Bahía Blanca | Viernes, 11 de julio

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Por ahora la política está lejos de una fumata blanca

La columna semanal del corresponsal de La Nueva en la capital de la provincia.

Al menos desde lo coyuntural, la única combinación entre el oficialismo y el arco opositor en la que parecen encajar es que ambos sectores están perdiendo de vista la necesidad de ofrecer alguna propuesta que mueva el interés del electorado bonaerense frente a la dura situación económica, por enfocarse casi exclusivamente en la lucha de poder por un cargo electivo, en vísperas de la elección  legislativa del 7 de septiembre.

Hasta ahora puede advertirse que mientras continúan las negociaciones para concretar una alianza  con La Libertad Avanza, la cúpula del PRO quiere constituir un frente en común para terminar con “el populismo kirchnerista” que representa el Gobernador de la Provincia. Desde la otra orilla, Axel Kicillof, junto a un tropel de intendentes y sindicalistas, comenzó a acelerar el armado territorial del Movimiento Derecho al Futuro para ponerle un freno a las políticas de recorte del gobierno de Javier Milei. 

“Un ambiente demasiado parecido a la previa de un clásico River-Boca”, ironizan sobre las diagonales. En general, la crisis de acuerdos oscurece de manera contundente el escenario político. Por supuesto, nadie pretende una plataforma de gobierno en elecciones de medio término, pero tampoco que la discusión  simplemente parezca ser una mesa de café para repartir bancas como números.

La usina de ideas vinculada con propuestas de real importancia para la PBA aún parece lejos de encenderse. No obstante, ya se advierte cierto oportunismo político por utilizar la estructural crisis de inseguridad bonaerense con fines electorales. 

La asfixia financiera municipal y el clima de conflictividad interna del PJ puede terminar siendo funcional a los intereses de Nación. De igual modo, otros creen que si libertarios y macristas no logran acordar, más allá de cualquier sigla partidaria, una tregua de unidad puede permitirle al peronismo seguir siendo eficaz en términos electorales y así otorgarle mayor gobernabilidad a Kicillof durante sus últimos dos años de gestión.

La decisión bonaerense de suspender las PASO, el desdoblamiento electoral y la actualización de los plazos para presentar listas y boletas vienen tomando atajos resbaladizos. No pocos advierten que la interrupción de las primarias fortalecerá la nominación a dedo de candidaturas.

Claramente en el caso del peronismo puede surgir de un debate entre las tres patas que asumen la conducción de Unión por la Patria en la confección de las listas de candidatos seccionales legislativos: los negociadores de la expresidenta Cristina Kirchner; los de Kicillof y los de Sergio Massa. El tiempo corre sin pedir permiso.

En paralelo y en su doble rol de ministro y portavoz gubernamental, Carlos Bianco, verbalizó con dureza el malestar que sobrevuela en calle 6 con aquellos desacuerdos legislativos con un sector particularmente vinculado a La Cámpora. “Si el gobernador dice ‘A’ y su bloque dice ‘No A’, entonces no es oficialista”, remarcó el funcionario con la firme sospecha que a ciertos parlamentarios no les disgustaría darle vuelta el bote a Kicillof. 

Poco después, el gobernador presentó una contrapropuesta de “Presupuesto corto” a la Legislatura. Por un lado, plantea la suspensión del pago de las deudas de los municipios por el Fondo Covid, y por otro, reflotó su pedido de endeudamiento “en pesos u otra moneda” que supera los mil millones de dólares para refrigerar las cuentas del Estado. Se trata de la misma suma pedida a fines del año pasado cuando naufragaron los proyectos de Presupuesto 2025 y Ley impositiva.

En otro contexto, la ministra nacional de Seguridad, Patricia Bullrich cambió otra vez de camiseta política. Ahora se incorporó en términos formales a la tropa de LLA, abandonando los colores amarillos del PRO que presidió durante los últimos años. No fue la excepción. También una media docena de legisladores bonaerenses afines decidió mudar de colores con su afiliación a las “Fuerzas del Cielo”. 

Por otro trayecto, el expresidente Mauricio Macri sigue tomando distancia de la Casa Rosada, mientras parece buscar posicionarse como opción para 2027 de la mano de su clásico discurso antiperonista y perfil liberal. 

Pero, por instinto de supervivencia política, no pocos amarillos del PRO bonaerense -al igual que unos cuantos intendentes radicales que perdieron la brújula- están decididos a acordar con la agrupación  que responde a los hermanos Milei. 

Por ahora, como máxima autoridad del PRO, Macri coquetea con el holograma de la UCR bonaerense como queriendo reeditar lo que fue Juntos por el Cambio. Sabe que los alcaldes del partido centenario tienen como valor agregado un buen aparato territorial, y su acercamiento viene de la mano con ciertas posiciones contrarias a los mensajes de odio y provocaciones discursivas  en las que incurre la Casa Rosada. “Los malos modales de Milei irritan hasta al más calmo”, se escucha dentro del palacio legislativo.

Claro que también se advierten algunos riesgos sobre la lógica de los jefes comunales, ya que un intendente clásico que defiende su territorio “puede transar con LLA, o con quien le convenga para mantener el poder local”, deslizan por lo bajo. 

Quizás, una vez definido el resultado de la elección porteña del domingo 18 también ayude a madurar la construcción de una tercera vía en tierras bonaerenses, tan lejana a los libertarios como al kirchnerismo duro. 

Desde esa lógica, los seguidores de Emilio Monzó, Horacio Rodríguez Larreta y Facundo Manes, más algunos peronistas de centroderecha y otros despechados, meditan sobre la posibilidad de confluir en el armado de un espacio distintivo en la PBA.