Diez Cromagnon cada año
Todas las obras y medidas en cuestiones viales se justifican si evitan las muertes que hoy ocurren por accidentes.
Cada 40 días –según datos de 2023 de la Asociación civil Luchemos por la vida— se verifica en la provincia de Buenos Aires la misma cantidad de muertos que las que tuvo el boliche Cromagnon en 2004.
La referencia es a los fallecidos en accidentes viales en rutas bonaerenses, una de tasas más altas del mundo en siniestros con víctimas fatales.
Sin embargo, mientras Cromagnon generó un impacto que reconvirtió el funcionamiento de lugares de entretenimientos en materia de seguridad, los accidentes viales se siguen produciendo año a año en igual cantidad, unos diez Cromagnon cada año, sin que se arbitren medidas que mejoren esa situación.
Los números no dejan duda de la gravedad del caso: en los últimos 45 días fallecieron 10 personas en rutas cercanas a Bahía Blanca, en hechos ocurridos en las rutas 51, 3, 3 vieja.
Los estudiosos señalan tres causas principales como generadoras de estos siniestros: errores humanos, rutas en mal estado y un parque automotor con deficiencias.
Se menciona que los argentinos seguirnos teniendo una “incultura vial” que se traduce en maniobras inadecuadas, circular a gran velocidad o hacerlo cansados o luego de tomar alcohol.
Las estadísticas indican que 7 de cada 10 hechos ocurren en maniobras de sobrepaso indebido y con choques de frente. Es decir, conductas inadecuadas, producto de una irresponsabilidad.
Agravado, claro, por rutas en mal estado, con calzadas defectuosas, banquinas con pastos crecidos y obras viales paralizadas que dificultan aún más este panorama.
Más allá de las pérdidas de vida, o las secuelas y traumas que genera todo accidente, sus consecuencias se llevan el 1,3% del PBI. Accidentes que pueden ser evitables y en donde el Estado también debe estar presente, con el mantenimiento de rutas, la educación y el control.
Pedir una mejora en las rutas o su reconversión en autovías es a esta altura un grito en el desierto. Acaso sea momento de tomar esta situación como una cuestión de salud, una emergencia sanitaria, una epidemia que cobra más vida que cualquier otra. Y actuar en consecuencia o asumir las correspondientes responsabilidades.