El club de Golf Palihue tiene tierras
La nueva entidad reemplazó al Golf Club creado por los ingleses del ferrocarril al pacifico en Loma Paraguaya.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Hace 85 años, en febrero de 1940, un grupo de socios concretó la compra de las tierras para la materialización de la cancha del flamante club de golf Palihue.
La decisión de varios vecinos de fundar una institución para la práctica de ese deporte tuvo que ver con el cierre del Bahía Blanca golf club que hasta un par de años antes funcionara, de la mano de los ingleses del Ferrocarril Sud, en terrenos ubicados en Loma Paraguaya.
El diciembre de 1939 tuvo lugar la asamblea general constitutiva, con la asistencia de varios “golfers”, para gestionar la adquisición de un terreno destinado al trazado de un campo de deportes que “por su vecindad al centro fuera de fácil acceso para los admiradores del interesante deporte”.
La gestión derivó en la adquisición de 36 hectáreas, cruzadas en parte por el arroyo Napostá y vecinas al parque de Mayo, separadas de este paseo por las vías del ferrocarril.
La mayor parte de las tierras, unas 31 hectáreas, eran propiedad de Henderson Administración Ltda, mientras que el resto pertenecía a la señora Magdalena Iguacel Jiménez de Satti.
La compra fue realizada a nombre de Francisco Berardi, Mario Salvadori, León de Iraeta, Rodolfo de los Santos, León Galtier y Arturo Otaño Etchbehere, todos socios del club. “La configuración del terreno, cruzado por el arroyo, con valle, laderas, lomadas y algunas ondulaciones, lo hacen lo más apropiado e interesante para una cancha de golf”, se detalló.
Con 150 socios y un gran entusiasmo comenzó de inmediato el trazado de la cancha de 9 hoyos, con la idea de, más adelante, llevarla a 18.
En octubre de aquel año se disputó un primer torneo, al que se llamó “Los impacientes”, el cual ganó Enrique Hardcastle, quien se llevó una copa donada por León de Iraeta.