Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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El balneario donde Diego encontró paz y tranquilidad

MARISOL -- Fueron apenas cuatro visitas, pero quedaron marcadas a fuego en la memoria y en el corazón de los habitantes de esta tranquila población costera, y por eso se entiende la gran preocupación de los marisolenses por el estado de salud de Diego Armando Maradona. Incluso, consideran que si el "10" logra sortear este difícil trance (sin dudas el más duro de su agitada vida), le haría muy bien retornar a este acogedor ámbito natural para empezar una definitiva recuperación.


  MARISOL -- Fueron apenas cuatro visitas, pero quedaron marcadas a fuego en la memoria y en el corazón de los habitantes de esta tranquila población costera, y por eso se entiende la gran preocupación de los marisolenses por el estado de salud de Diego Armando Maradona.


 Incluso, consideran que si el "10" logra sortear este difícil trance (sin dudas el más duro de su agitada vida), le haría muy bien retornar a este acogedor ámbito natural para empezar una definitiva recuperación.


 Es que el mejor futbolista de todos los tiempos encontró en la villa balnearia dorreguense el lugar que lo acercó a sus orígenes y que lo alejó del asedio constante (del público y de la prensa), al que se ve sometido en cualquier otro rincón del planeta que pisa.


 "Acá Diego se sentía muy feliz, porque lo consideramos como un vecino más y jamás lo molestamos", explica el cantante y comerciante Carlos Pugliese, de 48 años, quien reside en Oriente (localidad ubicada a escasos 22 kilómetros de Marisol) y que compartió muchas horas de mate y asados con el astro.


 "El llegó por primera vez, a cazar, en 1983. Lo conocí cuando vino a comprar algo al centro y me regaló una foto suya con la camiseta del Barcelona", recuerda el músico.


 Cuenta que al principio la gente no podía creer que una de las personas más famosas del mundo estuviera en la zona, pero con el correr del tiempo se fueron acostumbrando hasta tomarlo como un hecho natural.


 "En esa primera estadía permaneció unos 15 días. Y retornó en 1991 por una sugerencia del doctor Omar Tringler, después de que fuera suspendido en Italia, para hacer una recuperación", agrega Pugliese.


 "Como tiene una memoria tremenda, Diego enseguida se dio cuenta de que había vuelto al pueblo al que había concurrido a cazar ocho años antes", relata.


 Como quedó tan impactado por las bondades naturales y la mansedumbre del balneario, Maradona eligió nuevamente Marisol para descansar en los veranos de 1992 y 1994, visitas que tuvieron una mayor repercusión mediática, a tal punto que el periodista Mariano Grondona viajó a la villa y lo entrevistó para su programa Hora Clave.


 "También llegaron medios internacionales, como La Gazzeta Dello Sport, que envió especialmente al cronista Angelo Rossi, que tenía una buena relación con Diego desde la época en que jugaba en el Nápoles", rememora.


 Admite que, gracias a la llegada del "10" a la región, tuvo la oportunidad de disfrutar hermosos momentos que quisiera revivir, aunque reconoce que esa posibilidad es bastante remota.


 "Conocí a todos los familiares y allegados de Diego, incluso a Marcos Franchi (su representante de aquel entonces), que venía a mi negocio (alquiler de videos) para tomar mate hasta altas horas de la madrugada", acota.


 "Cuando Maradona llegaba a mi local, la gente venía a alquilar películas con la excusa de verlo; fue mi mejor momento comercial...", comenta, sonriendo, Carlos.


 Luego, se pone serio y enfatiza que el ex jugador jamás se negó a sacarse una foto o a firmarle autógrafos a los pobladores. Y admite que mucha gente se había formado un preconcepto equivocado de Diego y cambió de opinión cuando lo conoció personalmente.


 "Pongo el ejemplo de mi hermano, hincha de River, que vive en Cutral Có y sólo veía cosas negativas en él. Un día me llamó por teléfono y no podía creer que Maradona estuviera en el pueblo donde habíamos nacido. Lo invité a que viniera a conocerlo y se llevó una gran impresión", recuerda.

Una vuelta a las raíces






 Entre las innumerables anécdotas que tiene del paso del "10" por el balneario, Carlos Pugliese evoca una que todavía lo sigue sorprendiendo.


 "No bien se levantaba, Diego se afeitaba al aire libre, en el piletón de lavar la ropa de la casa donde vivía, y se miraba en un espejito que había colgado de un árbol. Cuando le pregunté las razones, me respondió que su padre se afeitaba al sol cuando trabajaba en el campo", comenta.


 "Otra de las cosas que me dijo es que en cualquier lugar del mundo al que iba a cazar le cobraban, pero acá lo podía hacer gratis", agrega.


 "También le agradaba pescar, bañarse en el mar, jugar con sus hijas en la arena, armar `picaditos' de fútbol en la playa; es decir, las cosas que le gustan a cualquier ser humano", destaca.


 "Cierto día lo invité a comer y me dijo si podía venir con sus familiares y amigos; le respondí que sí y se aparecieron 14 personas... Diego tiene esas cosas, es muy fiel con la gente que quiere y que lo quiere bien", reflexiona.


 Luego, dice que aquellas personas que lo agravian constantemente o que no lo dejan vivir en paz, deberían conocerlo en profundidad antes de criticarlo.


 "Diego charló muchas veces conmigo y me contó cosas que si los detractores supieran podrían entender y comprender algunas cuestiones sobre su vida; además, muchos lo consideran soberbio o agrandado y está muy lejos de serlo", aclara.


 "El es mejor ser humano que jugador, lo que ya es mucho decir. Es una persona sencilla, muy humilde, que no dimensiona la trascendencia internacional que tiene. Cuando llegaba a mi casa, nos dijo en más de una oportunidad que nosotros éramos su familia", agrega.


 Como si esta frase no bastara, Pugliese apeló a otros ejemplos que pintan de cuerpo entero la personalidad del astro.


 "Las tardes que estaban feas en Marisol y no podía ir a la playa, viajaba a Oriente, venía a tomar mate y muchas veces iba a la heladera y se comía los ravioles crudos de mi vieja", destaca.


 "Una noche íbamos en camioneta después de comer un asado y le dije que me parecía mentira estar al lado de él, y me respondió: `Dejáte de j... Carlos; sacáte el televisor de la cabeza; yo soy como cualquiera'. Entonces le dije que él quizás no se daba cuenta de lo que su figura significaba y de cuánta gente en el mundo quisiera haber estado en mi lugar", subraya.


 Más allá de revivir aquellos instantes que no olvidará jamás, como admite, Carlos no puede abstraerse de la delicada situación de salud por la que está pasando Maradona.


 "Estoy muy triste por este complicado momento y sigo las noticias por los medios, con mucha angustia. Sólo espero que se recupere y vuelva a ser feliz", expresa, al borde de las lágrimas.


 Finalmente, considera que si Diego se sobrepone a la enfermedad que padece, le haría muy bien retornar a la tranquilidad de esta zona.


 "Cuando estuvo acá, tratamos de que viviera en Marisol como en el mejor lugar del mundo y que se sintiera cómodo, y nosotros, los vecinos, también nos dimos cuenta de que la pasaba de maravillas", enfatiza.

Un día histórico






 Domingo 23 de febrero de 1992. La cancha desbordaba de público, la expectativa era mucha y no para menos. Jugaba Diego.


 Minutos antes de las 19, Maradona, el mismo del gol a los ingleses, el de las gambetas que deslumbraron al mundo, el de la zurda prodigiosa, pisaba el césped del campo de juego del club Quequén de Oriente.


 Mientras preparaba su regreso a la actividad oficial
después de la suspensión por dóping positivo, el "10" accedió a disputar un partido benéfico para la unidad sanitaria de Oriente y, conformando un equipo con algunos amigos porteños y jugadores de Quequén y de Oriente Fútbol Club, se enfrentó a un conjunto compuesto por empleados de la radio de AM de Coronel Dorrego.



 Dos de los protagonistas de aquella jornada inolvidable fueron Pablo Bahía y su hijo Martín, técnico y jugador, respectivamente, del equipo de Diego.


 "Era emocionante e impactante ver tanta gente en una cancha local, además de haber jugado junto a él, algo que no se puede explicar con palabras porque hay que vivirlo", dice Martín, comerciante del balneario, que hoy tiene 30 años.


 Posteriormente, Pablo (ex jugador de Quequén y Olimpo de Blanca) destaca que nunca antes el estadio se vio tan repleto como en aquella oportunidad, y resalta el espíritu ganador del notable ex futbolista.


 "Quería ganar todo, hasta jugando a las cartas. En la madrugada del día del partido, después de comer un asado, yo me había recostado y Diego vino a preguntarme cómo iba a formar el equipo", rememora.


 Si bien el resultado del cotejo es anecdótico --triunfó 4-0 el cuadro de Maradona, quien hizo tres goles (uno de chilena)--, se demostró que su talento seguía intacto.


 "Compartí muchas horas con él; incluso viajé a visitarlo varias a veces a Buenos Aires", dice Martín, quien exhibe --con orgullo-- una gran cantidad de fotografías y filmaciones en las que se lo ve junto a un Diego sonriente y feliz.


 "Le gustaba mucho pescar, disfrutaba mucho de la playa y de la tranquilidad de Marisol; hicimos una linda amistad y espero que salga de todo esto porque se lo merece como persona", afirma, mientras en la "tele" de su negocio el canal TN da a conocer un nuevo parte médico sobre el estado de salud del ex Boca, Barcelona y Napoli.


 "¿Cómo era un día de Diego en Marisol? Después de levantarse salía a trotar, porque así lo estipulaba el plan de su médico personal, después venía a almorzar a casa con Claudia (Villafañe), las nenas (Dalma y Giannina) y sus amigos; jugaba a las bochas o al fútbol en la playa; es decir, estaba siempre ocupado y haciendo cosas, que era algo muy positivo para él", evoca.


 Menciona que el "10" aceptaba cualquier invitación que le hacían para comer, firmaba autógrafos sin problemas y caminaba por las calles de la villa marítima como uno más.


 "Incluso --añade--, sus dos hijas tenían amiguitas de nuestro balneario y andaban por todos lados sin que las molestaran.


 "Marisol era como una familia para él, lo cuidaba y mimaba mucho, y Diego lo retribuía con sus dotes de muy buen tipo", reflexiona.


 "El pasó cuatro veces por acá y compartimos muy gratos momentos, por lo que elegir un recuerdo por encima de otro puede ser injusto. Lo que más me sorprendió es la sencillez que tiene, es una excelente persona que en el balneario tuvo un gran comportamiento...", acota su padre.


 "Estamos muy angustiados por lo que está pasando y esperamos que se recupere porque lo conocemos como ser humano y se lo merece", interrumpe Martín.


 "Tengo la impresión de que Diego va a volver alguna vez al balneario, porque acá se sintió muy contenido y feliz", completa Pablo.

Dónde queda

* Dentro de un marco natural de excepcional calidad y agreste belleza, con una extensa franja costera de playas de suave y agradable declive, donde la paz parece haber encontrado su reinado, encontramos a Marisol.
* Está enclavado en el sudoeste del partido de Coronel Dorrego, a escasa distancia donde las aguas del río Quequén Salado se confunden con las del océano Atlántico.
* Se llega al balneario viajando por la ruta nacional 3, a la altura del kilómetro 531, se debe desviar hacia la ruta provincial 72, que llega hasta Oriente, desde donde se deben transitar, hacia la costa, 22 kilómetros de camino entoscado y afirmado.
* Sus principales atractivos son la belleza del río, lagunas con abundante pesca, variada vegetación, flora y fauna, y ámbitos ideales para practicar deportes náuticos. Es muy variada y amplia su riqueza ictícola, ya que podemos encontrar pejerreyes, corvinas, pescadillas, cazones, lizas, lenguados y tiburones.
* Su población estable es de apenas 50 personas, que en un 90% viven de la pesca.