Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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Rosario lo dejó hundido en un Arroyo de lágrimas

El francés, que jugó una hora con un hombre menos, le volvió a ganar el clásico a Sporting. El 2017 es todo tricolor.
Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Sergio Daniel Peyssé / speysse@lanueva.com

   ¡Las caras de los hinchas de Sporting! Y de los periodistas partidarios, del cuerpo técnico, de los auxiliares, de todos...

   ¿Cómo explicarlo?, ¿por dónde empezar para decir que el rojinegro perdió un clásico que da para la "gastada" histórica, para las burlas eternas?

   El mérito fue todo de Rosario, que nunca dejó de luchar y no sintió que estaba todo perdido cuando, a los 30 minutos del primer tiempo, Maxi Rodríguez se hizo expulsar incomprensiblemente por un golpe de puño a Sabatini ante la atenta mirada del árbitro Sergio Testa.

   Es más, en ese momento la visita estaba mejor que el dueño de casa. En realidad, Sporting jamás dominó el trámite y estuvo muy lejos de liquidarlo cuando se puso 1-0 arriba.

   Es cierto que el asistente Nº 1 (Mario Iglesias) le anuló un gol a Sabatini por un off-side que no existió, pero Sporting no fue regular ni consistente, se dejó llevar por la ansiedad de su gente y llegó al arco de Palazzani como pudo y no como quiso.

   "Rosa" trabó el cotejo y se concientizó que de la única manera que podía empatar (con uno menos ni se imaginaba ganar) era de contra. Pero tuvo algo más valorable: cuando se quedó con 10, se paró con un 4-3-2, no se colgó del travesaño y cuando pudo, desnudó los errores de su adversario.

   Y así ganó. Zárate se comió el tiro libre de Arroyo desde 50 metros y a otra cosa. Lo que no cambia es el aroma de este 2017, que sigue bañado de perfume francés...

El DT, emocionado

   “Lo ganamos con coraje y convencimiento”, dijo Gómez Peña

   La clave. "Lo ganamos con coraje y convencimiento. En el entretiempo le dije a los jugadores de mantener la línea de tres en el fondo y que para ganar había que acertar con alguna contra. Y se dio así", manifestó el DT ganador Federico Gómez Peña, vía telefónica porque el plantel de Rosario, tras el pitazo final, dejó la cancha directamente en dirección al micro que lo esperaba en el portón de calle Estrada.

   Una más. "En los clásicos podés jugar mal o bien, pero para ganar tenés que poner todo lo que tenés, y Rosario lo puso. El equipo volvió a ser el de antes, ese que no se entregaba nunca y que no se daba por vencido hasta el final", señaló "Peco".

   Arañó los 600. A Sporting, que llegaba al clásico con cinco victorias al hilo, le volvieron a convertir un gol después de 575 minutos. El último se lo habían marcado en la fecha 2, en su cancha, y el autor fue Nicolás Katz para el triunfo de Olimpo por 1-0.