Bahía Blanca | Lunes, 06 de mayo

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"No pierdan tiempo, es valiosísimo", dice una referente de Ayuda-Le

A instancias de su esposo, fallecido en 1990, María Teresa Caporicci se convirtió en un pilar de la institución.
"No pierdan tiempo, es valiosísimo", dice una referente de Ayuda-Le. Salud. La Nueva. Bahía Blanca

Cecilia Corradetti

ccorradetti@lanueva.com

En 1990 Luis Castillo tenía 35 años, una esposa y dos hijos. Era inquieto, trabajador. Dos años antes, en un control de rutina, le diagnosticaron leucemia. Al principio, la sorpresa, la incertidumbre. Después, el impulso a una lucha por recuperarse y ayudar a quienes transitaban esa misma condición.

El 25 de febrero de aquel año Luis falleció, pero su sueño quedó intacto y creció hasta convertirse en el puntapié inicial para la Asociación de Ayuda al Leucémico, Ayuda-Le.

Fue a instancias de su mujer, María Teresa Caporicci, quien jamás abandonó la premisa.

Junto con Luis, hubo un niño bahiense que peleaba contra la misma enfermedad: Nicolás Fernández.

Las dos campañas solidarias con el objeto de recaudar fondos para que pudieran viajar y someterse a transplantes de médula ósea, se hicieron casi de manera simultánea. Pero ninguno llegó a tiempo.

“Tere” no habla de enfermos, sino simplemente de “guerreros”, más allá del resultado final.

--¿Qué se hizo con esos fondos?

--Se volcaron a la compra de una máquina revolucionaria separadora de células. Esa adquisición marcó un antes y un después. Más tarde, con la ayuda de la comunidad, empresas y entidades intermedias logramos la sede propia, en Roca y Castelli.

--¿Qué recuerda de entonces?

--La solidaridad, la ayuda de la prensa, la colaboración a través de oraciones, medallas, cartas, además de dinero.

--¿Cómo fue el momento en que le informan a Luis su diagnóstico?

--El doctor Regino Alvarez nos derivó a la Academia de Medicina, en Buenos Aires. Allí se confirmó. Salimos desesperados y dos pacientes recuperados nos invitaron a tomar un café. Habían formado una asociación que ayudaba a muchos leucémicos. Ese rato fue muy importante, nos tranquilizó.

--¿Qué aconseja a quienes atraviesan un momento similar?

--Que hablen, que luchen para lograr un diagnóstico temprano, que no pierdan tiempo, es valiosísimo. Y que siete de cada diez casos se curan. No hay que tener miedo, sino ocuparse.

--¿Qué representa en Bahía la sede propia?

--Un pilar, junto con los ocho departamentos situados en Baigorria al 2100, cerca del Hospital Penna, destinados a las familias que deben acompañar a los pacientes durante días o meses para cumplir con los tratamientos. Dictamos talleres para chicos, nos divertimos, nos reímos. Despedimos a los que se van y recibimos a los nuevos...

--¿Ha logrado acostumbrarse al dolor?

--Uno no se acostumbra al dolor. Cada caso llega al alma de forma especial. Yo aconsejo que cuando no se puede, se alejen. Me sucedió hace un tiempo, con un bebé. Sentía que no podía. Fui a la iglesia y le conté al sacerdote que se me hacía imposible.

--¿Y qué sucedió después?

--Volví a levantarme. Me di cuenta de que soy útil mientras me encuentre fortalecida, de pie. No ayuda tomar cada caso como propio.

--¿Cómo se suele despedir a los que se van?

--Siempre con una sonrisa, con un fuerte aplauso. Otros van llegando y hay que contagiarles alegría. El cáncer no enferma al alma, por eso hay que apoyarla con amor y contención. Ese apoyo es tan importante como los propios medicamentos.

--¿Son suficientes los voluntarios?

--No alcanzan. Somos alrededor de 15 para repartirnos en muchas tareas, desde visitar enfermos, acompañar a las familias, acondicionar y ofrecer los departamentos y atender las necesidades de la patrulla que se emplaza en el Hospital Penna, que cuenta con seis habitaciones aisladas. Muchas veces las enfermeras requieren elementos como agujas, cintas, catéteres, que nosotros proveemos.

--¿Da cierta tranquilidad ayudar a los demás a transitar un proceso tan difícil?

--Me hace feliz. A pesar de todo, pasamos muy lindos momentos en los talleres y me gratifica ayudar. Es algo así como volver a empezar todos los días.

--¿Descendió la cantidad de socios?

--No, porque la cuota es mínima. Contamos con 2.000, que representan nuestro único ingreso. No tenemos subsidios fijos, nos ayudamos con ferias, desfiles y otros encuentros.