Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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El Gobierno afina (y corrige) el GPS camino a las elecciones

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

   “Cristina se sube a la campaña, Alberto estará más en la gestión, pero todo será dinámico, se irá viendo…”.

   La frase pertenece a uno de los colaboradores habituales del primer mandatario, en busca de explicar la nueva modalidad política, si habría que ponerle una definición, que se ha hecho palpable en las últimas horas en el oficialismo. Esto es, la presencia de Cristina Fernández en los palcos de campaña, una actividad que irá en aumento en razón de casi, prometen, una aparición por semana, mientras Alberto Fernández estará más dedicado a la función propia del día a día, sin que ello suponga ni mucho menos que no participará del entramado que teje el Frente de Todos para salir airoso de las elecciones de noviembre.

    Un desafío, vale remarcarlo, que preocupa hacia el interior del Gobierno pero también allí donde conviven otros grandes factores de poder del cristinismo-kirchnerismo, como la gobernación de la provincia de Buenos Aires y el Instituto Patria.

   Hay un dato que circula en voz baja en los despachos del poder que explicaría la decisión de Cristina de ponerse la campaña al hombro y alivianar la tarea de Alberto para que dedique la mayor parte de sus esfuerzos a la gestión, en especial cuando hay indicadores como la inflación que no baja y la reafirmación de datos sobre pobreza e indigencia, además de problemas puntuales como el manejo de la política exterior, las nuevas exigencias de los Estados Unidos para interceder ante el FMI y el Club de Paris, o el emparchado conflicto con el campo en general y con los productores de carne en particular, que han impactado en algunos sondeos.

   Justamente dos de esas encuestas, que fueron encargadas por el Instituto Patria y la Casa Rosada, alertaron en los últimos días sobre una mayor caída de la imagen presidencial y un aumento en el malhumor social por temas como la inflación y la falta de empleo. Las alarmas se encendieron porque el primero de esos sondeos fue realizado por una consultor que trabaja casi exclusivamente para La Cámpora, que detectó aquel descontento nada menos que en sectores del conurbano profundo, como en La Matanza y la zona sur del Gran Buenos Aires, donde ya se sabe que anida el voto duro del Frente de Todos y la imagen de Cristina alcanza niveles superiores a los 60 puntos.

   Una idea de lo que se viene en materia de estrategia oficialista de cara a la campaña electoral en ciernes, en boca de uno de los dirigentes que milita en el Instituto Patria desde su fundación en abril de 2016 y que ejerció funciones durante los dos gobiernos de Cristina, es que la vicepresidenta saldrá a recorrer la provincia de Buenos Aires y el resto del país, aunque habrá preponderancia para organizar en territorio bonaerense.

   Ya se sabe que Buenos Aires será otra vez la madre de todas las batallas. El cristinismo dice y repite que allí hay que “ganar o ganar” para sostener luego la segunda parte del actual mandato y de hecho la continuidad del modelo más allá de esa fecha. Un dato que de ningún modo es menor sostiene que Cristina hará esas recorridas secundada por Kicillof, cuando sea en Buenos Aires, y por su hijo Máximo y Sergio Massa, tanto en la provincia como cuando les toque desembarcar en el interior. No es un secreto para nadie, si bien se mira, que los tres dirigentes figuran en el radar de los “presidenciables” para 2023.

   Cristina ya dio señales de su nuevo rol en campaña con la sonora presentación del lunes en La Plata, donde reclamó al oficialismo y la oposición dejar afuera de la discusión política el tema de las vacunas y la lucha contra la pandemia.

   En ese contexto, el Presidente, que según aseguran en sus costados efectivamente bajará su nivel de exposición pública, comenzará una ronda de conversaciones con todos los gobernadores, en especial con aquellos que aparecen como “díscolos” en el mapa del Ministerio del Interior que conduce Wado De Pedro.

   Fernández ya dio los primeros pasos: recibió esta semana en Olivos al gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, un peronista crítico de la Casa Rosada y que por ahora rehúye la idea de unificar listas entre su Hacemos por Santa Fe con el Frente de Todos. Un entuerto similar que tiene Alberto con el cordobés Juan Schiaretti. Se dice en la Casa Rosada que la visita de esta semana de los ministros De Pedro y Carla Vizzotti a la capital cordobesa es un anticipo de la que realizaría el propio Presidente en algunas semanas si las tensiones no aflojan. En la misma línea debe entenderse parte de la visita de Alberto a Salta, además del accidentado homenaje a Güemes para conversar con el gobernador Gustavo Sáenz.

   Hubo una novedad en ese viaje que explica de alguna manera aquellos “nuevos vientos” que correrán en materia de comunicación, en especial para evitarle al mandatario los sinsabores de sus recientes derrapes verbales. En la comitiva el antropólogo e investigador Alejandro Grimson, quien de todos modos ya lo asesora desde antes junto al extitular de Carta Abierta, Ricardo Forster. Grimson, el “hacedor” de los tan recordados festejos del Bicentenario en 2010, irá junto al Presidente para supervisar en el terreno los discursos y los temas de comunicación, según aseguran en la Casa Rosada.

   “Alberto entendió que estaba un poco sobrepasado”, dicen a su lado. Una primera consecuencia de este accionare se vio en Salta, donde el jefe de Estado utilizó un texto de ayuda memoria y dejó de lado la improvisación.

   “No estamos cambiando nada, en todo caso emprolijamos una comunicación más cuidada, más planificada”, dicen los voceros, que descartan además por “completo disparate” la suposición de que a Fernández le manejarán desde ahora el celular o su cuenta en las redes sociales.