Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Hacia un nuevo paradigma

Nuestra historia no siempre estuvo teñida de fracasos: Argentina fue un país clasificado por organismos internacionales como el sexto país del mundo. Competíamos con Canadá y con Australia. ¿Cuándo? Cuando Argentina era un país liberal, para vivir y progresar en paz.

por Ernesto Tolcachier

La brillante Hanna Arendt expresaba en “De la Historia a la Acción” los siguientes conceptos;  “No puedo vivir sin tratar como mínimo de comprender cuanto ocurre”
El 11 de setiembre cumpliré 87 años  de vida en ésta mi patria querida. He vivido ciclos caracterizados por crisis de inestabilidad, anomia social, y anemia estatal con alternancia de diferentes  gobiernos representativos de partidos diversos y movimientos sociales que fueron sucediéndose en el poder gobernando con propuestas  alternativas que tendían a satisfacer los propósitos de la ciudadanía en la convivencia civilizada.
Como espectador asistí  a esas manifestaciones, con la esperanza de soluciones para la ciudadanía. Sufrí continuas decepciones con una crisis tras otra, en un país donde la riqueza en alimentos se transforma en hambre para un sector importante de la población.
¿Se puede comprender esto?  Y tantas otras cosas como el trato indigno a nuestros niños y ancianos. Evidentemente las fallas son del desgobierno o el sub-gobierno o del método empleado como deficiente. Y a ello apunto en  mis reflexiones.
Un sistema caduco y deficiente siempre trae malos resultados aunque sus protagonistas se cambien cíclicamente.
Nuestra historia no siempre estuvo teñida de fracasos: Argentina fue un país clasificado por organismos internacionales como el sexto país del mundo. Competíamos con Canadá y con Australia. ¿Cuándo? Cuando Argentina era un país liberal, para vivir y progresar en paz.
Ejemplos en el mundo nos orientaban hacia el camino correcto. Luego de nuestra Independencia en 1816, hubo que esperar nada menos que hasta 1853 que se consolidara la Constitución Nacional como prenda de unidad y concordia.
El ascenso de la paz ponía una imprescindible tarea de poner en marcha una tradición republicana abierta a los valores de libertad y progreso, la meta de un Estado republicano se recortaba al fin en el horizonte.  
Considero imprescindible hacer conocer mi visión del momento actual. Creo que la causa de sus sucesivos fracasos y frustraciones obedecen pura y exclusivamente al sistema imperante en los últimos  años, cuyas consecuencias es imposible evadir. No quiero estigmatizar a sus dirigentes  a quienes tocó llevar adelante un sistema estructural condenado al fracaso. La solución no era cambiar el conductor, era cambiar la maquinaria y su deficiente funcionamiento. 
Soy un defensor a ultranza de la libertad económica. Soy un defensor a ultranza de la libertad política y sus postulados de la libertad individual.
Son dos visiones morales totalmente opuestas las del liberalismo y las del populismo: mientras los liberales queremos que la gente viva con la  dignidad del fruto de su trabajo, con seguridad jurídica, disciplina monetaria, fiscal y prosperidad; los populistas los denigran en la pobreza  para tenerlos como rehenes políticos para que los voten.
Si  vamos a construir un  futuro mejor, hemos de tener el valor de comenzar de nuevo. El principio reactor  que afirma no tener otra política realmente progresiva que la fundada en la libertad del individuo sigue siendo tan verdadera como en el siglo XIX. Y espero  ser acompañado con una reflexión inteligente en las propuestas  a implementar.

Ernesto Tolcachier es abogado. Vive en Bahía Blanca.