Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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NUNAVUT, EN CANADA

En medio de un mundo nuevo En la punta boreal de América del Norte, en pleno centro del Artico, se encuentra una tierra de una belleza sin nombre que se despliega hasta el infinito. Una tierra rica y abundante, poblada de gente fascinante que sobre fines del siglo pasado recibió su independencia. Se trata de Nunavut, el nuevo territorio canadiense.



En medio de un mundo nuevo








 En la punta boreal de América del Norte, en pleno centro del Artico, se encuentra una tierra de una belleza sin nombre que se despliega hasta el infinito. Una tierra rica y abundante, poblada de gente fascinante que sobre fines del siglo pasado recibió su independencia. Se trata de Nunavut, el nuevo territorio canadiense.








 El 1 de abril de 1999, la población más pequeña de Canadá tomó control de su más extensa superficie.


 Los territorios del Noroeste se dividieron en dos partes distintas. La parte Este se llama, ahora, el Territorio de Nunavut, que engloba un quinto del territorio canadiense.


 Los inuitas --un pueblo notable que perpetua tradiciones milenarias-- que habitan y gobiernan Nunavut.


 En inuktitut, la lengua inuita, Nunavut significa "nuestra tierra".


 Uno de los últimos lugares inmaculados del planeta, Nunavut, constituye una extensión de una gran diversidad y de una increíble belleza.


 Está lleno de montañas vertiginosas y de majestuosos glaciares, en los cuales se pasean renos, bueyes almizcleros y osos polares.


 En el horizonte marino resoplan las ballenas.


 Aquí, el 85 por ciento de la población, de 27.000 almas, es de origen inuita, una cultura cautivante.


 La ciudad más grande de Nunavut, Iqaluit, la capital, es un punto de encuentro hacia otras comunidades de la tierra de Baffin.


 Sin embargo, desde otros puntos de vista, también es una ciudad fronteriza.


 Hasta hace poco, las grandes extensiones de playa que la bordean estaban llenas de casas inuitas.


 A medida que crecía el pequeño poblado, se construían viviendas modernas, boutiques y edificios públicos, incluyendo el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa.


 Para tener una buena idea de la ciudad, es necesaria una visita en Unikkaarvik Visitors Centre o en el Nunatta Sunakkutaangit Museum --edificios vecinos, que se encuentran en la playa de Iqaluit--.


 El museo alberga una colección permanente sobre la historia del sur de la tierra de Baffin, mientras que en el centro de informaciones turísticas se exhiben obras de arte de gran belleza.


 Iqaluit también le ofrece una amplia gama de instalaciones y de servicios, entre los cuales hay cines, restaurantes, hoteles, boutiques y cabarets nocturnos.


 Las dos terceras partes de sus 4.200 habitantes son de origen inuita. La otra tercera parte procede de todo el mundo.


 Pese a que no hay camino que llegue a Iqaluit, la ciudad es de fácil acceso, en virtud de los numerosos vuelos directos que salen cada día del aeropuerto internacional.


 


 Al filo del agua. Inventado por inuitas, el kayak es un medio de transporte natural en Nunavut. Por ello no sorprende ver a numerosos viajeros que ofrecen sus excursiones en esta embarcación.


 Hay ríos vertiginosos, como el Sylvia Grinnel, en la tierra de Baffin, o el Soper, cerca de Kimmirut, que sin duda le hará subir su nivel de adrenalina si le gustan las aguas salvajes.


 Los menos temerarios pueden pasearse tranquilamente en la bahía, en los fiordos, y en las apacibles caletas, a lo largo de los miles de kilómetros de litoral.


 Muy común entre los paisajes variados --desde la tundra hasta los densos bosques de épinettes-- el río Coppermine es el más popular de todos para la canoa.


 El segundo en importancia es el Thelon, una de las vertientes más importantes del patrimonio canadiense, la Back, la Dubawnt y la Kazan.


 En cuanto a las balsas, generalmente se practican en el río Soper, mientras que los amantes de sensaciones fuertes pueden desafiar el río Hood, una corriente de agua que bulle incesantemente en la tundra.




 Los senderos de la madre naturaleza. En Nunavut, las excursiones peatonales permiten que el amante de la naturaleza descubra universos únicos.


 Los guías inuitas pueden hacer de esta experiencia algo más emocionante, poniendo a su servicio sus altos conocimientos de fauna, flora y tradiciones nórdicas.


 Entre otras cosas, usted podrá ver bueyes almizcleros, cisnes silbadores, y búhos de las nieves.


 En el verano, la tundra se extiende a los pies de los caminantes, tendiendo para ellos su alfombra de flores silvestres y abigarradas.


 Haga una excursión en las montañas en la reserva del Parque Nacional Auyuittuq o en el bosque de Katannilik Park.


 Siga el sendero señalizado de Northwest Passage Interpretive Trail, en Gjoa Haven, descubriendo la historia del explorador Roald Amundseny.


 Al salir de Iqaluit, tome la dirección de Niaqunngut para admirar la flora de la región.


 Hay altas probabilidades de que se encuentre un inuksuk --un punto de referencia hecho en piedra por los inuitas para dirigirse hacia la tundra--.


 También puede hacer una escalada en los fiordos, y en los glaciares de Nunavut, lo cual es una experiencia realmente embriagadora.


 


 El eco de la naturaleza. Aunque poco diversificada, la fauna de Nunavut es fascinante porque cada especie está adaptada al clima ártico.


 Los guías le mostrarán los sitios más seguros para observar sin peligro a los osos polares, pero es más fácil ver a renos. De hecho, hay 28 por cada habitante.


 En el verano, las pequeñas manadas de bueyes almizcleros reposan en los valles a lo largo de los lagos.


 Con un poco de suerte, usted podrá ver a este legendario "barbudo" salido directamente de la era glaciar.


 Ahora diríjase hacia las banquisas para observar a la ballena boreal, al beluga, y al narval, cuyo cuerno, colocado como una lanza sobre su frente, le ha merecido el nombre de "unicornio marino".


 Los amantes de la pesca con caña estarán encantados de saber que septiembre y octubre son los meses predilectos para pescar farras.

(destacar)




Aunque poco diversificada, la fauna de Nunavut es fascinante porque cada especie está adaptada al clima ártico.


Una de las experiencias más cautivantes es hacer una escalada en los fiordos, y en los glaciares de Nunavut.


Los guías le mostrarán los sitios más seguros para observar sin peligro a los osos polares, pero es más fácil ver a renos.