Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

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Las cinco esquinas bajo agua, ayer y hoy

La obra exige un proyecto y una intervención inmediata.

En 1948 se terminó una de las obras hidráulicas más importantes realizadas por la provincia de Buenos Aires en nuestra ciudad.

Por decisión del gobierno del coronel Domingo Mercante se concretó la profundización y canalización de los arroyos Napostá y Maldonado, intervención reclamada desde fines del siglo XIX.

La obra puso punto final a las inundaciones que sufría la ciudad con cada lluvia que se registraba en la cuenca del Napostá, curso de agua que nace en Sierra de la Ventana y desemboca en el estuario.

El aumento del cauce era tal que desbordaba en todo el tramo que cruzaba la ciudad, excediendo sus márgenes y convirtiendo al sector de las villas en un verdadero lago que a veces alcanzaba hasta un metro.

El agua además seguía el curso de las calles y terminaba inundando arterias alejadas, como Brown, la avenida Alem y otras, llegando en algunos casos hasta la plaza Rivadavia.

Existen fotografías que dan cuenta de esta situación que se repitió durante décadas, que se hizo parte de un destino que parecía irrevocable y que causaba daños materiales altísimos a miles de vecinos.

Entre aquellas imágenes había una característica, tomada en un sitio donde el agua formaba un embalse muy particular y fácilmente identificable. Ese sitio era el de las cinco esquina de Villa Mitre, una postal de ese barrio.

Inesperadamente, 75 años después, esa circunstancia se repite. Con cada lluvia importante las cinco esquinas se vuelven a inundar. No con el agua del Napostá sino por la falta de capacidad de los desagües para desagotar el agua de lluvia en tiempo y forma.

La situación se verificó hace casi un año, con la obra de puesta en valor del sector terminada con un error en el diseño elaborado por la municipalidad.

Se puede poner el énfasis en buscar un responsable del error, dejar en claro que gestión hizo mal las cosas. Pero lo que resulta cuestionable es que en todo este tiempo no se haya corregido.

Si es necesario romper lo realizado habrá que romper, si no se tiene en claro cómo resolverlo se deberá pedir un proyecto. Pero a esta altura se exige una solución, inmediata y eficiente, porque en la demora los vecinos son los que pagan el pato.