Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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El escultor que revive a los monstruos más icónicos del cine de los años 80 y 90

Con las manos en la masilla, Braian Maina les devuelve la vida a los personajes del terror y de la estética futurista de décadas atrás. También hay lugar para superhéroes.

Fotos: Rolando Ramos

Por Gustavo Pereyra

 

Brazos y torsos mutilados, huesos rotos y calaveras en descomposición. Monstruos, vampiros, alienígenas, robots y algún que otro personaje “off topic”. Postales del futuro distópico que planteaba la estética predominante en las películas de terror y ciencia ficción de los 80 y los 90. Todo en miniatura.

Así se ve el taller donde el puntaltense Braian Maina le arranca forma al bloque gris de masilla para hacer pequeñas esculturas de personajes tenebrosos como Jason Voorhees de “Martes 13”, Nosferatu o Terminator, entre otros.

“Mi inspiración está en ese tipo de cine. Me fascinan ‘Mad Max’ y ‘Depredador’. —cuenta Braian, de 25 años—. Mi generación se crió con todo eso: cosas de los 80 y también de los 2000, formando un híbrido interesante.”

Braian, estudiante avanzado de la carrera de Ilustrador en la Escuela de Artes Visuales de Bahía Blanca (ESAV), también se dedica a la pintura digital y tradicional y busca vivir de su arte. Es así que realiza piezas por encargo y muchas de sus favoritas fueron vendidas tanto en la ciudad, como en la zona y otros puntos del país.

“Jason es uno de mis personajes preferidos. También me encanta el Depredador ‘City Hunter’ y disfruté un montón hacerlo. Cuando es así, le pongo un 110 por ciento a mi trabajo.”

“Trato de no apegarme a las piezas que hago porque siento que se volvería contraproducente. Hay ciertos trabajos que me da cosa venderlos, pero eso me dura un microinstante. Si no, no podría trabajar de esto”, asegura.

Casi todos sus trabajos son únicos. Cuenta que hacer esculturas muy detalladas en serie es muy caro por el tipo de materiales que se necesitan. “En 2016, me di el gusto de hacer cosas en serie muy chiquitas, pero ahora es imposible”, se lamenta.

Braian tenía 6 o 7 años y miraba a su padre armar maquetas de barcos, aviones y autos de carrera y se la pasaba mirando las pilas y pilas de fascículos que había en su casa sobre cómo pintar o hacer dioramas. Lo atrapó todo ese ambiente de concentración y detallismo extremo y fue un estímulo importante.

Pero su pasión por el arte viene de antes: “Arranqué solo. Desde que tengo uso de razón me gustan este tipo de cosas. Aprendí a dibujar antes de saber escribir. Mi vieja me compraba cuadernos y los rayaba y rayaba… Creía que las hojas de guarda de los libros venían para dibujarlas. Ahí, mi vieja empezó a comprarme cuadernos y mis rayones empezaron a tomar formas de monstruos y personajes de los dibujitos animados”.

Después empezó con la plastilina, primero amasando formas raras que con el tiempo fueron transformándose en personajes. “Recuerdo una película en ‘stop motion’ (animación cuadro por cuadro) sobre unos monstruos de barro y yo quise replicarlos. En mi cabeza, me dije que quería hacerlos para poder jugar con ellos. Lo mismo me pasó con “El extraño mundo de Jack” (1993); la vi y también quise tener esos personajes para mí”, relata. A los 13 años descubrió la arcilla, pero dejó de lado un poco la escultura para darle más tiempo al dibujo.

“Hago un poco de todo, desde tablas de skate hasta murales, desde remeras hasta diseños libres para la venta, desde un póster hasta la tapa de un disco. Hay un mural mío en la ESAV y otro en el interior de un local de ropa de Punta Alta. Me gusta la pintura tradicional, me siento más cómodo con esa técnica, pero también disfruto de hacer retratos digitales”, dice.

“No pensaba que se pudiera vivir del arte. Es difícil al principio, pero se puede. Ahora estoy en la parte que es difícil.”

No solo de monstruos se vive

El catálogo de Braian también cuenta con algún superhéroe, un Freud, un Lebron James y hasta un Jaime Torres tocando el charango, pero el trabajo que más repercusión tuvo hasta ahora es un busto del cantautor folklórico José Larralde.

“La idea nació por un cliente habitual que me pidió una figura de cuerpo completo que tuvo mucha repercusión. Ante tanta demanda, decidí hacer una pieza de buena calidad y fácil de reproducir en serie. Hice el busto en copias de yeso odontológico y vendí cerca de 50”, relata.

A Braian le sorprendió que su trabajo trascendiera el círculo de público al que está acostumbrado, con ciertos gustos estéticos y musicales definidos: “Con el Larralde, me contactaron desde un peón de campo, hasta el dueño de un campo, gente que no es del palo del coleccionismo”.

El precio de sus obras depende siempre de la complejidad del trabajo, advierte Braian. Cada Larralde se vendió a $ 5.000, pero hay trabajos más caros, como un Deadpool en Diorama, con infinidad de detalles. Esculturas de ese calibre arrancan en los 10.000 o 15.000 pesos.

Qué otras figuras creó: el Fantasma de la Ópera personificado por Lon Chaney, otro Jason, el diabólico muñeco de ventrílocuo Slappy, el líder pelirrojo de la banda Megadeth, un Clint Eastwood en rol de cowboy, y de la banda punk los Ramones, cuyo baterista Marky Ramone autografió su propia miniescultura.

“No lo podía creer. Que un tipo que yo veía en Youtube tuviera mi trabajo en sus manos fue algo muy lindo”, cuenta Braian.