Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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Cártamo: ¿por qué se trata de una alternativa para el sudoeste bonaerense?

Es una herbácea de ciclo anual que se adapta a zonas áridas. Sus granos proveen aceite para consumo humano y uso industrial. También pueden ser utilizados como alimento para animales. También para usos en cosmética y textil.

El cultivo del cártamo, en áreas de investigación de la UNS. / Fotos: Emilia Maineri-La Nueva. y UNS

Si bien el sudoeste bonaerense (SOB) es una zona con tradición triguera y de características edafoclimáticas limitantes para oleaginosas, tales como girasol o soja, la aparición del cártamo se presenta como un gran desafío productivo.

Se trata de una oleaginosa herbácea de ciclo anual que se adapta a zonas áridas y semiáridas, tal como el sudoeste bonaerense.

“Es un cultivo multipropósito, cuyos principales productos son los granos, de los cuales se obtiene aceite para consumo humano y uso industrial pero que, también, pueden ser utilizados como alimento de animales”, dijo María Clara Franchini, licenciada en Ciencias Biológicas, docente e investigadora del departamento de Agronomía de la Universidad Nacional del Sur (UNS).

“La harina resultante luego de la extracción del aceite puede utilizarse como suplemento en dietas animales. Y las flores pueden ser usadas en la industria alimenticia, cosmética y textil”, añadió.

“Actualmente, el cultivo también es empleado para la producción de proteínas a gran escala (molecular farming)”, agregó Andrea Flemmer, también licenciada en Ciencias Biológicas, docente e investigadora del departamento de Agronomía de la UNS.

De acuerdo con las especialistas, la incorporación de este cultivo en el ciclo productivo constituiría una interesante alternativa para la diversificación e intensificación de la agricultura en el SOB. Estas son algunas de las razones:

Mgs. María Clara Franchini (izq.) y Andrea Flemmer, docentes e investigadoras del departamento de Agronomía de la UNS.

—Se pueden utilizar las mismas maquinarias que para producir los cereales de invierno (trigo, cebada, avena).

—La inclusión de este cultivo en una secuencia de invernales contribuiría a interrumpir el ciclo de vida de insectos, enfermedades y malezas con lo cual se reduciría el uso de agroquímicos. En este sentido, aumentaría la diversidad de especies en la rotación con distintos sistemas radicales, factores indispensables pensando en una agricultura sustentable.

—Se prolongaría el tiempo de actividad de las plantas procesadoras de girasol a lo largo del año.

—Permitiría el acceso a nuevos mercados (estabilizando la economía regional).

Las características

La planta de cártamo (Carthamus tinctorius L.) mide entre 20 y 115 centímetros de longitud, presenta porte erecto y ramificado, con numerosas hojas con márgenes espinosos. Durante su desarrollo se pueden reconocer varios estadios.

“Luego de la emergencia, la planta comienza lentamente la formación de numerosas hojas al ras del suelo, estadio denominado roseta, cuya duración dependerá de la fecha de siembra”, dijo Franchini, en diálogo con La Nueva.

“Esta etapa es importante porque es cuando la planta desarrolla su sistema radical con una raíz pivotante que puede alcanzar de 2 a 4 metros de profundidad, característica que contribuye a que el cultivo sea especialmente apto para climas semiáridos”, amplió.

Durante este estadio, la planta es relativamente tolerante al frío. Sin embargo, es importante tener en cuenta que entonces el cultivo es sensible a la competencia con las malezas.

“El estadio de roseta finaliza cuando, a medida de que se incrementa la temperatura y la longitud del día, comienza la elongación del tallo lo cual, bajo las condiciones climáticas de la región, ocurre entre fines de agosto y septiembre”, indicó.

Generalmente, la formación de ramificaciones comienza luego de iniciada la elongación del tallo principal.

“El número final de ramificaciones por planta y la altura quedan definidos cuando comienza la floración, la cual depende, principalmente, de la mayor cantidad de horas de luz y el incremento de la temperatura que ocurren en la primavera”, agregó Flemmer.

“Acorde con esto, en nuestra región y con los genotipos disponibles, observamos que aún con una diferencia promedio de tres meses entre la siembra otoñal, fines de abril-mediados de mayo, y la siembra invernal, a mediados de agosto, todas las plantas florecen entre fines de noviembre y los primeros días de diciembre”, sostuvo.

El tamaño —altura, superficie foliar— y el grado de ramificación dependen del genotipo, de la densidad de plantas y de las condiciones edafoclimáticas.

“El número de ramificaciones por planta es un importante componente del rendimiento ya que, en general, cada ramificación remata en un capítulo (conjunto de flores) que, a la madurez, puede incluir hasta 50 granos”, afirmó.

“Cada grano está constituido por la cáscara, que representa entre 35 y 45 % del peso del grano, y la semilla o pepa, en la cual se produce la síntesis y acumulación de aceite”, explicó.

El aceite de cártamo presenta un contenido de 75 % o más de ácidos grasos no saturados —oleico y linoleico—, mayor que en otras oleaginosas, por lo cual su consumo es beneficioso para la salud humana.

Comportamiento agronómico

“La investigación en el cultivo de cártamo en el sudoeste bonaerense fue iniciada en 2009 por nuestro grupo de investigación, propulsado y liderado en ese entonces por la Dra. Ivone Lindström, a partir del interés generado por la empresa Oleaginosa Moreno Hermanos SA de Bahía Blanca”, contó Franchini.

Desde entonces, y a lo largo de varios años de estudio, el equipo de trabajo, conformado por docentes e investigadores de la Universidad Nacional del Sur y becarios de la UNS y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), ha estudiado distintos aspectos del crecimiento de este cultivo en ensayos a campo en la región, como el criadero de semillas de la Asociación de Cooperativas Argentina, en Cabildo; el Campo Experimental Napostá, por convenio UNS y MDA-PBA (Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires) y la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Ascasubi.

Desarrollo de cosecha de cártamo en campos del sudoeste bonaerense.

“Es importante destacar que integrantes del equipo de investigación estuvieron trabajando en la Universidad Estatal de Washington, en Pullman, Estado de Washington, en el año 2010 junto al Dr. Richard Johnson, quien lideraba en ese entonces un programa de mejoramiento de cártamo en esa región”, añadió.

“A partir de dicho vínculo, se introdujo nuevo material genético de cártamo, lo que posibilitó seguir mejorando la adaptabilidad del cultivo a nuestra zona a través de cruzamientos, así como de la evaluación del material introducido”, comentó.

“En primera instancia observamos que las siembras otoñales (abril-mayo) aumentan notoriamente, duplicando en algunos casos, el rendimiento en grano respecto a siembras invernales (agosto)”, dijo Flemmer.

“Esto estuvo asociado a que la siembra temprana prolongó la estación de crecimiento, principalmente mediante una mayor duración del estadio de roseta, favoreciendo un significativo desarrollo de las plantas”, señaló.

El mayor rendimiento en grano en la siembra otoñal estuvo asociado a más rendimiento de aceite en esta fecha de siembra respecto a lo observado en la invernal.

“El componente del rendimiento que mejor explicó estos resultados de rendimiento en grano y aceite fue el número de granos. Estas respuestas se observaron tanto en años relativamente más productivos, con mayores precipitaciones, como en otros con más importantes condiciones de estrés hídrico y térmico”, detalló.

Entre los genotipos ensayados se destacó Montola 2000 (primaveral alto oleico), por su buen rendimiento y comportamiento agronómico frente a las bajas temperaturas invernales.

Además, fue la única variedad cuyo contenido de aceite y perfil de ácidos grasos no difirió entre años ni fechas de siembra ensayados, alcanzando un contenido de ácido oleico de 80 % (o superior).

Nuevos genotipos

En 2016, a partir de algunos de los genotipos de cártamo de origen americano, se desarrolló un programa de mejoramiento genético bajo las condiciones edafoclimáticas locales.

El resultado final fue la obtención de dos líneas mejoradas promisorias (que serían aptas para la región), que se caracterizan por ser adecuadas para la siembra otoñal; presentar un buen rendimiento en grano y en aceite en secano y ser alto oleico y tolerantes a bajas temperaturas durante la elongación del tallo principal. El trabajo fue realizado en el marco de la tesis doctoral del Ing. Alfonso Cerrotta, de la UNS-Conicet.

“Actualmente, se están llevando a cabo ensayos con estas líneas mejoradas para evaluar el rendimiento en grano y aceite bajo distintas prácticas de manejo, ya sea en densidad de plantas y fechas de siembra”, describió Franchini.

Estadios de la planta: inicio de floración (apertura de las flores, A); plena floración (B); grano compuesto por la cáscara (C, izq.) y la semilla (D y E, der).

“Por otro lado, las líneas nuevas están en proceso de multiplicación en distintos campos experimentales y se está avanzando en el Registro de Propiedad, a nombre de la UNS, con el objetivo de que puedan estar disponibles para los productores de la región en los próximos años”, aseguró.

La variedad Montola 2000 se sembró en distintos campos de producción cercanos a la ciudad en 2022. Fue en los partidos de Bahía Blanca, Coronel Dorrego, Coronel Pringles, Tornquist y Tres Arroyos.

La producción fue embolsada y rotulada a nombre de la UNS y, luego, procesada en una planta de extracción —por prensado— de Coronel Dorrego, resultando una experiencia positiva tanto en el proceso de extracción de aceite, como en la obtención de la harina resultante.

En el año 2023 también hubo siembra de Montola 2000 en algunos otros campos de los partidos de Bahía Blanca, Coronel Dorrego y Coronel Pringles.

Convenio de investigación y desarrollo

Aprobado por el Consejo Superior Universitario, en el año 2023 se firmó un convenio entre la Bolsa de Cereales y Productos de Bahía Blanca y la Universidad Nacional del Sur con el fin de crear un proyecto específico de investigación y desarrollo destinado a generar conocimiento científico-tecnológico que contribuya a impulsar el cultivo de cártamo y, además, potenciar el sector oleaginoso y de sus derivados en el SOB.

El acuerdo está en vigencia hasta septiembre del corriente año y allí participan docentes e investigadores de varios departamentos de la UNS, como Agronomía, Economía, Ingeniería Química, Economía y Ciencias de la Administración, e institutos de investigación del Conicet-UNS (Planta Piloto de Ingeniería Química y Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida).

Tanto Franchini como Flemmer han agradecido a Oleaginosa Moreno Hermanos S.A (actualmente Viterra), a las Secretarías General de Ciencia y Tecnología, y de Vinculación Tecnológica de la UNS y a la Bolsa de Cereales local por el aporte de recursos económicos. Del mismo modo, al Departamento de Agronomía, al Ministerio de Desarrollo Agrario bonaerense, a la EEA del INTA Ascasubi y a ACA Cabildo para llevar a cabo los ensayos y, especialmente, a los productores que se sumaron para experimentar y trabajar conjuntamente durante este tiempo en el estudio del cultivo.