Bahía Blanca | Miércoles, 02 de julio

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Psicología en modo catástrofe

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¡Qué difícil resulta sentarse y escribir cuando tantas emociones están a flor de piel! 

Lo primero a expresar tiene que ver con lo que en la jerga se denomina “la cocina de esta columna”, ya que la misma la escribo martes o miércoles, puesto que el jueves ya debe estar lista para la edición impresa. Por tal motivo, en una mezcla de alegría y fanfarrias traducidas en letras, el domingo pasado, regresaba a este espacio. Es entendible que muchos hayan pensado que el tono del tema era desubicado. Aclarado el asunto y lejos de eso, vamos con el Tema Vital.

Una vez más la naturaleza “manda su aviso” pero no pide permiso. Se manifiesta a sus anchas, furiosa, inundándolo todo, desbordando edificaciones, sumergiendo sueños, proyectos, historias de vida, instituciones. En un cerrar y abrir de ojos, el agua abre heridas profundas y dolorosas, heridas que aún, tal vez no estaban sanadas.

¿Cuál es el rol de la Psicología en estos casos?

Seguramente lo peor aún no se ve, pues las secuelas y heridas de estos acontecimientos se evidencian con el paso de los días. Se sabe que, por una cuestión adaptativa, las primeras reacciones tienen que ver con las actuaciones para solucionar las consecuencias de tamaña catástrofe, pero con el devenir, las emociones requieren atención de forma inmediata.

Están quienes dicen “no necesito ayuda”, la negación también es un mecanismo de defensa, pero no caben dudas que el “Trastorno por Estrés Postraumático”, como sucede en todas las emergencias y catástrofes, se va a poner de manifiesto.

Siempre digo que más allá de la ayuda material lo mejor que se puede ofrecer en estos casos es la oreja. La escucha activa y normalizar lo que se siente son los primeros pasos. Frustración, rabia, enojo, miedo, incertidumbre, son parte de las sentimientos que necesitan de un espacio y de un tiempo para ser procesados. 

De todas las emociones el miedo y la incertidumbre son las más difíciles de gestionar. Alcanzará con que se emita un alerta, con que llueva un poco o sople un fuerte viento, para que la probación reviva la catástrofe. 

El mejor antídoto para la incertidumbre son las certezas, por ello el manejo de información, el cuidado de la misma y la forma de comunicarla, son claves, un mismo dato puede provocar caos, pero también tranquilidad.

Cuando este espacio comenzó el objetivo era “sacar la Psicología a la calle”, hoy con las redes sociales, los dispositivos y la posibilidad de que cualquier persona genera contenidos, el objetivo es ampliamente superado. Pero ante estas situaciones es indispensable que quien asista esté preparado para hacerlo en catástrofes y sobre todo que esté en el lugar de los hechos… hay que ir al encuentro de quien lo necesita.

Ahora no es el momento del análisis y de adjudicar responsabilidades, tampoco de quedar adherido a esa gente de mierda que generalmente es destructiva y que también está presente en estos casos. Es terrible lo que pasó, pero una vez más en medio del lodo, de la angustia, del dolor por las vidas perdidas, emerge la solidaridad, la empatía, el tender la mano a quien lo necesita y el deseo de volver a empezar.