respeto y marcas apremiantes.


 Estas aptitudes no pasaron desapercibidas para Rubén "Coco" Ferrandi, a la sazón entrenador de las selecciones bahienses, quien lo reclutó para el equipo de cadetes que triunfó en el provincial de Pehuajó, año 1961, teniendo como compañeros a César Loustau, Juan Ragadale, José M. Pozuelos, Carlos Lemos, Luis Spigariol, Roberto García, Miguel Saldutti, Carlos Tomás, Antonio Linares, Jorge Castarés y Luciano Frisicale.


 Con su trayectoria siempre en ascenso, al año siguiente ya estaba en la selección mayor bahiense junto a Atilio Fruet, René Giménez, Atilio Feliziani, Omar Storti, Pedro Castaldi, Oreste Burtoli, Orlando Antúnez, Juan Turró, Antonio Fittipaldi, Carlos Moro y Jorge Castarés, en zonales y provinciales, a los que se fueron sumando, o alternando, Luis Filipazzi, Rubén Croceri, Alberto Cabrera, Jorge Ginóbili y José Ignacio De Lizaso, orientados por Néstor Radivoy y Francisco Bocanegra.


 Actuando en ese nivel, el "Oso", como cariñosamente lo llamaban en razón de su voluminosa humanidad, fue campeón en el provincial llevado a cabo en Olavarría, en 1964.


 Acaso esa haya sido su temporada más fructífera, ya que luciendo la casaca azul y blanca, colores partidos en anchas franjas verticales, se alzó con el título bahiense de primera división, festejando la conquista junto a Juan José Dardo Albizu, José M. Pozuelos, Miguel Angel Torno, Edgar Maisterrena, Miguel Galé, Néstor Pascual, Juan Genchi, Miguel y Antonio Chicharro, Guillermo Pascucci y Osvaldo Cavalli.


 En la categoría superior, según datos recogidos por el ingeniero Roberto Seibane, debutó en 1959 y prolongó su campaña hasta 1972 inclusive, actuando en esas 14 temporadas en 227 encuentros (ocupa el puesto 60 en el escalafón bahiense), habiendo anotado 2.730 puntos (lugar 55 en esa misma medición), con un promedio de 12,03 tantos.


 Luego Barracas Central habría de retirarse del ámbito de la ABB pero Hugo Bottini nunca dejó de mantenerse fiel y servicial hacia la institución, al punto que su fallecimiento lo sorprendió en ejercicio de la presidencia.


 "Más bueno que el pan", señalan todavía hoy quienes lo conocieron y acompañaron hasta su última morada, refiriéndose al carácter bonachón y su espíritu abierto.


 Por lo que hizo disfrutar dentro de los rectángulos de juego y por su agraciada y envidiable personalidad es que sus familiares, amigos, compañeros y adversarios, lloran con sincero pesar su desaparición.

Enrique Nocent