Bahía Blanca | Sabado, 04 de mayo

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Bahía Blanca | Sabado, 04 de mayo

Sergio Dalma las derritió

Las bahienses cayeron rendidas bajo el encanto de Sergio Dalma. Fue desde el mismo instante que el Osvaldo Casanova lució repleto como en las mejores noches de recitales inolvidables. Después toda la "pinta" del catalán, su desbordante simpatía y su capacidad para enamorar a partir de su innato caudal interpretativo, hicieron el resto para dejar más que satisfechas a las más de 3.000 personas que hicieron vibrar al estadio del club Estudiantes.
Sergio Dalma las derritió. Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

 Las bahienses cayeron rendidas bajo el encanto de Sergio Dalma. Fue desde el mismo instante que el Osvaldo Casanova lució repleto como en las mejores noches de recitales inolvidables.


 Después toda la "pinta" del catalán, su desbordante simpatía y su capacidad para enamorar a partir de su innato caudal interpretativo, hicieron el resto para dejar más que satisfechas a las más de 3.000 personas que hicieron vibrar al estadio del club Estudiantes.


 Media hora después del horario original de comienzo, la locura se apoderó de esa abrumadora mayoría femenina, ni bien los cinco músicos que forman la banda, tocaron los primeros acordes de La cosa más bella. De allí se pasó al estallido, con la presencia del artista español, quien hizo gala de su eficiencia para entonar ese gran éxito que hiciera popular Eros Ramazzotti.


 Sin palabras, llegaron otros dos "hitazos" italianos como Senza una donna, de Zucchero Fornaciari; y La bambola, de Patty Pravo.


 Fue ahí que el cantante se animó a bajar a la platea y agradeció permanentemente la calidez con la que se lo recibía en nuestra ciudad.


 Dueño y señor de todos los climas, Dalma se paró sobre un escenario sin parafernalia, solo con un set de luces y la proyección de imágenes, y se mostró feliz por la respuesta de sus seguidoras.


 "Muchísimas gracias por invitarnos a vuestra casa. Hace 20 años que no visitaba Bahía, y esta noche --donde el calor está asegurado en todo sentido-- será especial, es Día de San Valentín, en el que la gente se enamora. Si tienen ganas de bailar, haganlo...; si tienen ganas de besar a su pareja... haganlo. Disfruten... de verdad, pasenlo bien", fueron sus primeras palabras con el eco de gritos y palmas, sin dejar pasar la llegada tardía de algunas sorprendidas plateístas y "permitir" el uso de celulares y cámaras para tener el mejor de los recuerdos de Sergio Dalma.

Sueños y realidades.




 Retomó el sendero de la canción con El italiano, de Totto Cotugno, para continuar con Yo caminaré, Bella sin alma y Mi historia entre tus dedos.


 "No se pueden imaginar lo que ha significado para mí, después de tantos años, hacer realidad este sueño. A todos quienes han sido fieles en todos estos años a Sergio Dalma, la mejor forma de devolver este cariño, es estando aquí hoy y darles todo lo que tenemos dentro", dijo en otra interactuación con el público.


 "Para los que estamos sobre un escenario acostumbrados a recibir los aplausos, puedo garantizar que es un premio, una recompensa, que crea adicción, que nos gusta, que nos encanta...", agregó. Y la respuesta de la concurrencia no se hizo esperar.


 Tal vez el primero de los varios arranques de locura, llegó de la mano de Yo no te pido la luna, coreada por todo el estadio. Luego vinieron Jardín prohibido, la sentida La fuerza de la vida (de Paolo Vallesi) y Mi libre canción.


 Dalma recordó los veinte años de su primera visita a Bahía, épocas de promocionar sus primeros éxitos, tiempos de intentos y perseverancia, destacando el apoyo incondicional en el pasado de Carlos Lacunza, con quien recorría los medios de comunicación con sus discos bajo el brazo. El merecido reconocimiento tuvo su punto más alto con la presencia sobre el escenario del hombre que hizo historia en la difusión de la música en la ciudad.

Gira el mundo.




 Y el momento esperado por todos se dio al fin cuando Sergio pidió al público que lo ayudara a cantar el siguiente tema.


 El mundo se apoderó del ambiente y la gente se internó en la letra de esa balada reeditada por su difusión en la novela Dulce amor.


 A la canción compuesta por Jimmy Fontana, le siguieron las más rítmicas No despertaré, La vida empieza hoy, Tú y el "final" del show con la super bailable Gloria (estos dos últimos temas de Umberto Tozzi).


 Apenas había pasado una hora de recital, y ya Dalma y sus músicos se despedían abrazados en el centro del escenario. Demasiado pronto para decir adiós...


 El primer bis arrancó con el tono intimista de Ancora (lo cantó en italiano, solo con los teclados de Miguel Angel Collado) y Sólo para ti (acompañado por las guitarras acústicas de Oliver Martín y Jorge D'Amico), y levantó con ese éxito inolvidable del intérprete como es Esa chica es mía, para poner fin al segmento con otro "peso pesado": Te amo.


 Y el cierre, ahora sí definitivo, llegó con el clásico Bailar pegados y se marchó con la super movida Galilea.


 Dalma alzó sus brazos y regaló su última gran sonrisa. La gente aguardó diez minutos pidiendo "una más...", pero ya no regresó.


 Atrás quedó un show romántico, muy intenso y con masiva participación de todos.


 Sin entrar en los convencionalismos típicos de todo cantante de baladas, Dalma le aportó dulzura y la buena onda que lo caracteriza, además de canciones que hicieron derretir a la asistencia y de cálidos instantes en el que supo mantener la atención de sus seguidores.


 Lo único objetable fue la escasa duración del recital, que ni siquiera llegó a la hora y media. Quedó sabor a poco en ese sentido.


 Sin embargo, hubo quien, a la salida, dijo: "No hay nada para reprocharle. Cantó las canciones que queríamos escuchar y él es divino". Está todo dicho.