Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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El Club Catamarca quiere lograr una revolución en pleno Barrio Noroeste

Ubicado en Patricios 1550, le hace frente a la crisis que azota a las entidades deportivas barriales con proyectos de crecimiento. Un grupo de 13 personas trabaja incansablemente.
Ariel Barragán y Héctor Pérez, en el quincho que proyecta el Club Catamarca.

Pablo Andrés Alvarez

palvarez@lanueva.com

“Un club humilde. Pero con muchas ganas de progresar”.

Con esa frase, Ariel Barragán sintetizó el presente del Club Deportivo Catamarca, que funciona en Patricios 1550, pleno barrio Noroeste.

Los Barragán son una familia de tradición dentro de la entidad, a tal punto que el abuelo del actual secretario fue socio fundador el 25 de mayo de 1944.

Los primeros pasos los dio en una casona de Catamarca 630 (de allí radica su nombre) hasta que en la década del '70 se mudó definitivamente a la actual sede, donde converge una cantina, una cancha de bochas, un salón que aspira a ser multiuso, un quincho en etapa de finalización y una cancha de fútbol reducido.

Más allá de sus limitaciones económicas (apenas cuenta con 50 socios, que pagan 150 pesos anuales de cuota), la actual comisión que lidera Héctor Pérez se esmera para mantener limpias y ordenadas las instalaciones y también, en base a mucho sacrificio, hacerlas crecer con obras.

La elección del azul y oro de su escudo se debió a que, en aquella primera reunión, la gran mayoría era simpatizante de Boca Juniors.

A pulmón

“Es mucho sacrificio trabajar para un club de barrio, porque generalmente cuesta muchísimo lograr cosas”, avisa Ariel Barragán, mientras muestra la cancha de bochas que lleva el nombre de su abuelo: Julio Gabriel.

Pese a que conformaron hace alrededor de 10 años un grupo de trabajo de casi 15 personas, que van rotando sus puestos en la comisión, el presente económico los limita en sus sueños de cristalizar los trabajos que están en marcha.

“Todo lo que se hace es a pulmón. Y mucho más lento que cualquier otra obra, porque generalmente la mano de obra es nuestra y para juntar el dinero para materiales hay que hacer rifas, cenas y distintos eventos, porque la plata nunca alcanza”, señala Héctor Pérez, quien, además de ser presidente, también es integrante del equipo de bochas.

Hoy están abocados a dos temas: terminar los aspectos administrativos para recuperar la personería jurídica y finalizar la parte dominial de los terrenos actuales.

El club contaba con un predio, cedido por el ferrocarril, en las intersecciones de Líbano, Holdich y Catamarca, donde hoy funciona la Escuela de Enseñanza Técnica Nº3.

“No pudimos sostener ese espacio por no tener la parte dominial en regla. Y no queremos que pase algo parecido aquí”, señala Ariel.

Proyectos en marcha

“Lo poco que sobra después de pagar los servicios básicos, lo destinamos a comprar materiales para la refacción del salón multiuso”, menciona Pérez.

La idea, luego de colocarle el piso, es brindar allí distintas actividades deportivas y sociales.

“Por esta zona hay varias entidades educativas, como también la sociedad de fomento y la asociación de jubilados, así que también podrían ser usados por ellos. Y el club ganaría un espacio para gimnasia deportiva, bailes típicos y yoga, por nombrar algunas”, cuenta Ariel.

“Nosotros nos vamos poniendo viejos y alguien tiene que seguir con todo ésto. Y para ello tenemos que lograr que los chicos se encariñen con la institución. Ese salón, con todas las limitaciones que tenemos para poder terminarlo, significa mucho para nosotros y para el futuro de todo ésto”, añade.

--¿Cómo hacen con los gastos que ello insume?

Barragán: --Hacemos todo nosotros. Por ejemplo, el trabajo de herrería lo hizo Flavio Dorado, que a su vez es tesorero. Incluso, hubo gente de otros clubes que nos dieron una mano para cambiar las chapas de los techos. Si pagáramos mano de obra, sería imposible seguir adelante.

También avanzaron en la construcción de un quincho, con dos parrillas y un asador, que aún no fue estrenado porque no cuenta con los servicios ni el revestimiento.

“Nos falta poquito, pero va a ser otro espacio que tendrá el socio o la gente del barrio. Actualmente, cuando nos juntamos a la reuniones de comisión directiva, tenemos que cocinar en el piso”.

--¿Reciben subsidios?

Héctor Pérez: --Actualmente no, pero hemos recibido ayuda de algunos concejales. Todo se invirtió en materiales de construcción. Creemos que al contar con la personería jurídica en regla, podamos tener mayor ayuda o bien obtener algunas exenciones.

--¿Les llegaron las boletas de gas, luz y agua?

Barragán: --Sí, y han tenido un incremento muy grande. La verdad que cada vez cuesta más poder pagarlas y eso que tratamos de cuidarlos y reducir su uso al máximo.

“Intentamos de todos modos ser auto sustentables. Ninguno de nosotros atraviesa un presente personal en el que nos sobre dinero para poder destinarlo al club. Por eso, no nos queda otra alternativa que cuidar lo poco que tenemos y hacer rendir al máximo lo poco que recaudamos”, agrega el presidente.

Las actividades

Catamarca contó hasta no hace mucho con una escuelita de fútbol, que debió suspenderse por los trabajos que se iniciaron en el salón y el quincho.

“A ese sector fueron a parar los materiales de construcción, porque no teníamos otro espacio para ponerlos. Pero ni bien terminemos las obras, la pondremos en funcionamiento otra vez”, señala Barragán.

Las bochas son la única actividad deportiva.

“Este club se hizo muy conocido en su momento por la hinchada que tenía. Lamentablemente eso se fue perdiendo y hoy viene poca gente a ver al equipo”.

Según cuentan, el objetivo es participar.

“Hasta el presidente y el vicepresidente tuvieron que jugar. No buscamos resultados deportivos. La idea es divertirnos y pasarla bien un rato. Si ganamos, mucho mejor”, dice Ariel.

La participación les insume alrededor de 20.000 pesos anuales.

“Sabemos que es mucho y que nos cuesta aún mucho más juntarlo. Pero la historia de este club nació con las bochas y así seguirá de la manera que sea”, agrega.

Según cuentan los vecinos, Catamarca también era conocido en sus años de esplendor por contar con una biblioteca popular, a la vez que rememoran aniversarios en los que se cortaba la calle para carrera de embolsados y distintas actividades de kermes para los más pequeños. Incluso, hasta tuvo distintas comisiones de mujeres.

“Apuntamos a que el club vuelva a reunir a la familia. Sabemos que los tiempos cambiaron, pero el club tiene que ser el punto de unión del barrio”.

Es evidente que sobran ganas, pero faltan medios...