Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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La creatividad de Mikele Irazusta en un mural para el recuerdo

Con 26 años, la ex jugadora de tenis recibida de Arquitecta plasmó en las paredes de la Unión Vasca un recorrido visual por la génesis de un pueblo que llegó a este país huyendo de los horrores de la Guerra.

La joven artista en el mural que cierra el recorrido histórico que pintó en la Unión Vasca. Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Laura Gregorietti
lgregorietti@lanueva.com

   Al igual que la mayoría de los pueblos que han sufrido el desarraigo, los vascos han logrado a través del tiempo mantener sus raíces fuertes, su cultura intacta y los sabores e idioma propios, perpetuarlos de generación en generación.

   La Unión Vasca es, desde hace 120 años, el punto de reunión de toda esa gente que no deja de rendirle homenaje a los valores, tradiciones y cultura que difundieron con tanto amor sus “aitonas” (abuelos), quienes llegaron a este país con una valija cargada de ilusiones y añoranzas. Semanas atrás y luego de dos meses de trabajo constante, las paredes de la sede de la Unión Vasca amanecieron con un diseño colorido y único, realizado completamente a mano, por una integrante de sus huestes vascas: una arquitecta de 26 años llamada Mikele Irazusta.

   “Esta esquina siempre fue muy grafiteada. Desde la comisión directiva surgió la idea de hacer un mural para que se respete más la esquina y por el aniversario de la casa. Para el diseño armé un fotomontaje de imágenes de paisajes del País Vasco y unos cuadros típicos tallados en madera,mostrando cosas muy características de paisaje, fauna, flora, actividades como la pesca o deportes como el remo y las piedras. También un poco de la arquitectura, los caseríos y los típicos puentes. Por último el mural culmina con el Arbol de Guernica y la Casa de Juntas, símbolos del origen de la democracia del País Vasco”, contó Mikele.

   Allí, realizó una reinterpretación de una imagen histórica de la Casa de Juntas con el Guernica y un gudari (guerrero) de espaldas, a la que le sumó una emakume (mujer) a su lado.

   “De la mano de todas esas imágenes también quería que se creara un recorrido con palabras y lo acompañé con la frase: 'Las raíces, Los cimientos, Las costumbres, Los valores. Somos la herencia del pueblo vasco libre'. Esto tiene que ver con el sentimiento de desarraigo que heredamos de nuestros aitonas, como nos marcó su huella, y cómo ese sentimiento es acompañado de un esfuerzo enorme por tratar de mantener viva la identidad y la esencia de nuestras raíces y de nuestra querida Euskal Herria”(País Vasco), relata.

   Heredera de una cultura y un apellido con fuerte raigambre en la historia vasca de nuestra ciudad, Mikele (“Micaela”, en vasco) destacó que esta intervención artística quiso dedicársela también, a modo de homenaje, a todos los que trabajan a diario con el objetivo de mantener vivas estas tradiciones, valores e historias de las raíces que los unen.

 

 Una pasión, varios talentos e infinitas creaciones

 

   En 2005, las páginas de los diarios hablaban de una Mikele Irazusta muy distinta a la que hoy vemos plasmando, a mano alzada, enormes intervenciones con coloridos diseños en las paredes de Bahía Blanca.

   Y es que la carrera de esta joven de 26 años no arrancó con un pincel y varias latas de pintura, sino con una raqueta de tenis.

   Cuando todavía su sueño era “ser la número uno del mundo”, fue becada para estudiar Arquitectura en la Universidad de Maryland, en Estados Unidos. Pero una lesión en la espalda que se volvió crónica la hizo abandonar de manera temprana su sueño deportivo.

   “Fue un desafío importante la beca en Estados Unidos. Pero ya el hecho de tener que cursar en inglés me requería el doble de esfuerzo y concentración y terminaba el día agotada. Luego me lesioné y toda la pasión que tenía en el deporte la trasladé a la Arquitectura. Me costó la carrera pero la recontra disfruté”.

   Ya en Buenos Aires, mientras estudiaba en la universidad, Mikele comenzó a trabajar en el estudio de Arquitectura de Clorindo Testa, pero fue en Bahía que se animó a pintar su primer mural en el bar de Futbol Club (hoy Llamado Sustraiak), teniendo tanto éxito la propuesta que la empezaron a llamar de cervecerías, bares y panaderías.

   Así, de repente, la vida de Mikele volvía a tomar otro rumbo y los días la encontraron diseñando murales y cartelería (lettering) por toda la ciudad.

   “Toda la vida me gustó dibujar y pintar, solo me faltaba tiempo y animarme a hacerlo. Estuve tres meses en un estudio de arquitectura pero tenía tanta demanda para hacer murales que decidí jugármela y hoy me estoy dedicando a esto a pleno”.

   Mikele logró vincular sus dos pasiones: la arquitectura y el arte. Su rango de acción es enorme y sus creaciones abarcan además de los murales, desde fachadas de casas hasta edificios de oficinas con espacios públicos en la vereda.

   “Es divertido que quien te contrate, te de vía libre para la creación, ya sea de una escultura, pintura o intervención. Aunque hoy en día también disfruto de lograr tener la empatía de comprender lo que el cliente realmente quiere para que ese mural sea único y significativo. A nivel urbano, los murales son obras que tienen un impacto social muy grande y en la Argentina cada día hay más”.

   La carrera de arquitectura, según agrega, le brindó muchas herramientas: sabe usar el Photoshop, el Autocad, combinarlas, dibuja a mano sin copiar y solo cuando es algo muy específico, realiza una base en lápiz o para el lettering, y un cálculo de cuánto espacio quedará entre cada una.

   “Disfruto todo lo que hago, me nutro de todas esas cosas que se potencian entre sí y me encanta el hecho de que en los diferentes proyectos me llegue la buena energía de la gente, me toca esa parte tan linda de compartir sus sueños y proyectos”, concluyó.