Bahía Blanca | Miércoles, 02 de julio

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Lectura: estrategia para el bienestar

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Jorge Luis Borges dijo: “Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca” y a poco de culminar la 49.° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires cada día que la visito no puedo dejar de pensar en nuestro escritor. Se disfruta cada stand, cada espacio, cada actividad, cada página. Sin dudas la lectura es irreemplazable y tiene impacto en nuestras emociones. 

Entonces la pregunta es: ¿qué beneficios aporta la lectura en la salud mental?

Padre, madres, abuelos que disfrutan de la lectura recomiendan a los más pequeños que lean. Quienes no tienen el hábito y hubieran deseado poder cultivarlo, también le repiten a las generaciones más jóvenes sobre la importancia de leer.

Maryanne Wolf, docente de la UCLA e investigadora del proceso lector, asegura que nuestro cerebro no está diseñado para la lectura alfabética, pero es capaz de integrar y reprogramar diversas funciones tales como la visión, la motricidad, las emociones, el habla y la memoria para llevar a cabo el proceso de lectura y la comprensión del texto.

La adquisición de la lectura es compleja e involucra y conecta distintas áreas y funciones del cerebro, tal es el caso de la memoria semántica o de significado, la memoria asociativa, que vincula palabras a determinadas emociones o circunstancias y la memoria ejecutiva, que retiene una palabra o frase hasta lograr dar con su significado específico en un determinado contexto.

Salvo que se presenten ciertas dificultades para adquirir dicha habilidad, está asociada al placer, a lo recreativo, al aprendizaje, al entretenimiento, por lo tanto, siempre y cuando no sea obligada y tortuosa, es un actividad que tiene un impacto positivo en la salud mental. 

Si bien no hay una única receta para fomentar el hábito o el placer por la lectura, está comprobado que si desde el nacimiento, se expone al bebé al acto de escuchar relatos y mirar libros, mayor es la posibilidad de que el interés se fomente. No es recomendable castigar con ir a leer, adjetivar libros como buenos y malos y evaluar aquello que se hace por placer.

Incorporar la lectura como un hábito cotidiano y a su vez desarrollarla como un hobby siempre es beneficioso.  Cuando realizo orientaciones familiares siempre sugiero establecer un determinado horario para leer diariamente, generar un espacio de lectura, un ambiente especial, por ejemplo, sin ruido. Además, se puede incrementar el hábito participando en grupos o clubes de lectura.

En tiempos de insomnio en el que se recurre a pantallas como actividad previa al descanso, apelar a un libro como rutina previa y medida no farmacológica facilita un buen dormir. Tanto en niños como en adultos, la lectura, contribuye a serenarnos, despeja la mente de las preocupaciones del día y facilita conciliar el sueño.

Si bien hay “audiolibros” la lectura es irremplazable. Leer mantiene el cerebro activo, estimula capacidades cognitivas, favorece la atención, la concentración, la memoria, la imaginación y la creatividad, mejora el estado de ánimo, reduce el estrés, la angustia y la ansiedad, desarrolla la empatía, mejora la comunicación, entre otros beneficios.

Borges asociaba el paraíso con las bibliotecas, para mi, leer es una forma de habitar otros espacios, recorrer otros laberintos mentales, de los cuales no se sale indemne porque que las emociones se encienden.