Bahía Blanca | Sabado, 04 de mayo

Bahía Blanca | Sabado, 04 de mayo

Bahía Blanca | Sabado, 04 de mayo

Varias cuadras por una vianda y un abrazo

El grupo de Acción Católica de San Luis Gonzaga prepara cada semana unas 200 porciones de guiso y las reparte en distintos puntos de la ciudad.
Fotos: Sebastián Cortés-La Nueva.  

Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

   El calor y la humedad se sienten con intensidad en Bahía. Es de noche y la Plaza del Algarrobo, ubicada en Parchappe al 1.000, empieza a llenarse de gente. Hay chicos que corren entre las plantas, madres que cargan a sus hijos o los pasean en sus changos y señoras que se acercan a paso lento. Son más de 30 personas, casi todas mujeres.

   Se reúnen en grupos y conversan sobre la semana, esperando que el reloj marque las 21. Es miércoles y saben que el grupo de Acción Católica de la parroquia San Luis Gonzaga está por llegar. Es miércoles y saben que les traerán la viandita que soluciona la cena de esa noche y tal vez el almuerzo de mañana.

   Stella Maris es una de las tantas mujeres que no aparta la mirada de la calle, esperando el arribo de los autos que transportan el guiso recién hecho. Tiene 51 años y 11 hijos, de los cuales uno está en sillas de ruedas y otro tiene una enfermedad mental. Son 5 los que todavía viven con ella y esperan con ansias la llegada de cada miércoles.

   La vida de Stella Maris no siempre estuvo marcada por la necesidad. Cuando su esposo trabajaba afuera, estaban bien económicamente, pero desde hace unos 5 años se la rebuscan como pueden: a ella no le dan trabajo por la edad y su marido, que no está en actividad por problemas de corazón, cobra la jubilación mínima. Es poco, pero tiene que alcanzar para pagar la luz, el agua y la casa del Plan Federal que habitan en Villa Esperanza.

   Para ella, los miércoles son muy importantes. Por la vianda, que significa una comida menos en la que pensar, y por el "buen trato" que le da la gente del servicio, que la recibe con "un beso, un abrazo y un cómo estás".

   A veces la llevan, otras va caminando y cuando tiene para el boleto opta por el colectivo. Pero siempre va. Todas las semanas. Desde hace 5 años.

   —Necesitamos que nos abran una puerta de trabajo para llevar un sueldo a nuestra casa. Si tuviéramos trabajo, no necesitaríamos estar acá. Yo no tengo problema en trabajar, tengo mis dos manos sanas y mis pies, pero hay personas que están enfermas y tienen que venir acá obligadas —señala.

   En la Plaza del Algarrobo también está Nélida, una mujer que caminó unas 15 cuadras con su nieta Rocío para buscar la comida. Cobra una pensión, tiene 7 hijos —no todos viven con ella y uno tiene problemas con la droga— y cuenta que la plata no le alcanza para los impuestos y la casa.

   — ¿Y cómo se arreglan los otros días de la semana?

   —Con fideos… Mi marido y mi hija también van a buscar cosas al mercado. Nosotros tenemos un trueque: por ahí vendemos una ropita que no nos sirve y compramos verduras, alimentos.

   Nélida cuenta que cuando sobran viandas se las llevan a los vecinos o familiares que no pudieron ir y destaca, al igual que Stella Maris, el compromiso y amabilidad de la gente de Acción Católica.

   Las dos forman parte de las 50 familias (en promedio) que asisten cada miércoles a este sector de Bahía Blanca en busca de su plato. No todas pertenecen a la misma zona: hay gente de Grünbein, Punta Alta, ex Villa Quilmes, 5 de Abril, Noroeste, Villa Caracol y Villa Rosario, entre otros lugares.

    —Ellos saben que a veces se da la cantidad mínima y repartimos una vianda por persona, pero igual vienen. Se nota que realmente la necesitan —asegura Raúl, un hombre que forma parte del servicio.

Mismo servicio, distinto lugar

   En la peatonal, llegando a Donado, un grupo de personas también espera su vianda. Es otro de los puntos del servicio de Acción Católica y hay dos más: uno en el barrio Universitario y otro en el sector de la plaza Rivadavia y alrededores.

   Está lloviznando y cuando se abre el baúl del auto que lleva la comida, alrededor de 10 personas se agolpan para pedir guiso.

   Una de ellas es Liliana, una joven de 24 años que llegó en colectivo desde el barrio Maldonado con su hermano Brian y su cuñada Cintia. También tiene una hermana, que está embarazada, y otra cuñada, pero ellas no pudieron pagar los $ 12,55 que vale el pasaje. Por eso Liliana pide de más y se lleva la cena para toda la familia.

   Liliana tiene una enfermedad que le lastima la piel y no tiene plata para comprar la crema que necesita. Cuenta que no tiene trabajo y no sabe leer ni escribir: de chica a veces acompañaba a su papá a "cartonear" y fue muy poco tiempo a la escuela. Pero hace poco retomó sus estudios en un establecimiento para adultos y sueña con aprender lo que antes no pudo.

   Vive con su marido, que también es cartonero, y no siempre le alcanza para comer. Por eso, además de buscar la vianda, cada viernes se levanta temprano y saca numerito en un comedor que entrega verduras, carne, pan y otros alimentos.

   Ella no sabe de planes, vive el día a día. Tiene un "rancho en el barrio Costa Blanca que se inunda cada vez que llueve y el olor es insoportable": hay una montaña de basura en una zanja cercana y en verano se siente más. Ahora está trabajando para levantar un cuarto, aunque le faltan chapas y tirantes. 

   Al lado de Liliana está Cintia, su cuñada, que se acercó a Donado a pesar de la llovizna: tiene 28 años, una hija de 2 y vive con su marido en una casa de chapa ubicada en Costa Blanca.

   Su esposo también es cartonero y gana poco. Ella no tiene trabajo: cuenta que sufre epilepsia y nadie quiere darle empleo. Por eso, sin importar cómo esté, los miércoles va en busca de su vianda. La necesitan.

¿Qué hacen?

   El grupo de Acción Católica de la parroquia San Luis Gonzaga cocina y reparte viandas con guiso en cuatro puntos de la ciudad. Lo hace todos los miércoles del año, sin excepción.

   La iniciativa surgió en 2001, en medio de la crisis económica, y luego se replicó en otras comunidades.

   Sus integrantes reconocen que en el último año aumentó la cantidad de personas que necesitan comida y, en consecuencia, su producción: pasaron de preparar 160 viandas a hacer 200, que es el tope de capacidad que tienen las ollas y la cocina de la parroquia.

    —El objetivo primigenio del servicio fue salir a dar una respuesta con una comida caliente. Es un día a la semana, pero para el que vive día a día le solucionás un día. Ese es uno de los puntos y el otro es el contacto con la gente, que se sientan reconocidos, contenidos, que sepan que vos sabés que están ahí —cuenta Verónica, miembro de Acción Católica.

  Entre la gente que dona, los grupos de cocina y las personas que salen a repartir las viandas en distintos vehículos, hay alrededor de 50 personas abocadas al proyecto. Muchas veces donan frutas o cosas dulces y la cena sale con postre incluido.

   El "Servicio de los miércoles", como lo llaman en San Luis Gonzaga, es abierto: puede participar gente que pertenece a la Iglesia y gente que no. Y no exige asistencia perfecta: la persona ayuda cuando puede, de acuerdo a su realidad.

   —El objetivo siempre fue darle continuidad al proyecto sin que haya una persona a cargo, dándole así sustentabilidad —resalta Alejandro, otro colaborador.

¿Qué necesitan?

   Arroz parboiled (no se pasa ni se pega), tomate triturado en botella, condimentos y aceite son los principales ingredientes. El guiso también lleva carne y verduras, pero son donados tanto por gente del servicio como personas ajenas dispuestas a dar una mano.

   Para la presentación usan bandejas térmicas Nº 103 y papel film, dos elementos que les cuesta conseguir.

¿Cómo ayudar?

   Cualquier donación puede llevarla a la parroquia San Luis Gonzaga, ubicada en Espora 149. Para pedir más información puede comunicarse al teléfono 452-6003. El horario de atención es de lunes a viernes, de 17 a 20.

   Además, quienes quieran participar del "Servicio de los Miércoles" pueden acercarse a la parroquia. A las 17 se junta el equipo de cocina para preparar el guiso y entre las 20:30 y las 21 otro grupo sale a repartirlas.