Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Ganadería indómita: cuando el refugio de valor juega al límite de la descapitalización

Con una zafra limitada como la actual, era esperable —según el Rosgan— que la demanda comenzara a presionar sobre el valor de la invernada a partir del alejamiento de la etapa de mayor oferta estacional.

Producción ganadera en el SOB. / Fotos: Pablo Presti y Rodrigo García-La Nueva.

Guillermo D. Rueda / [email protected]

   Tras el anuncio del Gobierno nacional de congelar los precios de los alimentos hasta fin de año y, por lo tanto, con escasas posibilidades de recomponer márgenes vía ajuste del gordo, las actuales relaciones de compra/venta no permitirían mantener un esquema de engorde convencional de la ganadería de nuestro país.

   Esta es una de las conclusiones del Rosgan, en su análisis de la encrucijada que atraviesa el sector ganadero, donde el refugio de valor juega al límite de la descapitalización.

   Siguiendo este mismo lineamiento, se plantean dos caminos.

   Por un lado, observar cierto acortamiento de los engordes, lo que implicaría la salida de animales con menor cantidad de kilos en razón del desincentivo que representa la incorporación de adicionales a los valores actuales. Por otro lado, al contrario, otra salida es apostar a engordes menos intensivos que permitan incorporar más kilos baratos a pasto y, de ese modo, compensar el mayor costo de compra.

   Esto requiere de recrías más prolongadas previo al ingreso a los corrales lo que, indefectiblemente, restaría animales terminados en el corto plazo.

   En ambos casos, es muy factible esperar —según el Rosgan— una menor oferta de carne hacia fin de año, ya sea por una caída en los pesos de faena, en caso de que la balanza se incline hacia engordes más rápidos, o bien por un bache temporal de oferta, si la compensación se da por aumento de las recrías.

   “Sin dudas, el primero de los escenarios implicaría una pérdida directa de producción, mientras que el segundo sería el más deseable en términos de balance general”, aseguró María Julia Aiassa, analista ganadera del Rosgan.

“En definitiva, una vez más los desajustes de la macroeconomía se imponen por sobre los fundamentos del propio mercado, incentivando comportamientos que, muchas veces, terminan poniendo en juego el propio capital”, agregó Aiassa.

   Ante una zafra limitada como la lograda este año, era esperable que la demanda comenzara a presionar sobre el valor de la invernada a medida que se aleja el período de mayor oferta estacional.

   “Pero, sin dudas, esta escasez de oferta no es factor suficiente para explicar plenamente la fuerte suba de valores que están experimentando los terneros, en especial en el último mes”, añadió.

   Aiassa sostuvo que, en estos días de octubre, la referencia para el ternero de 180 a 200 kilos promedia los 265 pesos el kilo. Y que, comparado con los valores promedio registrados durante las primeras dos semanas de septiembre ($ 241 el kilo), se evidencia una suba de 10 puntos en el último mes.

   La última corrección de esta magnitud la registró en febrero —previo al inicio de zafra— y, a partir de allí, los valores han estado ajustando a razón de un 1 % a un 2 % mensual.

   Similar comportamiento ha mostrado el precio del gordo desde entonces, aunque en este mes que concluye hoy, domingo 31, su trayectoria ya se ha desacoplado completamente ante la imposibilidad de acompañar dicha suba.

   Tomando el mismo corte a la primera quincena de cada mes, el precio del novillito liviano —en el Mercado de Liniers— promediaba los 196 pesos el kilo, marcando, incluso, una ligera baja respecto de los $ 197 promedio de la primera quincena de septiembre.

   Esta estabilidad —claramente— se corresponde con la estabilidad que se sigue observando en el precio de la carne en el mostrador.

   En tal sentido, el último informe del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) marcaba un retroceso del 0,2 % del precio de la carne vacuna a inicios de mes, comparado con el relevamiento de septiembre.

   En este sentido, y por lo anunciado desde la secretaría de Comercio de la Nación, los precios de los alimentos se intentarán mantener estabilizados hasta fin de año, algo que indefectiblemente pondrá techo al precio de la carne y, por ende, a la recuperación del gordo.

   “Los valores actuales plantean una relación ternero-gordo en torno a 1,33. Si bien estacionalmente este es un período en el que esta relación de compra tiende a encarecerse, luego ajusta con la corrección del gordo hacia fin de año”, explicó.

   El año pasado, para este mismo período, el valor del ternero se ubicaba 35 % más caro que el novillito. Sin embargo, a diciembre esta relación ya había corregido a 1,21, tras una actualización del gordo de un 44 % versus un ternero que acompañó con un ajuste inferior al 30 %.

   “A diferencia del año pasado, este año el precio del gordo tiene un techo mucho más rígido, ya sea por la debilidad de compra del propio consumidor como por la presión del Gobierno por contener la suba de precios de los alimentos”, argumentó Aiassa.

   “Esto, sin dudas, pone en una posición extremadamente compleja al último eslabón de la cadena de producción: el engorde”, dijo.

De acuerdo con los datos informados por la Cámara Argentina de Feedlots (CAF), el 60 % de las empresas relevadas por la CAF se encuentran vaciando sus corrales, consecuencia directa del contra margen con el que están trabajando.

   Hoy, convalidando un precio de compra de $ 265 en terneros de 180 kilos y $ 200 para la venta a 320 kilos, un feedlot convencional estaría perdiendo —en promedio— más de $ 8.000 por animal engordado, lo que induce al engordador a un terreno de inminente descapitalización.

   “¿Qué sucede verdaderamente detrás de este comportamiento de compra? Si bien existe una menor oferta de terneros que podría estar condicionado esta firmeza, la realidad es que la mayor suba está dada por una cuestión de expectativas”, añadió.

   “Claramente, la hacienda sigue siendo cobertura de valor y el peso de las expectativas respecto del escenario económico post elecciones es muy grande”, aseguró.

   “Cuando analizamos la trayectoria de los precios de la hacienda contra el dólar en un horizonte de mediano a largo plazo (octubre 2019 a octubre 2021), vemos qué tanto el ternero de invernada como el novillito tuvieron un aumento mayor respecto al tipo de cambio”, sostuvo.

   “Pero cuando nos vamos a horizontes de tiempo más acotados y una brecha cambiaria tan elevada como la actual (90 %), esta apuesta se torna más arriesgada”, comentó.

Precios de la hacienda, en base al Mercado de Liniers y a la web Entre Surcos y Corrales versus Tipo de Cambio Oficial (BNA).

   Si bien siempre existe la expectativa de ver cierta corrección en el precio del gordo hacia fin de año, la realidad es que, para dar vuelva este desbalance, el precio del gordo debería subir entre un 15 % y un 20 % manteniendo estables el resto de los costos.

   El año pasado, cuando la invernada también se buscaba como un activo de refugio, el gordo aumentó cerca de un 45 % en pesos, en los últimos tres meses del año, y un 57 % si se lo lleva a febrero, donde se produjo la otra gran corrección.

   “En ese lapso (octubre-febrero) el tipo de cambio oficial apenas se apreció un 14 %, por tanto, la cobertura buscada para muchos, alcanzó su objetivo”, dijo.

   “Este año, al menos hasta mediados de noviembre, los valores deberían estar lo más estabilizados posibles. Cualquier desvío en este sentido, podría disparar nuevas intervenciones”, concluyó Aiassa.