Bahía Blanca | Jueves, 10 de julio

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La angustia de una víctima de abuso que desde hace 13 años espera por justicia

“Paso mucho tiempo, pero sigue doliendo igual”, dijo la víctima, quien denunció que fue abusada por su padrastro durante la niñez. Teme que la causa prescriba.

La angustia de una víctima de abuso que desde hace  13 años espera por justicia La angustia de una víctima de abuso que desde hace  13 años espera por justicia
Fotos: Archivo LN.

“Cada vez que leo algo siento el abuso en carne propia”, confiesa una joven que desde hace más de una década persigue dos cosas: dejar atrás definitivamente una página dolorosa de su vida y lograr justicia.

Un sistema cuyo recorrido parece no tener fin es el que hasta el momento le impide alcanzar esos objetivos.

“Me genera mucha angustia cada vez que sale un papelito o alguna cosa. Por mínima que sea, requiere un día entero de cama. Pasaron muchos años pero me sigue doliendo igual”, afirma “María” (nombre ficticio para preservar su identidad). 

El interminable peregrinaje por juzgados y despachos se inició en 2011, tras denunciar que cuando tenía 9 años de edad (entre 2006 y 2007) sufrió abusos sexuales por parte de su padrastro.

“Archivo”, “condena”, “absolución”, “revocación” y “apelación”, son solo algunos de los términos con los que la joven debió familiarizarse a lo largo de los últimos años.

En medio de todo esto se encuentra el temor a que durante el recorrido, y si se extienden los plazos para alcanzar una sentencia firme, los delitos puedan llegar a prescribir.

“Los hechos nunca se fueron, siempre están ahí. Todo este tiempo tuve un poco de fe, ahora ya no sé qué hacer”, admite.

Idas y vueltas

En junio de 2018 el Tribunal en lo Criminal Nº 3 condenó a su padrastro a 6 años de prisión, aunque el fallo fue apelado y el Tribunal de Casación Provincial revocó la sentencia y absolvió al sujeto.

La decisión fue recurrida con la presentación de un recurso extraordinario ante la Suprema Corte de Justicia boanerense, que hizo lugar al pedido y ordenó que nuevamente Casación (con otros jueces) valore la prueba del caso y dicte otra resolución.

A mediados de 2022 el cuerpo condenó al individuo (con una calificación más gravosa) y determinó que magistrados bahienses establezcan el monto de la pena.

De todas maneras, esto aún no se pudo realizar ya que se encuentran pendientes recursos impuestos por la defensa.

Mientras tanto, su propia madre fue condenada a prisión en suspenso por la Justicia Correccional (ver aparte), acusada de ofrecerle dinero a la víctima a cambio de que modifique su declaración en beneficio del procesado.

“Me da mucha bronca que esta persona siga suelta en Bahía Blanca. Es todo muy triste y angustiante”, confiesa María.

Un infierno

Así describe la chica de 27 años lo que padeció cuando convivía con el imputado y las secuelas emocionales que le causó lo ocurrido.

“Viví con él (por el acusado) hasta los 18 años, hasta que comenzó esta causa. No tenía otro lugar dónde ir. Fueron un infierno esos años, vivíamos en una casa muy chica y no cruzaba palabra con él. Dormía con un cuchillo debajo de la almohada por si entraba a mi habitación”.

“Haber vivido tantos años en esa casa me llevó a intentos de suicidio. Hoy por suerte no pasa, pero la he pasado y la sigo pasando muy mal”, agrega.

Un espacio muy importante en su vida lo ocupan sus amigos.

“Tenía 19 años al momento del juicio oral y la verdad que son mi familia hoy en día. Me hablo con mi abuelo y mi papá, pero nadie dice o hace nada. No sé por qué se lo toman como si fuera un juego”.

“A mi hermano le cambió un poco la cabeza. En un momento declaró que no había visto nada y ahora el vínculo mejoró, porque me pidió disculpas y se siente mal por todo lo que pasó. Yo siempre tuve que entender a los demás, pero a mi nunca nadie me entendió”, reconoce.

También asegura que desde la justicia no recibió ayuda para transitar este camino.

“Las terapias que hice en mi vida me las he pagado. Incluso ahora me encantaría hacerlo, pero no tengo el dinero. Es muy difícil  hablar de esto y me tira a la cama, no puedo ni salir a trabajar. Me entristece mucho”.

Recién en los últimos días entró en vigencia una restricción de acercamiento del acusado hacia su persona.

“Me da miedo cruzármelo en la calle, cuando volví a Bahía fue lo primero en lo que pensé”, admite.

Situación que duele

“Hace 18 años arrancó este calvario en su vida y no es justo. Duele que la justicia tarde tanto, que pueda prescribir y que este sujeto siga ingresando a hogares de los bahienses como si nada y sin responder por sus acciones”, relata la doctora Viviana Lozano, quien asesora a la víctima.

Comenta que inicialmente la causa fue archivada por el Ministerio Público, aunque en 2016 se reactivó por orden de la Fiscalía General y un año después se le tomó declaración testimonial a la joven.

Agrega que tras el fallo de Casación volviendo a condenar al sujeto, “la defensa fue a la Corte provincial que le rechazó el recurso y luego intentó uno extraordinario en Nación, que siguió el mismo camino. Lo único que le queda es ir en queja a la Corte Suprema. Desconozco si interpuso ese recurso”.

“Es lo más vulnerado que vi en mi vida. Cuando el Tribunal vuelva a dictar condena, si no prescribió para entonces, comenzarán de nuevo todas las apelaciones de la defensa. Este sistema de tantos recursos y plazos tan largos, que entiendo que está sobrepasado, es la vulneración máxima de los derechos”.

“Ha quedado vulnerada desde todo punto de vista. El Estado, que es el primero que la debía cubrir ante la falta de acompañamiento por parte de su propia madre, no lo hizo y la dejó abandonada”, añade la letrada.

Por último, Lozano resume que “son muchos años de esperar y no tener respuestas”.