Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

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El poder de querer

A los 18 años, cuando se vino de Cabildo para estudiar en la UNS, Karina apenas se animaba a cruzar la avenida Alem. Veinte años después, liberada de la silla de ruedas y las muletas, la contadora pública, que hoy dicta conferencias en el exterior y descubrió el amor incondicional en sus sobrinitos, se sube a los podios de los torneos argentinos de natación, asombra con su resistencia en pruebas de aguas abiertas y nada con delfines en la República Dominicana.
El poder de querer. Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

¡Entusiasmo! En-tu-sias-mo.

Por lo que piensa y siente, por lo que dice y hace, por todas las pruebas aprobadas, por todos los dolores que fue capaz de borrar de su memoria, y porque empieza cada día dispuesta a ser feliz, Karina Fassi es testigo y protagonista del entusiasmo, esa fuerza que se expresa en el término que proviene del griego (enteheos o enthous) y que significa llevar un dios dentro.¿Y cómo te llevás con Dios?–Bien. Soy católica bautizada, pero ni tomé la Comunión, porque no pude ir a catecismo, ni me confesé. Tampoco voy todos los domingos a misa. No me siento una pecadora... Trato de ayudar en todo lo que puedo. Disfruto de una profunda paz interior.¿Cuesta liberarse de los cuestionamientos, por ejemplo, del clásico “por qué a mí”?–Soy una agradecida de la vida y de lo que me toca vivir. Trato de ver el medio vaso lleno y, más allá de las dificultades, de potenciar todo lo que me queda. Si entro en el cuestionamiento, la angustia y la preocupación, me estanco, y mi energía es para no perder de vista lo positivo.

Espina bífida. "¿Espina bífida?", preguntó conmovida Ana Grondona cuando, una tarde, en Bahía Blanca, recibió los estudios de Karina.

Ana había empezado a inquietarse cuando su hijita no lograba pararse, pese a que ya había cumplido un año. Consultas médicas, evaluaciones y, por fin, ese diagnóstico que marcó el principio de un largo y cotidiano camino de ida y vuelta entre la casita que la familia compartía en Paso de las Piedras y el Instituto de Rehabilitación del Lisiado, en Alem y el Parque de Mayo, donde Karina comenzó un tratamiento.

A los dos años dio sus primeros pasos. Ana, nativa de Saldungaray, tenía un hijo (Héctor, por entonces de 4 años), cuando Karina nació por parto natural el 3 de octubre de 1974, en el Hospital Italiano.

"Era poco lo que se sabía y se decía de la espina bífida hace 38 años", recuerda sobre este defecto congénito de la médula ósea, que en nuestros días se previene con la ingesta de ácido fólico antes y durante la primera parte del embarazo.  De su infancia feliz a metros del gigantesco dique donde trabajaba su papá, Karina evoca la inmensidad del espacio al aire libre, los juegos con sus perros y la crianza de las liebres en plena libertad. Al cumplir seis años, se mudó a una quinta en Cabildo. Pasó su etapa de educación primaria en la Escuela 27. Tenía 17 años cuando, cursando el último año del secundario en el Instituto Nuestra Señora del Sur, decidió operarse en Bahía Blanca. No le fue bien. Su estado se agravó y se sucedieron las lesiones, fracturas e infecciones.

A los 18, dispuesta a recibirse de contadora pública y con su acentuada timidez, ingresó a la Universidad del Sur. De la quinta de Cabildo a la ciudad. Todo de repente. Vivía con su hermano mayor y viajaba en colectivo, pero sus dificultades para caminar le deparaban una y otra prueba cada vez que debía cruzar la avenida Alem: "Cuando cambiaba el semáforo siempre estaba en la mitad. Varias veces tuve miedo de caer bajo las ruedas de un colectivo".¿Por qué esa carrera?–Por mi extrema sensibilidad. Con Medicina hubiera sufrido mucho, porque soy de involucrarme con los padecimientos de los demás. Me pasa cada vez que me hacen los controles médicos. Trato de llegar sobre la hora para evitar quebrarme emocionalmente.Los obstáculos, ¿se superan o someten?–Son pruebas que se deben pasar. Y cuando se las pasa, sirven. Por algo suceden, pero yo no hubiera podido superarlas sin el apoyo de mis afectos. La chispita de la superación siempre estuvo dentro de mí, pero para ser llamarada, necesita de la fuerza del amor.¿Cómo reaccionás ante la palabra "discapacitada"?–Antes la rechazaba, ahora no existe. Tampoco acepto lo de tener "capacidades diferentes". Todos tenemos capacidades y límites. Jamás me sentí discapacitada. De lo contrario, tal vez hubiera bajado los brazos. Acepto mis dificultades como una manera de superarlas.

Se recibió en marzo de 2002. Especializada en Administración de Empresas, diversas becas le permitieron ampliar su capacitación. También fue convocada desde Ecuador, Perú, Chile y Colombia, para dar conferencias sobre marketing y comercio internacional, desarrollo sustentable y responsabilidad social. Esos mismos profesores de la UNS que temblaban cuando cruzaba Alem, ahora la ven cruzar fronteras.

En 2006, tras una fractura, quiso compartir una semana en Brasil con su mamá, para salir de otra pesadilla. En la playa, la esperaba otra oportunidad. Allí, gracias a la charla con un matrimonio de argentinos, supo de la Fundación para la Lucha contra las Enfermedades Neurológicas de la Infancia (Fleni), en Buenos Aires. Se informó, pidió un turno y, luego de varios estudios, le propusieron volver a operarse.

En septiembre de 2008 entró al quirófano. Esa vez, todo fue un éxito. Después, un par de meses en silla de ruedas, muletas y a volver a empezar a caminar, con muy poco equilibrio y masa muscular. En esa etapa, la cerámica apareció en su vida y supo que podía expresarse creativamente. También comenzó la rehabilitación kinesiológica en Bahía Blanca, hasta que los médicos de Fleni le recomendaron natación.


Estaba convencida de que el deporte no era para ella, pero en agosto de 2009 llegó por primera vez a la pileta del gimnasio Uno. –Me enseñás a nadar. La verdad, no tengo la menor idea de cómo hacerlo –le dijo al profesor Daniel González. Pronto empezó a cruzar la frontera hacia una vida mucho más feliz.   Desde entonces, Karina asume la pileta y el gimnasio como sus remedios diarios. El 25 de este mes volverá a Fleni para otro control.

Claro que la natación le tenía reservado un tesoro lleno de nuevos estímulos. Y con ellos avanzó en busca de otros sueños. En 2011 inició su serie de pruebas en piletas y aguas abiertas. En mayo de 2012 recibió el premio Nadando con el Corazón, tres veces cumplió la travesía Puente a Puente, entre Viedma y Carmen de Patagones (casi cuatro kilómetros), y en abril de este año fue tercera en el Campeonato Argentino Máster, disputado en Olimpo, en los estilos crol y espalda.

Nunca quiso participar de torneos para atletas especiales. Así, desestimó la posibilidad de representar al país en los Juegos Paralímpicos, y de viajar por todo el mundo.–¿Por qué?–Porque sólo quiero competir conmigo y participar con todos. El año pasado fui sexta en una prueba en la pileta olímpica del Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo de Buenos Aires, que, al igual que ese tercer puesto en el Argentino Máster, eran increíbles hasta hace muy poco tiempo. Nunca pensé en recibir una medalla ni mucho menos verme nadando en las aguas transparentes del lago Lácar, del Chocón o del Aluminé. Ahora, mis compañeros y mi profesora me alientan para desafíos mayores, como el de 14 kilómetros en el lago Correntoso de Villa La Angostura. Todo un sueño para mí.–¿La duda atenta contra el creer y poder?–Sí, a veces. Cuando dudo, irrumpen mis familiares, mis amigos o mi profesora de natación, quienes me convencen de que puedo y de que sumo cuando participo en equipo.

Vive sola en un departamento céntrico. Se despierta a las 6.30, siempre con música, desayuna y se pasa la mañana en el gimnasio o la pileta. Al mediodía inicia sus tareas laborales (trabaja en la firma Lucaioli y en forma particular). El resto del día es para sus sobrinos, la cerámica artesanal (quiere su taller propio) y el estudio, porque continúa con sus especializaciones.–¿Una verdadera enamorada de la vida?–Sí, pero mi corazón está abierto. Ojalá que llegue el día en que aparezca el hombre con el cual pueda ser aún más feliz. Y tener hijos sería encantador. Mientras tanto, disfruto del día a día.

Las personas clave, en primera persona1
"Mi mamá, Ana; mis hermanos, Héctor y Walter; mis cuñadas (Viviana y Verónica), que son las hermanas mujeres que soñé tener, y mis cinco sobrinitos: Máximo, Martino, Gianella, Tiziana y Valentino".2
"Las maestras de Cabildo y los profesores de la UNS, como Guillermo Pérez, que me conoce muy bien, y Betty Ortigoza, que tanto me ayudó a vencer la timidez y a expresarme en público".3
"Juan Carlos Couto y María Pía Gotter Campo, médicos de Fleni".4
"Mis profesores de natación Luciana Canova y Daniel González, el de gimnasia Andrés Reschini, y todos mis compañeros".

Premios

Galardonada en el área Superación o Logros Personales, el año pasado Karina Fassi integró la nómina de los 10 jóvenes sobresalientes de la provincia de Buenos Aires, que eligió la Juniors Chamber International, federación mundial de jóvenes líderes y emprendedores.

"Cada premio me sirve para sentir que estoy en el buen camino, pero detrás de cada uno de ellos están los nombres de todos los que me ayudan".

Un ejemplo

"Karina es una luchadora que nunca baja los brazos y que demuestra que, cuando se quiere, se puede. La conocí en 2009. Recién comenzaba a nadar, pero nunca dudé de sus posibilidades. Para mí fue muy fuerte ver cómo se superaba. Después comenzó a plantearse y a lograr metas que demandan mucho esfuerzo y que otras personas, sin sus dificultades, no se animan a asumir. La acompañé en varias pruebas y siempre se integró sin problemas. Es todo un ejemplo de perseverancia".
(Luciana Canova, profesora de natación).

A pie, por las alturas

En octubre de 2011, de paso por Lima, becada por la Universidad de San Marcos, Karina sintió que debía caminar hasta el Machu Picchu. Paso a paso, en su camino hasta la emblemática ciudadela situada a unos 2.500 metros sobre el nivel del mar, se conmovió con el paisaje del Valle Sagrado de los Incas y con la procesión en honor del Señor de los Milagros, donde comprobó la fuerza de la verdadera devoción. "¿Cómo pude resistir? Gracias a una profunda fuerza interior".

Otro sueño

República Dominicana. "En diciembre de 2012 cumplí uno de mis grandes sueños. La sensibilidad de los delfines es impresionante".