El Quequén Salado, un paisaje para no olvidar
Casi como un tesoro que se oculta en un cofre enterrado, lejos de todo, el ancho y profundo Quequén Salado corre tan majestuoso como silencioso por la llanura pampeana y los más bellos cordones dunosos de la costa atlántica, hasta perderse en el mar.
Los pocos que tienen la suerte de disfrutarlo no pueden olvidan los multicolores paisajes que teje en los últimos tramos de su manso recorrido y menos aún pueden evitar deslumbrarse por las maravillas que encierra, como un celoso guardián.
Es que allí, entre sus amplios meandros, se yerguen nada menos que las cascadas más altas y más anchas de la provincia de Buenos Aires, muy poco conocidas, incluso, por quienes viven a pocos kilómetros del lugar.
El agreste espectáculo es llamativo, sobre todo en la rumorosa cascada De Cifuentes, donde el agua cae desde 8 metros de altura y el río, que hasta ese momento se desliza fatigosamente, adquiere un especial dinamismo y se cubre de largas estelas de espuma multicolor.
En medio de la cascada, a trasluz de la cortina de agua, se advierte la oscuridad que inunda a una pequeña cavidad en la roca. Allí es posible ingresar y observar, desde un mágico y privilegiado punto de vista, las profusas cascadas.
El espectáculo que supone ver los potentes rayos del sol pugnando por ingresar a la cueva a través de los jirones de agua resulta impactante.
A esta altura de su "corto" curso de 135 kilómetros, el Quequén Salado tiene alrededor de 30 metros de ancho (que parecen muchos más), un profundo y vertiginoso lecho en forma de empinada V y una profundidad que, en algunos sectores, llega a los 14 metros.
Ideal para los espíritus aventureros y amantes de la más pura naturaleza, el lugar es una irresistible tentación para quienes gustan de las cabalgatas, caminatas (tanto por las irregulares márgenes como por las llanas tierras contiguas), paseos en bicicleta, la observación de aves, la fotografía...
El único problema que se plantea es hacia dónde seguir. Difícil decisión, por cierto.
Desde la cascada De Cifuentes, lo mejor es caminar unos kilómetros río arriba donde, entre los intrincados giros del curso de agua, se encuentra el antiguo molino harinero Las Rosas, hoy desactivado.
Esta rígida e imponente construcción del siglo XIX se destaca, dentro del paisaje, por sus líneas rectas y su solidez.
Hacia la desembocadura
Río abajo de la cascada De Cifuentes, el primer lugar para detenerse es el denominado Puente Nuevo, famoso en la época de su construcción (1962) por la originalidad del arco que lo sostiene.
Curiosamente, esta obra arquitectónica es eclipsada por una frondosa arboleda de eucaliptus y pinares, entre los cuales serpentea un pintoresco camino de tierra apisonada sobre el cual caen, como una garúa finita, los pocos rayos solares que logran filtrarse entre las ramas y hojas. Todo un oasis en el cual descansar antes de seguir viaje hacia la desembocadura del río.
Unos dos mil metros más abajo, aparece el Puente Viejo. Llama la atención un hecho muy particular: no existe puente alguno en el lugar o, siquiera, un vestigio del paso ferrocarretero que fue destruido, en 1919, por una creciente.
Aquí se puede acampar y disfrutar de deliciosos asados, pero lo mejor es animarse al trekking por barrancas que, a pesar de su pequeña y mediana altura, desde su cima ofrecen atractivas vistas panorámicas del potente río Quequén Salado surcando la llanura pampeana y de la mole de concreto que constituye la vieja represa hidroeléctrica, última que funcionó en la provincia de Buenos Aires.
Unos kilómetros más abajo, aparece otra de las maravillas que los bonaerenses de la región sur parecen empeñados en no valorar en su justa dimensión: la cascada Mulpunleufú, la más ancha de toda la provincia, con 110 metros.
Pese a su poca altura (alrededor de 3 metros), este accidente impacta en los ojos debido a la irregularidad de la línea de cascada --que provoca que las columnas de agua caigan en diversas direcciones, formando así bellísimos dibujos-- y a los profusos borbotones de espuma blanca que, como camalotes, siguen el curso del río hacia su desembocadura.
Los repechos sobre las márgenes del curso de agua ofrecen, en este tramo, un espectáculo muy particular.
Capas gruesas de piedra, en cientos de tonalidades distintas de marrón y gris, se entremezclan y extienden a lo lejos, como si corrieran a la par del río hacia el encuentro del mar.
En los barrancos más grandes, llaman la atención decenas de pequeños hoyos, cavados por loros para hacer sus nidos.
El paisaje es salpicado por una flora autóctona muy rica y una fauna que incluye desde patos y garzas hasta gallaretas y flamencos. Es el sitio ideal para quienes gustan de navegar en kayak o pequeños botes.
Un kilómetro más abajo, se llega a la Cueva del Tigre, sitio inmortalizado por León Gieco en su tema El tigre del Quequén.
Se trata de una amplia estructura cavada por el tiempo en una amplia barranca de piedra sólida, donde en 1860 --según cuenta la leyenda-- solía refugiarse un cuatrero apodado "El Tigre".
En el lugar existe también una pequeña cascada, que desemboca en un profundo y amplio sector del río cuyas márgenes redondeadas han llevado a los lugareños a llamarlo La Olla. Lisas y pejerreyes pueden obtenerse en este tramo muy apreciado por los pescadores.
A esta altura del recorrido, el lecho del Quequén Salado se ha vuelto menos profundo. Poco a poco, las barrancas laterales van dejando lugar a los médanos.
Así se llega al balneario Elvimar, muy cercano a la villa turística Marisol y propicio para deportes náuticos y divertidos baños.
En tierra, el imponente cordón dunoso invita a travesías en vehículos 4x4 y cuatriciclos.
Es el preludio ideal para la llegada a La Boca, lugar en el que el río Quequén Salado vierte sus aguas en el océano Atlántico y donde se destaca la captura de espectaculares lenguados.
Cómo llegar a cada lugar
El punto de partida de toda excursión al río Quequén Salado es la localidad de Oriente, que tiene unos 1.900 habitantes y pertenece al partido de Coronel Dorrego. Hasta ella se llega por la ruta nacional 3. A la altura del kilómetro 532 se halla el acceso.
Oriente --cuya economía tiene el basamento de la actividad agropecuaria-- está ubicada a 3 kilómetros del río, 22 del balneario Marisol, 80 de Coronel Dorrego, 180 de Bahía Blanca y 58 de Tres Arroyos.
Desde el pueblo se accede al río y sus accidentes a través de diversos caminos, a saber:
Cascada de Cifuentes
Por la ruta 3, en dirección Bahía Blanca-Tres Arroyos. Antes de llegar al puente sobre el río, a mano derecha, hay una tranquera blanca de doble puerta por la que se debe ingresar. Si se sigue el camino en dirección recta, se llega a escasos metros del curso de agua.
Cascada Mulpunleufú
Se debe salir de Oriente por el camino que conduce a Marisol. A 5 o 6 kilómetros, a mano izquierda, se debe ingresar por una tanquera y seguir el camino hasta estar cerca del río; luego, hay que conducir unos metros río arriba.
Cueva del Tigre
Por el camino a Marisol, a unos 13 o 14 kilómetros de Oriente, se halla una entrada para un auto sin tranquera, a mano izquierda. De allí, derecho hasta toparse con el río. Luego, hay que caminar por el margen del curso de agua unos 300 metros río arriba.
En detalle
* El río Quequén Salado nace en Pedro Lavalle (partido de Gonzales Chaves), en manantiales y pequeñas lagunas, a unos 170 metros sobre el nivel del mar.
* En la parte final de su tramo de 135 kilómetros, constituye el límite entre los distritos de Coronel Pringles, Coronel Dorrego y Tres Arroyos.
* Muy cerca de su recorrido se encuentran lagunas aptas para la pesca del pejerrey. Las más importantes son La Turca, La Salada y La Carlota.
* El arroyo El Indio, que desemboca en el Quequén, constituye otro de los lugares que no se puede dejar de visitar.
* En los libros de historia se lo reconoce como una de las fronteras naturales que separó a las poblaciones de colonos y aborigenes. En 1866, bajo la comandancia Frontera Costa Sud, se construyeron 5 fortines a lo largo del río, a fin de proteger los pasos naturales.
Dónde informarse
Toda la información disponible sobre el río y sus bellezas, puede solicitarse a la oficina de Turismo de Oriente, a cargo de Gloria Fernández, con teléfono (02983) 495297.
Un intento por protegerlo
En abril de 2000, el por entonces edil aliancista Fabián Barda presentó una iniciativa tendiente a que la Legislatura provincial analice la posibilidad de declarar paisaje protegido al río Quequén Salado, desde su nacimiento hasta su desembocadura.
Según argumentó Barda en aquella oportunidad, la necesidad de trabajar sobre la zona del Río Quequén se basa en "la preservación del patrimonio natural e histórico de la región".
También consideró la casi nula defensa que tiene el Estado municipal y, fundamentalmente, la sociedad dorreguense y la población de Oriente, respecto de preservar su flora, fauna y el rico yacimiento arqueológico y paleontológico, sobre el que demostraron interés algunas universidades y organismos internacionales.
La intención del ex concejal apuntaba a conservar este sitio como un recurso hídrico libre de contaminación, como también preservar la integridad del paisaje de su área de influencia para mantener sus condiciones naturales actuales.
Pasaron más de dos años de la inquietud y la Legislatura bonaerense aún no brindó ningún tipo de respuesta en relación a la cuestión.
El objetivo es lograr un desarrollo armónico
Durante largos años, muy pocas personas trabajaron por el desarrollo turístico de Coronel Dorrego.
Esto resulta comprensible si se tiene en cuenta que la economía del distrito se basa en la actividad agropecuaria y que, el 1 de abril de 1979, el partido sufrió la pérdida de su mayor polo de atracción: Monte Hermoso.
Sin embargo, a la luz de la existencia del maravilloso paisaje que dibuja el río Quequén Salado y la innumerable cantidad de opciones que plantea, cuesta entender tanto retraso.
"Durante años, ni siquiera hubo una oficina de información. Es como que los lugareños, que vivimos del campo, teníamos al río y a la playa como lugares privados, que no nos importaba explotar, sino disfrutar", sostuvo la guía de turismo Gloria Cristina Fernández, coordinadora del área de Turismo de la delegación de Oriente.
"Ahora, la mentalidad ha cambiado. Con la actual administración, se abrió una oficina en el balneario Marisol, a los efectos de trabajar en la promoción y difusión de lo que tenemos, que es muy poco conocido", contó.
Indicó que los planes inmediatos consisten en participar de alguna exposición o feria turística y continuar con las capacitaciones y las charlas de concientización para la población.
"La gente tiene que saber que aquí no hay contaminación, los paisajes son vírgenes, la flora y la fauna son increíbles y tenemos las cascadas más anchas y más altas de la provincia de Buenos Aires. Esto es un verdadero paraíso", señaló.
Indicó que otro de los planes es organizar travesías y excursiones hacia los lugares más atractivos, sobre todo porque no hay mucha señalización en las rutas y caminos.
Difusión más masiva
Fernández mencionó que la mayoría de los turistas que visitan el Quequén o Marisol no se van deslumbrados.
"Nadie se desilusiona y, por ello, el boca en boca nos ha dado una gran mano. Sin embargo, ahora queremos dar una difusión más masiva al lugar, siempre respetando las principales cualidades de sus atractivos turísticos: su tranquilidad y su medio ambiente libre de contaminación", enfatizó.
Recordó que en la villa Marisol --ubicada a la vera del mar, a 22 kilómetros de Oriente-- viven unos 60 residentes fijos. El lugar cuenta con dos hoteles, un camping con departamentos y bungalows, un club de pesca, restaurante, bares, confitería bailable, sala de primeros auxilios y demás.
"El último verano nos visitó mucha gente que buscaba un lugar nuevo --es decir, no muy conocido-- donde reine la tranquilidad y la seguridad. Incluso, varias familias llegaron por casualidad y se quedaron maravilladas, a tal punto que ya planearon volver el año próximo", recalcó.
"No queremos provocar que Marisol, Oriente o el río Quequén tengan una afluencia explosiva que nos desborde. Pretendemos que el desarrollo sea paulatino, sin resentir la tranquilidad que aquí se vive. Por otro lado, queremos promover diversas actividades, a fin de que el turismo no sea estacional, ya que tenemos atractivos que nos permiten trabajar todo el año", sostuvo.
Marisol, un culto a la tranquilidad
* La villa balnearia Marisol está ubicada a 22 kilómetros de Oriente, a 800 metros de la desembocadura del río Quequén Salado.
* Su principal atractivo son sus extensas y tranquilas playas, de 35 kilómetros de largo, y sus grandes médanos forestados con eucaliptus, pinos y álamos, entre otras especies, donde suelen realizarse circuitos de cabalgatas, caminatas o safaris fotográficos.
* Se puede practicar la pesca, desde la costa o en lancha, de ejemplares de pejerreyes, corvinas, pescadillas, cazones, lisas y lenguados, además de tiburones.
* Desde Marisol se puede visitar el curso inferior del Quequén, lugar ideal para los deportes náuticos como windsurf, natación, motonáutica, kayak y demás. El lugar es ideal para los días en que hay aguavivas.
* En cuanto a alojamiento, la villa cuenta con un residencial, motel, hospedajes, el campamento La Tregua y el camping Elvimar, donde hay bungalows.
Juan Ignacio Schwerdt/Enviado especial