Residuos electrónicos en Bahía: un problema y una oportunidad
Un estudio de la UNS y el Conicet advierte que es muy baja la tasa de reciclaje de este tipo de residuos.
Entre los bienes que fabrica el ser humano y que más contaminan, se encuentran los productos de origen electrónico, que cuentan con gran cantidad de plástico, metales, vidrio, circuitos y plaquetas, los cuales, correctamente reciclados, pueden reducir de modo significativo el impacto que esta actividad humana tiene sobre el medio ambiente.
A su vez, no se dispone de normativas nacionales que regulen y unifiquen la gestión integral de este tipo de desechos, lo que provoca que no exista una administración adecuada y responsable.
Según el informe anual presentado por E-waste Monitor, en el 2019 el mundo generó la sorprendente cantidad de 53.6 millones de toneladas métricas (Mt) de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), es decir, un promedio de 7.3 kg per cápita.
No obstante, la producción global de residuos electrónicos creció 9.2 Mt desde 2014 y se prevé que crecerá hasta alcanzar las 74.7 Mt para el 2030.
La creciente cantidad de desechos electrónicos es impulsada por mayores tasas de consumo de aparatos eléctricos y electrónicos, caracterizados por ciclos de vida cortos y pocas opciones de reparación.
Por su parte, en el transcurso del 2019, la recolección formalmente documentada de RAEE en el nivel mundial ha alcanzado los 9.3 Mt; es decir, solo el 17.4 % de los desechos electrónicos producidos al año es recolectado y tratado mediante mecanismos formales.
En el caso particular de Argentina, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicado en agosto de 2020, la situación es crítica. En el 2019, se ha generado un total de 465 kilotoneladas métricas (10.3 kg de RAEE per cápita) de los desechos mencionados; mientras que la recolección y el tratamiento formal han alcanzado solo las 11 kt, lo que significa apenas el 3 % del total.
En Bahía
De acuerdo a una encuesta e informe realizado por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur, dependiente de la UNS y el Conicet, en nuestra ciudad faltan espacios y campañas de concientización, más allá de la respuesta de los vecinos en cada campaña de residuos electrónicos.
El estudio de José Ignacio Diez, Lorena Tedesco y Agustín Imaz-Harguindeguy concluye que si bien hay interés en comercializarlos, faltan plantas de reciclado y más apoyo estatal “para ser viable”.
Y que, de hecho, puede ser una alternativa viable como negocio, tal como sucede con las 7 empresas que trabajan sobre este tipo de residuos, radicadas en el AMBA, Mendoza y Córdoba.
Entre los datos del sondeo a 500 bahienses se registró que el 71 % tiene residuos electrónicos en su casa.
A su vez, de los casi 30 técnicos consultados, la mitad los tira en volquetes, los devuelve o los da a recolectores, y ninguno recicla. Así, y sin una normativa nacional, la mayoría de estos residuos electrónicos termina en basurales o en rellenos sanitarios, contaminando el ambiente.
Cabe recordar que la innovación tecnológica permitió que muchos dispositivos sean accesibles para un público masivo y de uso común en la vida cotidiana, pero también que sean cada vez más descartados.
Toda esta aparatología, cuando llega al final de su vida útil, se convierte en RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos) que contiene sustancias químicas tóxicas que deben ser tratadas de forma adecuada.
En ese marco, advierten que “en este país, se carece de plantas de reciclado para dicho tipo de productos, lo cual hace que gran parte de los residuos generados de esa naturaleza no se traten adecuadamente y su disposición se haga en basurales a cielo abierto de carácter ilegal o, en su defecto, en rellenos sanitarios, con el consecuente impacto que esta actividad genera en términos ambientales”.
¿Una posibilidad?
De acuerdo con el estudio realizado, algunos de dichos residuos podrían ser comercializados en el mercado local, mientras que las tarjetas de información se exportarían.
Según una encuesta realizada a la población local y un censo a los servicios técnicos existentes en Bahía, se ha dimensionado el parque actual de RAEE en 7.040 toneladas y, con ello, se asegura el abastecimiento.
Además, se ha identificado la ausencia de competencia, con lo que se reconoce la cercanía de quienes gestionan residuos peligrosos autorizados, situación que favorece la viabilidad del proyecto.
Lo anterior permite concluir que Bahía Blanca reúne varias de las condiciones necesarias para poder llevar a cabo un proyecto con las características mencionadas, pues: la población local se encuentra interesada en participar voluntariamente, aportando los residuos necesarios para su ejecución; en la zona, no se detecta competencia y, a su vez, en la ciudad se encuentran presentes empresas especializadas tanto en el procesamiento de los materiales valorizados en el proceso productivo (clientela) como en el tratamiento de los desechos peligrosos generados (proveeduría), lo cual representa grandes ventajas logísticas.