Takla-Fischer

Redacción de La Nueva.

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 Gestos adustos, concentrados, estudiosos. Dos hombres frente a un tablero de ajedrez han elaborado, entre tácticas y estrategias, una partida que se extenderá hasta la jugada 49, en que las negras abandonarán.

 Quien está de pie frente a la modesta mesa revestida en fórmica es Robert "Bobby" Fischer, el mejor ajedrecista de todos los tiempos. Sentado frente a él, analizando su situación, Name Takla, uno de los veinte tableros que participaron de estas históricas simultáneas disputadas en el estadio Norberto Tomás, del club Olimpo.

 El hecho ocurrió el 30 de noviembre de 1971, cuando Fischer llegó a Bahía Blanca, en el marco de una gira que realizó por algunas ciudades del interior, para promocionar el juego-ciencia.

 A sus 28 años de edad, era un fenómeno del ajedrez, una mente privilegiada que, como el cubano José Capablanca, no necesitó estudio alguno para entender los más hondos secretos del juego.

 Ocho meses después de su paso por nuestra ciudad, Fischer se sentó frente a Boris Spassky y obtuvo el título mundial, en Reikjavik, Islandia, tras ganar 11 de las 21 partidas jugadas.

 Excéntrico, delirante y enigmático, Fischer se retiró de la vida pública en 1975, tras ser despojado del título por negarse a defenderlo. Reapareció en 1992, para disputar unas partidas con Spassky, en Yugoslavia. Por esa decisión, se encuentra hoy detenido en la ciudad japonesa de Ushiku, con el riesgo de, si es deportado, pasar los últimos años de su vida preso.

 Es un genio del ajedrez, que, en nuestra ciudad, disfrutó, como ante Name Takla, del juego al que consideraba su vida.