Cartas y sugerencias
La paz que queremos
El 1 de agosto de 1978, hace 25 años, una bomba con 40 kilos de explosivo exógeno de alto poder, provocó la destrucción total de cuatro pisos de un edificio de viviendas, en parte aún felizmente desocupado, además de varios automóviles. Otros edificios de la cuadra, en la calle Pacheco de Melo, sufrieron también daños de importancia. Los escombros de esos cuatro pisos cayeron sobre el primero, donde dormía una tía nuestra, Margarita Obarrio de Vila, quien murió en forma instantánea. En ese atentado también murió otro hombre y Paula, la hija adolescente del almirante Lambruschini, hoy requerido por un juez español "por violar derechos humanos", y hubo varios heridos.
El cuadro dantesco que poco después ofrecía el lugar fue similar, aunque en menor escala, al que vimos horrorizados después de los ataques a la embajada de Israel y a la AMIA.
Quisiera recordar, dada la proximidad de fechas con lo ocurrido en la AMIA, a las víctimas de tan crueles y despreciables atentados terroristas, a aquellas que la memoria activa no olvida y a las que han caído en un olvido por demás injusto. Que ese recuerdo sea para rezar por sus almas y por el arrepentimiento de quienes creen resolver problemas y defender ideas con la muerte de inocentes. Los argentinos queremos vivir en paz dejando de lado, de una vez por todas, la violencia y la sed de venganza que no terminan.
Sofía Laferrere de Pinedo
Capital Federal