“Fue un golpe casi mortal, me rompí ocho costillas, pero la vida me dio otra oportunidad”
Pasaron seis meses del accidente que Emiliano Jofré, ex jugador y referente de Sansinena, sufrió con su moto en la zona de Cuatreros, en General Daniel Cerri. Despertó a los 16 días de haber sido internado y se emociona al reconocer que las oraciones y el coraje de su familia hicieron posible el milagro.
Egresado del Instituto Superior en Ciencias de la Comunicación Social. Cronista de la sección Deportes de La Nueva. desde el 9 de octubre de 1995, especializado en fútbol. Entre 2002 y 2018 cubrió a Olimpo en Primera división. Trabaja en televisión y radio. Además, integró el equipo periodístico de "El Diario del Mundial", que se emitió en La Nueva Play.
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(Nota ampliada de la edición impresa)
Su mamá Miriam tomó la palabra antes que nadie: “Como es muy bueno la vida le dio otra oportunidad”.
A Emiliano Carlos Alberto Jofré, cerrense de nacimiento y ex jugador de Sansinena en la Liga del Sur, le brillaron los ojos y trató de mantenerse fuerte cuando, una vez más, tuvo que retroceder en el tiempo para recordar lo que sucedió aquella tarde del 13 de octubre del año pasado, cuando por una de las calles polvorientas de Cuatreros paseaba en moto con su hijo Máximo (9 años) de acompañante.
“Veníamos despacio, conversando, hasta que en un momento la rueda delantera patinó en la tierra suelta mezclada con piedras y nos fuimos al suelo. Máximo no se hizo nada, pero yo caí encima de una roca, que me dio en el medio del pecho. Enseguida sentí un pinchazo, como que algo se rompía, y después creo haber visto las luces de la ambulancia y no mucho más”, precisó el centrodelantero que hoy despunta el vicio en el Senior del “tripero” y en Veteranos de la Liga Comercial con la camiseta de Video Locutorio Cerri.
“Me llevaron al hospital Municipal, me internaron de urgencia porque una de las ocho costillas que tenía rotas me había perforado el pulmón izquierdo. Fueron 20 días en terapia intensiva y 10 en sala común, con un montón de estudios y un pronóstico reservado que preocupó a mi familia, el motor que nunca dejó de traccionar para que yo tenga la mejor recuperación”, declaró el “Negrito”.
Las primeras lágrimas fueron indisimulables y antes de continuar con la nota pidió agradecer, una vez más, a todos los que hicieron cadena de oración por su salud y su rehabilitación.
“Rezaron por mi en Bahía, Cerri, Río Colorado, Villa Iris y hasta en España”, indicó quien, a nivel local, después de criarse y formarse en Sansinena, siguió por Olimpo, Huracán, Bella Vista y Pacífico.
“No me quiero olvidar de la gente del fútbol, de los clubes por donde pasé, de la solidaridad y de la disposición de un montón de personas que aún hoy siguen presentes, seis meses después del accidente”, gratificó Emi, que en la zona jugó en Huracán de Guatraché, Argentino de Darregueira, Pampero de Guatraché, Unión de Villa Iris, Unión de General Campos, Cecil Roberts de Salliqueló, Villa del Parque de Casbas, Independiente de Río Colorado y Caza y Pesca y Huracán, ambos de Médanos.
“A los 16 días de estar internado desperté, y ahí estaba ella, Nadia (Duarte), mi señora, quien me tenía agarrado de la mano esperando a poder mirarme para decirme cuanto me amaba”, suspiró mientras sentía que el “cuore” se le salía del cuerpo.
“Al principio estuve con respirador artificial, y cuando me lo sacaron, me hicieron una traqueotomía para suministrarme oxigeno. Me alimentaban por sondas y permanecí entubado de la cintura para arriba para que drene la sangre del pulmón”, contó el padre de Ulises (22 años), Máximo y Martina (5).
Con orgullo sostiene que no le quedaron secuelas y que, gracias a las buenas energías y al empuje de toda su familia (mamá Miriam; su papá del corazón, Gustavo De Salvo, y sus hermanas Estefanía y Antonella), hoy se levanta apoyando el pie derecho en el piso de su habitación y con ganas de vivir y hacer vivir a todos los que diariamente rondan a su alrededor.
“Ayudó que tengo 41 años y un físico saludable”, agregó el actual coordinador del fútbol formativo (Escuelita, Infantiles, Juveniles y Femenino) de Sansinena.
“No lloro por cualquier cosa, pero mi viejo (Rolando Jofré) se vino desde Comodoro Rivadavia y se quedó haciéndome compañía en el hospital (durante una semana) hasta que me pudo ver despierto. Un gesto de amor que alimenta el alma y fortalece el corazón”, calificó emocionado quien en la Mayor de su club disputó 119 cotejos y marcó 53 goles.
--¿Te seguís haciendo algún tipo de estudio?
--Sí, de frecuencia cardíaca y respiración. Las diez sesiones de kinesiología me permitieron recuperar la fuerza motriz (trenes inferior y superior) y el equilibrio en las extremidades. La última tomografía de tórax dio como resultado que la lesión en el pulmón había cicatrizado y que ya había recuperado el 98 por ciento de su funcionalidad.
--¿Podés jugar al fútbol, no es peligroso cualquier golpe que puedas recibir?
--Empecé a correr y a jugar hace una semana; voy de a poco. Me muevo con normalidad y no siento miedo, aunque sé que no puedo arriesgar mi físico como lo hice siempre que hubo una pelota de por medio. Hace dos meses volví al trabajo (desde hace 18 años es empleado de la empresa Lácteos Cerri) y no me canso ni me agito.
--¿Seguís con el sueño de retirarte en Sansinena?
--A esta altura lo veo difícil, ya no tengo el ánimo ni la fuerza de hace un tiempo atrás. Sería lindo y no pierdo la esperanza, porque debuté en Primera en el 2000 y estaría cumpliendo 25 años de carrera. Voy a hablar con el “Pato” (Mángano, actual DT del primer equipo albirrojo) para ver si me da algunos minutos en un partido oficial. Hacer lo mismo que hizo Agustín Trotta en Rosario, que jugó menos de un tiempo y se fue feliz del club que le dio todo.
--El efecto de la inundación, ¿ya pasó?
--Tuve el agua a un metro y medio de altura dentro de mi casa y fue muy triste lo que nos tocó vivir a los cerrenses. Muchos perdieron todo y algunos, como en mi caso, solo muebles, ropa y electrodomésticos, pero ese hecho me hizo más fuerte: nos unimos como familia para renovar ciertos espacios de la vivienda y para saber que nadie de nosotros estaba solo.
“No me evacuaron, pero como el agua no bajaba, me tuve que ir a lo de mi mamá. Volví a los 12 días y fue muy duro sacar el barro y secar la humedad, pero no quedó otra. La imagen que no me puedo sacar de la cabeza es la de mi hijo Máximo llorando porque había perdido los juguetes. Eso me puso muy mal, pero le prometí que los iba a volver a tener”.
--¿Te vas a volver a subir a la moto?
--Sí porque es uno de mis medios de movilidad, pero ahora agarro el manubrio con las dos manos y trato de manejar concentrado. Fue una desgracia con suerte que por suerte puedo contar, porque la verdad, estoy vivo de milagro.