Bahía Blanca | Sabado, 11 de mayo

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El temporal y los árboles: ¿por qué es más importante planificar que plantar?

Para el Arq. Horacio Miglierina, especializado en paisajismo, la ciudad enfrenta un desafío donde, necesariamente, deberán participar expertos en equipos interdisciplinarios.

Símbolo: una empleada municipal que, este miércoles 3, puso manos a la obra. / Fotos: Emmanuel Briane y Rodrigo García-La Nueva.

“Lo importante es que se podrá reunir a muchos referentes en el tema, desde expertos en clima, suelo, diseño, paisajismo y árboles, ya que para recuperar lo perdido es más relevante planificar que plantar”.

Lo dijo el Arq. Horacio Miglierina, especializado en paisajismo y planificación de nuestra ciudad, respecto del trágico temporal —del último sábado 16 de diciembre— que se llevó la vida de 13 personas, provocó innumerables destrozos en viviendas, plazas, gimnasios y centros deportivos y de recreación, así como la caída de más de 14.000 árboles, con las consecuencias presumibles.

“Como el tema es muy complejo se debe armar un plan de forestación. En este sentido, en el municipio hay ingenieros forestales con una gran capacidad. Entiendo que se está armando un equipo multidisciplinario para atender la problemática y ojalá se pueda resolver”, comentó.

“De todos modos, para plantar hay que esperar hasta los próximos fríos. Y tampoco se trata de incorporar 14.000 árboles, sino que pueden ser 50.000 o 10.000. Por eso me refiero a una planificación, algo que surja de una reflexión total sobre lo que hay que hacer tras el temporal”, expresó.

Según confirmaron fuentes municipales, la intención es plantar alrededor de 28.000 árboles entre el corriente año y 2025.

“De allí que el gran desafío es regar por dos años. Es decir, no sólo plantarlos, sino mantenerlos porque sólo así se les dará proyección de futuro. Para mí se trata de una unidad de plantación: el árbol, el tutor, el protector de hormigas, la frecuencia de riego y demás”, agregó.

Arq. Horacio Miglierina, especializado en paisajismo y planificación.

También señaló el experto que el árbol no tiene límites políticos ni cívicos, ni públicos ni privados. “Es decir, puedo venir con una propuesta de arbolado público, pero el tema es qué pasa con el que está al lado”, aseguró.

“Alguna vez hubo una propuesta de alguien, no sé si acertada o no, para armar distintos bosquetes en Bahía Blanca”, dijo.

Interior el parque de Mayo, este miércoles 3.

“La idea era que el viento no arrase con todo, sino que se diversifique en esos pequeños pulmones que producen oxígeno que, para mí, son menos importantes que la sombra, pero que se necesitan para cuando la gente camina y se cubre del sol”, amplió.

—Arq. Miglierina, ¿cuál es su interpretación de lo sucedido?

—El tema se toma por el gran impacto provocado por la caída de los árboles que, en la mayoría de los casos, son coníferas.

El barrio Palihue, en una imagen de este jueves 4.

“En el caso de los eucaliptus, que siempre fueron frágiles y temibles por el viento, en grandes masas como los parques de Mayo, Illia y de la Ciudad no hubo incidentes porque tienen raíces muy extensas y superficiales que buscan, generalmente, humedad y las raíces mismas generan todo un mundo subterráneo donde se entrelazan.

“Las coníferas tienen otro tipo de raíz, son más bien pivotantes y han sido flanco de los vientos; es decir, se han comportado como si fueran la vela de un barco, donde arrasó el viento y la volteó. Por no tener la estabilidad necesaria a semejante acción, la reacción la ofrece la raíz. Los suelos se aflojaron por las lluvias y el follaje, que tira para el otro lado, quedó cargado de agua y los volteó.

“En lugares como Sociedad Sportiva y El Nacional fue tremendo, porque los árboles son los que armaban el paisaje del lugar. La galería de pinos era algo majestuoso, pero quedaron casi todos en el piso. Ahí hubo un cambio total.

“Palihue y Patagonia son barrios ubicados en zonas altas. Según la topografía, cuando llega el viento, que no tiene pendientes sino ascendentes, arrasa con todo lo que encuentra, especialmente coníferas.

El barrio Patagonia, en una escena de este jueves 4.

“Fue algo extraño, y hasta casi apocalíptico, porque más allá de la tragedia en Bahiense del Norte, en el resto de los lugares no hubo víctimas fatales. Fue como un llamado de atención. En realidad, la caída de 14.000 árboles es como si se hubiera arrasado una ciudad de 1.000 manzanas”.

—¿Se deberían modificar las especies a plantar en Bahía Blanca?

—Creo que no. Acá hay un tema muy interesante, que es cómo se mueve el viento entre los llenos y los vacíos. Cuando existen lugares muy densos, como la plaza Brown, aparece un fenómeno como el acaecido: se caen todos los árboles porque están encadenados.

“La caída de 14.000 árboles es como si se hubiera arrasado una ciudad de 1.000 manzanas”, dijo el Arq. Miglierina.

“No estoy de acuerdo con que sean todas nativas. Entiendo que tiene que ser una mezcla entre nativas y, además, seguir con las exóticas. Está claro de que todo lo que se implante ahora va a tardar muchos años, unos 10 o 15, hasta que cada lugar vuelva a tomar su forma.

“Desde el punto de vista del paisaje urbano los lugares quedaron en la retina y en las fotos. Eso no se va a repetir hasta dentro de ese tiempo. Es decir, los chicos de hoy van a poder disfrutar de nuevos paisajes en el futuro”.

—¿Qué pasó con las palmeras? Hay varias en la ciudad y casi todas sobrevivieron…

—En Centroamérica existen muchas y, aun soportando tsunamis y fuertes tormentas, es una especie que no se cae. La palmera es diferente respecto del enfrentamiento con el viento. No es como una vela, no tiene raíz sino un bulbo que está totalmente en armonía con el estípite, que es flexible, y el follaje.

“Con las coníferas la exposición es diferente, así como con las casuarinas de Sociedad Sportiva; los pinos de El Nacional o los cedros de Palihue.

“En nuestro territorio, que es de clima semiárido a árido, se carece de árboles nativos de porte alto y por eso es importante el porcentaje de exóticos. Son plantas que han venido de otros lugares, aunque ya están adaptadas. Se incorporaron hace 80 años”.

—El temporal también ha renovado el paisaje urbano…

—En la plaza Rivadavia uno ya puede encontrar mayor asoleamiento, que antes no había por la cantidad y densidad de árboles perennes. También hay una mayor cantidad de cielo que, durante la noche, exhibe un panorama diferente.

“Para nuestra generación, que conocía ese lugar con anterioridad, hoy es otra escenografía. Sólo quedan los senderos y lo que quedó en pie”.

—¿Cuál es, hoy, la prioridad?

—La prevención. La prioridad es la seguridad y ante la duda, no correr ningún tipo de riesgos. Y luego sí volver a plantar.

Calle Sixto Laspiur, en la mañana del domingo 17.

“Está claro que un fenómeno semejante puede llegar a repetirse como consecuencia del cambio climático, donde se juntan masas de calor y de frío y todo puede pasar”.

—¿Hay que volver a plantar en El Pinar, donde no quedó nada?

—No lo sé. Eso tiene que ver con una planificación de lo que se proponga desde la comuna.

El Pinar. O lo que quedó de lugar.

“Sí hay que articular con el cementerio, la parte alta de El Pinar y el parque Independencia, por ejemplo, a los fines de que todo quede integrado como un gran paseo.

“El Pinar y los eucaliptus del parque de Mayo están plantados en forma de monte, pero no sé si eso es bueno, porque cuando viene una ráfaga de viento es como una vela; empuja todo. Si son pequeños grupos, la ráfaga de aire se tiene que dividir en tanta cantidad como puede y, por lo tanto, se atomiza.

La plaza Brown, en una imagen de esta semana.

“También está el tema de la preservación. Cuando se incendia un edificio, como por ejemplo el caso de la estación Norte, no tiene sentido volver a construirlo. Eso pertenecía a otras generaciones. Lo que se puede hacer es algo simbólico y dejar indicado que ahí estuvo la estación, o El Pinar en este caso”.

—¿Y la plaza Brown?

—Era muy difícil de manejar por la altísima densidad de plantas. Eso ahora cambió porque han quedado muy pocas.

—¿Que se hayan perdido más de 14.000 árboles cambia algo desde el punto de vista medioambiental?

—En realidad, lo que me parece es que en algunos lugares existirá más asoleamiento y menor cantidad de sombra, lo que necesitábamos nosotros para bajar las temperaturas de los eneros calientes. Eso se notará mucho.

El temporal: buenas, malas y regulares

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

La caída de más de 14 mil ejemplares del arbolado urbano ha sido un duro golpe para la ciudad, considerando la importancia que tiene a la hora de mejorar la calidad del aire y, además, con su sombra evitar los efectos de las denominadas islas de calor.

Desde hace al menos 20 años en la ciudad se declaró la emergencia en la materia de arbolado, atendiendo que la falta de una política integral de cuidado y mantenimiento deriva en que muchos ejemplares secos, enfermos, inclinados o en malas condiciones se mantengan en las veredas, a pesar de que los especialistas señalan sus condiciones de riesgo.

Sucede, además, que son los propios vecinos quienes, ante la decisión del municipio de retirar árboles en mal estado, ponen el grito en el cielo, organizan abrazos simbólicos y, en muchos casos, logran su cometido de salvarlo, cuando en realidad lo que hacen es mantener la condición de peligro, sea por la caída del ejemplar en cuestión, o el desprendimiento de algunas de sus ramas.

Por eso, con el temporal se plantea una hipótesis que puede tener algo de lógica: la caída de cientos ejemplares en mal estado y que, de alguna manera, depuraron el arbolado y permiten ahora su reemplazo. Sin embargo, la lectura no es tan lineal. La realidad es que la fuerza del viento dio cuenta también de árboles en buen estado. El ingeniero agrónomo Luis Caro, docente de la Universidad Nacional del Sur, da cuenta de esa situación.

Ing. Agr. Luis Caro, docente de la Universidad Nacional del Sur.

“Puede ser que una gran cantidad de árboles abatidos por el temporal se hayan encontrado en estado de decrepitud, o con algún grado de riesgo. Pero, por otra parte, han caído ejemplares que en condiciones climáticas normales hubiesen seguido en pie por unos cuantos años sin riesgo de colapso”, detalla.

El profesional menciona, además, que ahora se necesitará un control detallado y estricto de los árboles que han sobrevivido al suceso.

“El temporal afectó ejemplares sanos y vigorosos, que han quedado en pie, pero que pueden presentar problemas de anclaje en raíces o pérdida de estructura anatómica y con riesgo de colapso de alguna de sus partes”, añade.

Otra imagen de El Pinar.

Es decir que habrá que prestar mucha atención al estado en que ha quedado el arbolado y abordar la minuciosa tarea de analizar la situación general, prestando atención al estado de las ramas y a la posible inestabilidad de los ejemplares.

Lo mismo ocurre con los árboles añosos. “Se debe estudiar puntualmente cada caso y decidir si se pueden mantener o no en el sitio”, dice.

Calle Angel Brunel: de la cancha 3 de Estudiantes (izq.) no quedó nada. En Olimpo también se sintió el temporal.

Caro indica un axioma que rige en la arboricultura urbana: “El árbol adecuado para el sitio correcto”, indicando que para el reemplazo de especies o la renovación que se haga del arbolado exige “un análisis profundo para establecer cuáles podrían recomendarse como las más promisorias para el arbolado de la ciudad”.

Cabe recordar que, en Bahía Blanca, hay una ordenanza que establece qué ejemplares son los recomendados de acuerdo con la calle y la orientación donde se pretenden colocar. Son 25 especies distintas, entre ellas plátanos, pinos, fresnos, crespón, acacia, ginkgo y aromo.

Plaza principal, en la mañana del domingo 17.

Un caso de especial atención será recomponer el arbolado del parque de Mayo, ya fuertemente intervenido en los últimos años y, ahora, severamente afectado por el temporal..

En este caso es interesante destacar la importancia de considerar en la nueva plantación el aspecto paisajístico que exige su condición de paseo, algo que nunca se tuvo en cuenta cuando se hicieron plantaciones a modo bosque, recurriendo a pinos y eucaliptus. El resultado fue un arbolado que ocupó las manzanas irregulares que, originalmente, formaban parte del barrio parque diseñado para el lugar.

El arbolado fundacional estaba pensado únicamente para colocar en los bordes de las avenidas, bautizadas precisamente con los nombres de las especies a utilizar: Sophoras, Olmos, Álamos holandeses y Álamos plateados, acacias, Paraísos gigantes, fresnos blancos, Haylanthus y Acer campestre.