Bahía Blanca | Jueves, 03 de julio

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Bahía Blanca | Jueves, 03 de julio

Una videollamada después del título de El Nacional y Paulina Lazar estalló de emoción

El celeste se consagró campeón de Primera Femenino en Bahía y se festejó hasta en Bariloche.

Paulina estalla, su amiga Marti y su tío Claudio la acompañan. Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

 

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

 

Final del partido, El Nacional vence a Estudiantes, sella la serie 3-0 y se consagra campeón de Primera Femenino. Inmediatamente se desatan los festejos en cancha de Olimpo: cantos, abrazos, saltos y todo lo que genera la obtención de un título tan deseado.

Había mucha carga emotiva contenida, con un primer tramo de torneo increíblemente perdido, la necesidad de revancha, el sacrificio y todo lo que no siempre se ve, pero se siente.

La espuma –en una noche extremadamente fría- dejaba blancas como nieve a las jugadoras de El Nacional. Y en medio del tumulto donde se miraba sin ver todo lo que sucedía sobre el parqué, Paulina Lazar, sorprendida, se quebró.

Es que Claudio, su tío, hizo una videollamada con su hermano Andrés y Liliana, y cuando Paulina miró el celular estalló de emoción.

“Lo que menos me imaginaba era ver en ese momento a mi mamá y mi papá. Para mí las lágrimas pueden generarse por diferentes situaciones y esta vez fueron de felicidad”, compara Paulina.

Martina González, su amiga, la que siempre estuvo al lado desde que llegó a Bahía, no podía faltar en ese momento tan especial, en el instante que Paulina se derrumbó: la contuvo, como hizo siempre, la acompañó en ese viaje imaginario a Bariloche, sintiendo el abrazo a la distancia con sus padres.

-¿Qué hay detrás de esa foto?

-Mi familia...

Paulina responde rápidamente y se le entrecorta la voz. Respira profundo y sigue intentando explicar el sentimiento.

“Detrás de esa foto está mi papá, mi mamá... El tenerlos a mil kilómetros me cuesta un montón y esta vez no pudieron venir. Me cuesta mucho, pero sé que atrás de las estadísticas y un montón de cosas están ellos. Gracias a ellos hoy estoy en Bahía estudiando (contador público) y jugando al básquet”, resalta, a modo de agradecimiento.

Teo y Bárbara, sus hermanos, Benjamín y Valentino, sus sobrinos, también son parte del equipo que rodea a Paulina en el día a día. Aunque no se vean, ella sabe que siempre están.

-¿Tuvo algo especial este campeonato?

-Sí. Fue un campeonato muy largo y duro por un montón de situaciones por las que fuimos pasando. No merecíamos menos. Estaba convencida de que tenía que ser nuestro. Todas dejamos muchas cosas de lado los últimos dos meses; tanto nosotras como el cuerpo técnico estábamos en la misma sintonía. Para mí, en particular, tiene un sabor especial, porque resigné la vuelta a mi casa. Es un sacrificio enorme; desde febrero no veo a mi familia. Y creo que todas resignamos algo.

El sacrificio de Paulina se remonta a 2018, cuando decidió salir de la zona de confort e instalarse en Bahía 

“Vine a estudiar contador público y, paralelamente, a jugar en la Capital del Básquet”, aclara.

Ese entusiasmo por la actividad nació de la mano de su papá, a quien acompañaba a la Escuela Municipal, y del entrenador Santiago Navarro quien insistió para que la nena que jugaba al vóley y bailaba clásico probara con el básquet.

“Siempre se lo agradezco”, asegura Pau.

Parte de esa película se le cruzó aún estando en el Norberto Tomás, mientras sus compañeras festejaban.

“En un momento me senté en el banco sola miré hacia atrás y pensé ‘lo logramos’, y otra vez fue un mar de lágrimas. No me hagas hablar mucho que vuelvo a llorar...”, pidió, aún con el sentimiento a flor de piel.

“Todavía no caigo –admite un día después-. Siento una mezcla de emociones. Pero estábamos mentalizadas en que queríamos el campeonato y fuimos a buscarlo”.

Fueron a recuperar parte de lo perdido en el primer tramo del torneo, cuando dejaron el invicto en la serie decisiva ante el albo.

“Estábamos muy enfocadas en lo que fuimos a buscar –enfatiza-. A ninguna se le cruzó por la cabeza otra cosa que el título. Sabíamos que este era el momento de la revancha”.

-¿Qué cambió el equipo para esta vez poder lograr el objetivo?

-Qué pregunta difícil. Creo que, lo primero y principal, la confianza; supimos encontrarnos tanto adentro de la cancha como afuera. El cambio de técnico (Juan Pablo Coronel por Federico Scarpaci) era una apuesta que podía jugarnos muy bien o todo lo contrario. Y fue lo primero. Pudimos encaminarnos bien con el cuerpo técnico, que eso fue importante. Los resultados están a la vista.

-La serie se fue abriendo después de ganar en suplementario el primero. ¿Eso les jugó a favor?

-La verdad que al primero nosotras llegamos con muchos partidos encima. Creo que eso nos jugó a favor porque veníamos con rodaje, entrenando, jugando y con ritmo, pero las piernas nos quemaban después de jugar partidos que fueron muy parejos. El primero lo ganamos en el suplementario porque defendimos y sabíamos que algo había que quemar. Al otro día veíamos cómo nos recuperábamos. Y en el segundo sabíamos que era casi decisivo. Teníamos que jugarlo con la cabeza, sabíamos que teníamos margen de error y la presión era de ellas.

-¿Desde lo individual el balance fue positivo este año más allá del título?

-Cada año que pasa siempre es positivo. Considero que fue un año bueno, más allá de que hay cosas por mejorar. El poder sobrellevar una carrera universitaria y el deporte paralelamente es lo positivo.

-¿Ambas actividades se retroalimentan?

-¡Sí! De otra manera me quemaría la cabeza. El básquet es el cable a tierra necesario. Como ahora también necesito unas vacaciones, je.

-¿El básquet fue una compañía en distintos momentos estando lejos de tu familia?

-Sí. Es mi sostén anímico. Si bien acá tengo mis amistades y demás, hay momentos que paso más tiempo adentro de una cancha que en mi casa. Y tener un equipo que acompaña, que sabe entender, que con la mirada ya sabemos cómo está cada una,  o en qué momento dar ese abrazo necesario, te hacen decir “estoy donde tengo que estar”.

-¿Tu futuro tendrá vínculo directo con el final de los estudios?

-¡Qué pregunta complicada! Je. Siempre fui de no pensar qué pasará cuando termine la carrera. Sé que hasta ese momento voy a estar acá y en el club, que me abrió las puertas cuando vine y me cobijó.

-Es decir, el básquet para vos es más que un simple deporte en tu vida.

-Yo creo que cualquier deporte es así. Y más si tenés la suerte de integrar un equipo como el nuestro, que afuera también funciona como tal. Festejamos o lloramos todas.

-En determinados momentos, como ahora que jugaron una final, ¿se prioriza el deporte sobre el estudio?

-En mi caso sí. Fueron semanas de estar cien por ciento enfocada en entrenar, comer lo mejor posible y hacer todo para ayudar a los resultados.

Su responsabilidad como capitana y siendo una de las mayores, con 24 años, también le generaba una responsabilidad extra.

“Ninguna de las chicas -repasa- jugaba en Primera cuando yo llegué. Fueron mutando mucho los equipos. Es una camada nueva. Ahora me toca jugar con un equipo joven”.

-Y ser una de las líderes.

-Creo que eso pasa por otro lado, lo que me importa es que funcione el equipo, que estén contentas, disfruten y haya unión...

Ese aprendizaje que tuvo Paulina viene de base, casi como un bien de familia. Y así se lo refrescaron la mañana siguiente al título, cuando amaneció con un mensaje de audio que nació del corazón y la llevó a sus inicios, donde todo comenzó.

“Hola campeona, ¿qué hacés? ¿cómo estás? Bueno, yo haciendo memoria, cuando empezaste a ir con papá al básquet a cobrar y a boludear un rato. Te quejabas que no tenías partidos, que jugabas uno cada tanto y después jugaban tres seguidos y quedaban reventadas... Disfrutalo mucho, es una construcción en equipo, no lo olvides. Parece que la Escuela Municipal hizo bien las cosas. Hay que recordar siempre de donde uno parte, es fundamental. Te amo chiquita”, le alcanzó a decir a la distancia su mamá, ya con la voz que se apagaba de emoción.

Así se vivió este logro acá en Bahía y allá en Bariloche; un título que removió sentimientos y, lógicamente, acortó distancias.