Una colorida vivienda que nos acerca al mundo de Frida Kahlo
El azul fuerte se impone en la cuadra y evoca otra vivienda, de México, donde vivió una artista maravillosa.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
“Soy el tipo de mujer que si quiero la luna me la bajo yo solita”. Frida Kahlo
Calle Viamonte, casi esquina Blandengues, Bahía Blanca.
En el paisaje urbano de la cuadra se impone una vivienda de dos plantas, con el fuerte azul de sus paredes y el atractivo contraste con el naranja de sus molduras. A ese tono de azul algunos lo conocen como “Azul Frida”.
La vivienda trae a la memoria otra casa, mítica, ubicada en Coyoacán, en el centro de la ciudad de México, un colorido barrio de calles empedradas y viviendas coloniales. En una de sus esquinas se ubica la conocida como “Casa azul”, lugar donde desde 1958 funciona la sede del museo Frida Kahlo (1907-1954), en homenaje a la maravillosa y sufrida pintora mexicana.
Mujer de Diego Rivera, acaso el muralista más talentoso del siglo XX --con quien mantuvo toda su vida una relación tormentosa-- esa vivienda de Coyoacán era propiedad de la familia Kahlo y allí se instaló en 1941 Frida con Diego.
Al lugar concurrían los intelectuales de la época y allí se alojó, durante un tiempo, Lev Davídovich Bronstein, más conocido como León Trotski, político ruso exiliado en México en 1936.
Frida decidió en vida destinar su casa para que funcionara como museo, preservando sus espacios, ventanales y lugares, donde pintaba y esperaba. El propio Diego Rivera comenzó a organizar el lugar pocos meses después de haber fallecido Frida, en los últimos meses del año 1954.
La Casa Azul invita a conocer el ambiente en el que la artista se inspiró, vivió y sintió, así como también conocer sus objetos personales y pinturas. El lugar emana magia, emociona su patio, enamoran sus espacios.
Desde calle Viamonte a Coyoacán, una casa azul ayuda a pintar esta pequeña historia.