Bahía Blanca | Viernes, 17 de mayo

Bahía Blanca | Viernes, 17 de mayo

Bahía Blanca | Viernes, 17 de mayo

Para Raúl Soto la música era una sola. Adiós maestro y gracias

Tenía 60 años y llevaba 44 años dedicado apasionadamente a la música. Tocaba saxo, clarinete y flauta traversa, entre otros instrumentos de vientos. Mezcló como nadie la música clásica con la popular. Lo vamos a extrañar.

Raúl Soto.

Raúl Soto pasó casi toda su adolescencia con amigos en la calle. Pero un día su vida dio un vuelco inesperado a partir de un consejo de su tío: “Vos tenés que estudiar clarinete”.

“Me lo trajeron y no sabía lo que era. Mi tío me dijo: `éste es tu instrumento'. Ahora, cada vez que lo veo, se lo agradezco. Me cambió la vida. Mi instrumento es mi lugar feliz", me contaba Raúl Soto durante una entrevista, en el invierno de 2012.

La charla fue en su casa de calle Moreno (altos), una semana antes de interpretar el Concierto para clarinete y orquesta Nº 2 en Mi bemol mayor J118 op. 74, de Carl M. von Weber.

Era un tipazo. La cantidad de mensajes de WhatsApp que recibí este domingo a la mañana alertándome de tan triste noticia hablan de lo que generaba Raulito. Falleció mientras dormía en la misma cama que aquella vez estaba tapizada de las partituras de Weber. Porque así era él, un caos constante que se ordenaba a la hora de soplar el instrumento. Una hermosa metáfora de lo que representaba la música para él: un sueño feliz y consciente.

Quienes lo conocemos sabemos el talento inigualable que tenía, formando parte de la fila de vientos de la Orquesta Sinfónica Provincial de Bahía Blanca, pero a quienes no lo conocían podemos asegurarles que era un músico y una persona extraordinaria. No sólo por sus interpretaciones de lo clásico, sino por su vínculo constante con la música popular.

Raúl Soto era uno de esos músicos que no tenía ningún problema en codearse con bandas de cualquier género, estilo y color. Desde combinados orquestales de música tropical, bandas de rock barriales, dúos de cámara, tríos…

“Respeto mucho a la música popular. Es más, me sirve mucho para tocar música clásica. Eso es lo que te demuestra que la música es una sola: la onda, el alma”, me revelaba en el living de su casa.

Raúl Soto junto a una de sus alumnas.

Lo podías ver de traje y corbata ante un Teatro Municipal colmado, o de jogging y buzo con capucha ensayando para tocar el fin de semana en el under bahiense. Me arriesgo a nombrar algunos proyectos que protagonizó, sabiendo que quedarán muchísimos sin nombrar: Franco Barberón, Daniel López y su ciclo de Jazz, Luceros el Ojo Daltónico, Andro, Amplificadx, Kaiser Carabela, Marco Tres, Nora Roca, Grupo Volpe Tango Contemporáneo y decenas más.

Raúl Soto es el primero desde la izquierda, junto a la banda Andro, en Juanita Primera.

Anoche lo vieron presenciando tres bandas en So Fresh, en San Juan y 12 de Octubre. El pasado fin de semana había tocado con Andro como teloneros de Massacre en Colón 550. Hoy ya no despertó.

"La música es una sola, son doce sonidos. No veo mal la especialización en determinados géneros. Hay dos cosas: música popular y clásica, la que tiene partituras y la que no. Yo creo que los sonidos están en el aire y podés leerlos en una partitura o de memoria, pero son siempre los mismos sonidos", nos aclaraba.

“La música se aprende en soledad, en blanco y negro. No queda otra que sentarse detrás de un atril. De otra manera no se puede. Lo ideal es agarrar el libro y darle. Ese es el trabajo. ¿Viste cuando te dicen que una banda de rock tiene garaje? Ese ensayo del garaje de todos los domingos, es lo que le da el sonido al grupo. Esto es algo parecido, pero personal”.

Raúl Soto, en la pasada fiesta del Camarón y el Langostino, soplando para Marco Tres.

Hace un tiempo había sido declarado personalidad destacada de la cultura de la ciudad de Bahía Blanca por el Concejo Deliberante.

La amistad que unía a Raúl Soto con Coco Catanese (baterista de Andro).

Querido por todos, Raúl nos dejó con su ejemplo la enseñanza de que la música es para disfrutar y compartir. Que la música salva. Y que de acá no nos vamos a llevar nada material.

¡Soplá que me quemo Raulito! Que descanses hermano.