El paraguayo que creció en Bahía y proyecta jugar y estudiar en Estados Unidos
Augusto Cárdenas llegó a Bahiense del Norte con apenas 14 años. Tiene 18 y ya fue protagonista en el equipo de Primera.
Ingresó en La Nueva Provincia en 1995. Trabaja en la sección Deportes y fue colaborador en Regionales y Locales de este mismo medio. Se especializa en básquetbol. Formó parte del staff de la revista Encestando y Zona de Básquet durante 10 años. Tuvo experiencia en el programa Radial Contrabásquet, en Radio La Red.
Twitter: @rodriguezefe
Instagram: ferodriguez_
Una lesión de Sebastián Luengo en semifinales lo obligó a saltar a la cancha. De venir sumando algunos minutitos en Primera pasó a ser protagonista, no solo en el último juego de la serie ante Alem que le dio a Bahiense del Norte el pase la final, sino en la misma definición por el título frente a Villa Mitre.
“La verdad que me tomó por sorpresa, porque no tenía muchos minutos y, lamentablemente, lo de Seba me permitió dar el salto. A partir de ahí –admite Augusto Cárdenas- ya sabía que era otra responsabilidad”.
-¿Lo disfrutaste?
-¡Sí, me encantó! Además, la final contra Villa Mitre, en el estadio de Estudiantes, con mucha gente, fue hermoso...
Acaso, en esta posibilidad bien aprovechada quedó reflejado todo lo que hubo detrás de esa ilusión de Augusto cuando armó el bolso en Asunción, dejó la zona de confort, y con apenas 14 años se instaló en Bahía.
“La propuesta para venir me tomó de sorpresa, porque como era el más chico del plantel no tuve muchos minutos por partido”, admitió, el referencia a lo que sucedió tras el Sudamericano U14 de 2019 que jugó por Paraguay, en Goiana (Brasil), donde Argentina fue campeón y tuvo a los bahienses Santiago Candia y Matías Zanotto.
De todos modos, este escolta de 1m86 no dudó un segundo en responder ante el interés de Bahiense: “Siempre quise salir al exterior a jugar. Se dio y acepté sin pensarlo”.
Su papá Héctor –futbolista que llegó a jugar en Olimpia de Paraguay- y su mamá, Ylsa González, apoyaron su decisión, aunque a ella le costó más dejarlo volar.
“En lo social me adapté muy bien, porque en la pensión había otros chicos y fue un ambiente muy familiar. Al ser todos nuevos, nos ayudábamos y también íbamos todos juntos al colegio”, recuerda Augusto.
Pasó 2021 y 2022 viviendo en la pensión de Bahiense, en 2023 se sumó su hermano Máximo quien estuvo un año, y tiene otro, Alejandro, futbolista.
“En ningún momento me arrepentí. Tampoco extrañé al punto de impedirme seguir jugando”, aclaró.
El primer año estudió en la Escuela de Enseñanza Media Nº3 y desde el siguiente concurre al Colegio Claret, donde cursa su último año.
Siempre vinculado al deporte, practicó básquetbol y fútbol hasta los 12 años, aunque con la naranja, desde los 8, en la Escuela Campo Alto, que también tenía un deportivo y participaban como un club.
“Me gusta un montón el fútbol –reconoce-, pero vi que el básquet me estaba dando una oportunidad de jugar en una selección y era en lo que más podía proyectarme”.
-¿En qué te proyectabas al momento de querer salir de tu país para jugar?
-Siempre me gustó la idea de ser deportista profesional. Y cuando se me presentó la oportunidad aposté a esto, entrené y entreno siempre, me preparo para llegar lo más lejos posible.
-¿Con qué te encontraste en Bahía?
-Al llegar me di cuenta que Bahiense era un club muy competitivo. Más allá de eso y que todos queremos llegar a jugar en Primera, en el club hay una competencia muy sana. Inclusive hay chicos que acá no tienen lugar y en otros equipos podrían ser titulares.
-¿Notás mucho la diferencia de preparación respecto de tus compañeros en Paraguay?
-Sí, un montón. Acá en Bahía, no sé cómo será en el resto del país, el ritmo de entrenamiento que tenemos me cambió totalmente la idea de juego. Es distinto, pero más que nada la diferencia pasa por la idea de juego y concepto. Acá incorporé más desde lo táctico, además de mejorar en lo técnico.
-¿Te costó?
-Sí, me costó y sigo aprendiendo. En nuestro equipo tenemos a Leo (La Bella) y Augusto (Lamonega) que en eso son buenísimos. Con Jorge (David) y el Colo (Alejandro Navallo, ambos entrenadores) intento aprender más.
Ya consolidado en la ciudad, llegó el Sudamericano U17, en 2023, donde demostró su crecimiento, siendo quinto goleador con 13,2 puntos y 29,3 minutos por partido jugando para su país.
-¿Los recursos individuales y variedad de concepto los fuiste desarrollando para intentar estar a la altura de los mayores o los tenías incorporado?
-Fue por entrenar todos los días y jugar permanentemente. No son los mismos movimientos que puedo hacer en U19 y U23 que en Primera, donde se juega más rápido, con menos pique, donde tenés que aprovechar más la ventaja que te da el juego.
-¿Cómo describís lo que estás viviendo cada vez que te preguntan en Paraguay?
-Es un básquet diferente al que se juega allá y a otro ritmo. Fue un salto tremendo, un mundo nuevo. Siempre jugaba uno contra uno porque sacaba diferencia, pero acá tuve que aprender a jugar en equipo y buscar las ventajas.
-¿En el día a día, por encima del deporte, qué costumbres extrañás?
-Culturalmente, al menos respecto de donde yo vivía, en Asunción, no cambia casi nada. La comida es la misma, los horarios acá pueden ser un poco más tarde, pero no hay casi diferencias. Más allá de extrañar familia y amigos de allá, acá estoy muy instalado y tengo mis amigos y el básquet.
-¿Cuánto maduraste en este tiempo?
-Si bien sigo siendo chico, cuando llegué, con 14 años, no lo dimensionaba. Me gustaba y nunca tuve un mal pensamiento de lo que podría pasarme. Y cuando mi familia vino a Bahía y vio que era una ciudad muy tranquila, entendieron que era un buen lugar para crecer.
-¿Tenés intenciones de dar otro salto?
-Tengo el plan de irme a Estados Unidos el próximo año. No quiero descuidar el estudio por intentar ser profesional del básquet. Barajé las opciones y creo que es lo mejor, porque te acostumbrás a otro idioma, un básquet diferente y se complementa muy bien deporte y estudio, algo que no pasa en otros países. Y yo quiero tener un título para cuando no juegue más al básquet, porque tengo otros intereses en la vida. Desde chico siempre tuve la intención de jugar en Estados Unidos. Y ahora que conocí a Ramiro Santiago y supe cómo fue su experiencia, tengo más ganas de ir. Él me está ayudando para ver si surge alguna posibilidad.
-Bueno, y en lo inmediato, ¿cuáles son las expectativas para el torneo de Primera, después de haber jugado una final?
-Me gustaría ser más determinante en el equipo. Si bien nos repartimos protagonismo, la idea es aportar para intentar llegar nuevamente a la final. Tener una revancha.
Augusto Cárdenas ya es un bahiense más: un extranjero con costumbres argentinas.