Venía con prosapia y sangre azul, pero el primo "Banana" le transfundió pasión futbolera y glóbulos rojos
Ya de chica, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón --como gusta llamarla el sindicalista, y archirrival, Hugo Moyano, quien, para no quedar rengo, también le adjudica el mote "La Piba"-- se esmera en perfeccionar una cualidad innata: sacar canas verdes a su familia, de gran linaje y fuerte condición antiperonista.
Para muestra de esa insubordinación adolescente, basta con dos botones. La primera vez que deja boquiabiertos a los propios es cuando gambetea --al mejor estilo del endiablado Ricardo Bochini, uno de sus ídolos futboleros-- las reglas del elegante instituto Bayard, de Palermo Chico, y se quita las ganas de presentarse en el clásico televisivo Si lo sabe cante, de Roberto Galán.
Un tiempito más tarde, "Patus" --el apodo predilecto de parientes y amigos-- debe tragar saliva antes de optar por una de dos alternativas de hierro y jalonar, definitivamente, el sendero de su vida: viajar a Alemania, con el seleccionado de hockey, o asistir a un acto justicialista. La política doblega al deporte. La frescura de sus elecciones también asombra a los extraños. Decididamente, esta chica tiene un qué se yo.
Cómoda alumna que deambula por la medianía en las etapas formativas --"me movía en la franja de 5 a 7 puntos", evoca--, despega al iniciar la universidad. "No me cuesta estudiar, me gusta. Ahora, estoy con el inglés y sigo una maestría en ciencias políticas por la Fundación Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso)", explica.
Una unidad básica del porteñísimo Abasto es el punto de partida para la militancia de Bullrich --bisnieta del fundador de la ciudad de Mar del Plata, Pedro Luro--. Corren los años '70 y la cosa no está fácil; se olfatea que, en el día menos pensado, todo puede saltar por los aires. El desborde convive con la intolerancia y el sentido común es avasallado por la prédica violenta. Cuadro de la Juventud Peronista, decide irse; primero al Brasil y, desde allí, cruza a Europa. Se anoticia de la gesta malvinense aún en el exilio y, meses después, con el anuncio de comicios, retorna a Buenos Aires.
--En su juventud, defiende la utopía revolucionaria, ¿qué la hace cambiar?
--El clic se produce cuando descubro que las utopías terminan siendo mecanismos de opresión; cuando, en nombre de una sociedad y de un hombre nuevos, se montan regímenes absolutamente autoritarios. Ahí uno se da cuenta que lo fundamental es generar mecanismos institucionales que nos cuiden, que ponga límites al hombre. El clic se produce cuando entiendo que las ideologías no son lo que uno dice que quiere hacer sino lo que, realmente, provocan.
--¿Deben medirse por los resultados?
--Claro. Si durante cincuenta años, el PJ dice "quiero la felicidad del pueblo y la grandeza de la patria" y tenemos 50% de pobreza, ¿cuál es la ideología? ¿Lo que uno proclama o lo que uno hace?
Desencantada de los peronistas, y superados sus affaires con el belicismo y la alianza UCR-Frepaso --fue ministra de Trabajo y Seguridad Social en el miniciclo presidencial de Fernando de la Rúa (1999-2001)--, Bullrich es, hoy, la locomotora del tren Unión por Todos y ansía una diputación nacional en representación del pueblo capitalino. "Soy la única candidata auténticamente porteña", se diferencia. La estación terminal todavía es un punto en el horizonte; la votación recién será en octubre de 2005.
--¿Por qué en la tele da con cara de mala?
--Pasa que me concentro cuando me hablan y mis rasgos se endurecen. Pero es circunstancial; no tiene nada que ver con mi personalidad. Debo aprender a distenderme ante las cámaras. Pregunte y verá que muchos me definen como simpática.
Doy fe. Durante el reportaje, en ningún instante pierde la compostura o se priva de la carcajada cuando el rumbo de la conversación amerita alguna ironía o remate humorístico.
--Hablemos de sus defectos...
--¡Ufff! La tozudez. Estoy cambiando; trabajo sobre eso. A veces, uno se enamora de su idea y no escucha al resto. También soy de preocuparme por todo; si hay tres diálogos a mi alrededor, quiero estar en los tres (risas). Sí, soy bastante controladora.
Al mencionar las virtudes, se enorgullece de su frontalidad. Admite, sin embargo, que ciertas veces ser tan directa le ocasiona inconvenientes. Esa forma de reaccionar ante lo imprevisto hizo que, a mediados de septiembre, fuera noticia, pero no en las páginas políticas sino... ¡en las policiales! Con buena onda, algunos integrantes de su entorno señalan al sábado 18 como día del nacimiento formal de La Superpiba.
--No fue para tanto... No exagere las cosas porque terminará haciendo periodismo sensacionalista (risas).
--¿Qué sucedió, exactamente?
--Pasó a una cuadra de mi casa, en un bar de Palermo. Estaba con dos médicos amigos y uno dejó la billetera sobre la mesa para mostrar unas fotos. Justo, entran dos chicas que venden trapos y franelas. Cuando se van, uno de mis compañeros se da cuenta que "algo" le falta. Salimos corriendo y las alcanzamos a la media cuadra. Como dicen que no tienen nada, llamamos a la policía y una suboficial las revisa. La menor, de 13 años, había puesto la billetera en una media. Sólo devuelve 15 pesos, faltaban 100. La más grande había introducido el billete en la boca para tragárselo. También les encuentran tres celulares hurtados a clientes de otros comercios del barrio.
--El episodio, ¿le dejó alguna moraleja?
--No sé si moraleja, más allá de redoblar la precaución y andar con cuidado; pero, ¿sabe cuál es el tema? Con el actual sistema, estas chicas van a un juez de menores y, al poco tiempo, vuelven a la calle. Si el Estado no instrumenta políticas para recuperarlas e incluirlas socialmente, lo más probable es que, a los 20 años, sean jefas de banda.
Futbolera desde la niñez, cuenta que el amor a Independiente le fue transmitido por los tíos Pueyrredón. "Ellos y sus hijos --el cantautor César "Banana", entre otros-- son todos fanas del `Orgullo Nacional'. También sumaron para la causa a mi prima-hermana Fabiana Cantilo", detalla.
--¿Va a la cancha?
--Me encanta la magia del estadio y la hinchada, pero, ahora, voy poco. Mi hijo --que, como no podía ser de otra manera, también es devoto del "Rey de Copas"-- me carga cuando vamos porque me distraigo mucho...
--Y... hay demasiadas cosas para ver...
--Sí (risas)... a cada rato, lo atormento preguntándole, ¿qué pasó? ¿qué pasó? Por eso, prefiero ver los partidos en la tele.
--Ya nombró a Bochini, ¿tiene algún otro ídolo?
--¡Cómo olvidarme de (Ricardo Daniel) Bertoni, (Miguel) "Pepé" Santoro, (José) "El Pato" Pastoriza, (Ricardo Elvio) Pavoni, (Jorge) Burruchaga, (Gabriel) Milito...
--Si la felicidad son fragmentos, ¿cuándo tocó el cielo con las manos?
--Al nacer mi hijo y, en el '82, cuando volví a la Argentina. El exilio es durísimo; retornar al país de uno, no tiene precio.