Arturo Frondizi, faro de esperanza para la Argentina
Cuando mencionamos a Arturo Frondizi, acuden de inmediato a nuestra memoria su figura de lúcido intelectual, profundo conocedor de los problemas del país y de las necesidades de su pueblo; su patriotismo acendrado, la actualidad permanente de sus ideas de integración nacional y desarrollo independiente, en el marco de la vigencia irrestricta del estado de derecho; su magnífica definición de las características, de este verdadero movimiento revolucionario en su concepción, que debía ser nacional y popular, y su permanente lucha para lograr la concreción de un gran frente nacional, que fuera la expresión de la alianza de clases y sectores sociales y proyectara la imagen argentina en el exterior, como permanente defensora de la autodeterminación de los pueblos y la no ingerencia de un estado en la vida del otro, por más razones que pudiera exhibir de necesidad y urgencia.
Por todo esto y por las innumerables realizaciones, cuando fue gobierno, nos cuesta mucho hacerlo, como si habláramos de historia pasada, porque en realidad sentimos que estamos escribiendo historia; estamos continuando las páginas que no le dejaron escribir; la obra inconclusa que los intereses reaccionarios y las bajas pasiones no le permitieron construir. Estamos señalando el camino correcto que, inexorablemente, deberá transitar la Argentina si, en realidad, quiere superar la decadencia y reinstalar nuevamente las lógicas pretensiones de grandeza, que también soñaron otros próceres, irresponsablemente abandonadas.
Para nosotros, el 23 de febrero de 1958 no es sólo un momento de recordación. Es un hito, un mojón de esperanza; porque ese día, en aquellas elecciones, se enfrentaron dos concepciones de ver, pensar y sentir el país. El pueblo se encontró verdaderamente ante dos alternativas distintas. Uno era el continuismo de la vieja política; el otro, el cambio, pero el cambio de verdad y abrumadoramente el pueblo argentino se pronunció por el cambio.
Nos parece muy importante, en el momento actual, esta evocación, porque para dentro de muy pocos días el pueblo ha sido convocado a elecciones y percibimos que llegamos a ellas en medio de un descreimiento generalizado ante las promesas de realizaciones, siempre incumplidas; sin propuestas razonables; sólo acusaciones personales, discursos sin contenido ideológico serio. Candidatos pragmáticos, dentro del pragmatismo, diciendo lo que creen que caerá bien, importándoles mucho más la encuesta que la verdad y la mayoría de ellos, inclusive, sospechados de seguir los dictados de los organismos internacionales y de ser lacayos del imperio de turno.
Y esto sucede porque los partidos políticos han abandonado la idea de que el sufragio universal sirve para que sean artífices de las aspiraciones del pueblo, como quería Hipólito Yrigoyen. Que la idea de justicia social preconizada por el general Perón sólo es posible en el marco de la plena ocupación y altos salarios. Y no han percibido que la culminación del proceso de liberación nacional en el desarrollo económico y buscan erróneamente ejemplos de acuerdos políticos extranjeros, como el Pacto de la Moncloa, en vez de hurgar en la historia argentina, el sentido profundo de las etapas que fueron necesarias transitar, para dar forma a la nacionalidad y al ser nacional.
En la lista de argentinos ilustres, seguramente, Arturo Frondizi ocupará uno de los lugares más destacados y lo será porque, como dijo Esteban Echeverría: "Ser grande en política no es estar a la altura de la civilización del mundo, sino a la altura de las necesidades del país".
Porque murió pobre, luego de ocupar la más alta magistratura, es un espejo donde mirarse; y porque hay que completar su obra, es un faro de esperanza para las nuevas generaciones.
Pedro J. Perrier, Gregorio Díaz Torres y Fernando J. Seuves son miembros de la Comisión Permanente de Homenaje al Dr. Arturo Frondizi, de la ciudad de Coronel Pringles.