Símbolos masones en la biblioteca Rivadavia
La arquitecta Laura Villalobos, una especialista en cuestiones del patrimonio arquitectónico, ha detectado y analizado esa presencia en la institución cultural por excelencia de la ciudad.

Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Audionota: Natalia Marinelli
Pocas instituciones poseen un costado tan misterioso como la masonería. Nuestra ciudad no ha sido ajena al funcionamiento de esta organización –ya existía a fines del siglo XIX-- definida hoy como “una hermandad iniciática y jerarquizada, organizada en logias, de ideología racionalista y carácter filantrópico”.
Es tal el desconocimiento que muchos la piensan como una orden religiosa, cuando en realidad no tiene relación alguna con esa cuestión sino que es una institución surgida del mundo de la construcción, cuyo objetivo es llevar al hombre a su perfección a través de la razón y la moral para que alcance el progreso y la perfección social.
Su origen se ubica en la edad media, en la realización de las grandes catedrales góticas. El masón era el cantero que trabajaba la piedra, el material por excelencia de esos edificios.
De allí que sus símbolos emblemáticos sean elementos propios de esa actividad, como la escuadra y el compás, la regla y el nivel. En las obras donde se verifica la participación de la masonería es habitual detectar estos símbolos.
La arquitecta Laura Villalobos, una especialista en cuestiones del patrimonio arquitectónico, ha detectado y analizado esa presencia en la institución cultural por excelencia como es la biblioteca Rivadavia, entidad que el pasado día 16 de julio cumplió 142 años de existencia.
“Desde el punto de vista del Patrimonio Cultural poco se ha mencionado acerca de esta “estética masónica”, es decir “el conjunto de elementos estilísticos y temáticos que la caracterizan”.
El edificio de la avenida Colón 31 contiene varios símbolos masones, que no están ocultos sino que fueron realizados para ser vistos, como una manera de sintetizar las ideas masónicas y, al ubicarlas en una obra, “eternizarlas en el tiempo”.
“En la biblioteca se aprecian varios de estos elementos, tanto en la fachada como en el interior y en el trazado de los espacios”, menciona la arquitecta.
Esa situación no sorprende si se tiene en cuenta que varios de los fundadores y referentes de la casa fueron masones, por caso Eliseo Casanova, Leónidas Lucero, Roberto J. Payró, Giussepe Vasco Vian y Ángel Brunel, entre otros.
Los dibujos
Un lugar donde se concentran varias referencias es en el vitral de la sala de lectura principal, denominada Sala Sarmiento.
“En uno de sus vértices aparece el compás y la escuadra, representación masónica por excelencia. En los otros se ve el mazo y el cincel e ilustraciones representando las artes y la ciencia”, explica Villalobos.
La escuadra simboliza la rectitud de la conducta del masón. El compás representa la justicia y la equidad con que se deben medir los actos de los hombres. El mazo y el cincel son las herramientas que utilizaba el aprendiz para trabajar la piedra bruta de modo armónico hasta llegar a la piedra pulida.
“Representa la cultura que adquiere el ser humano a través del aprendizaje”, sintetiza Villalobos.
La matemática
Otro símbolo trascendente de la masonería son los números, que representan ideas-fuerza. Por eso se les asigna características especiales, particularmente a los números tres, cinco y siete.
El tres, por caso, es considerado el símbolo de la armonía perfecta. Tres son las columnas alegóricas de la masonería: sabiduría, fuerza y belleza. También las ideas en su divisa: libertad, igualdad y fraternidad y en sus grados: aprendiz, compañero y maestro.
“No es una casualidad que sean tres los escalones en el ingreso desde la calle”, menciona Villalobos.
Por último, cabe mencionar que varios espacios de la biblioteca llevan nombre de masones, tal el caso de la sala juvenil Enrique Julio, la de lectura general Domingo Faustino Sarmiento, el auditorio Luis Caronti y la sala Roberto J. Payró.