Bahía Blanca | Viernes, 17 de mayo

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Marcelo Richotti vendrá a Bahía y se meterá en la máquina del tiempo

Será uno de los protagonistas del "Partido de las glorias", el viernes 21 en el Casanova. Un recorrido por diferentes épocas junto a uno de los mejores jugadores de la historia de la ciudad.

"Yo era pura pasión, locura", admite Richotti.

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

 

Marcelo Richotti, actualmente radicado en Puerto Madryn, mira por el retrovisor y se le vienen imágenes de su Pacífico en la Liga Nacional colmando la cancha, los duelos con Olimpo y Estudiantes, la rivalidad con Fefo Ruiz, Willie Scott y tantos otros, hasta que se detiene en el tiempo y empieza a ver todo con otros ojos.

“Uno se va a haciendo grande y le va dando otro valor a esos momentos. Yo era pura pasión, locura; hoy es más añoranza, recuerdo, sentimiento de felicidad por poder estar en un sitio similar al que estuve en ese momento”, compara.

El viernes 21, Richotti será uno de los protagonistas del denominado “Partido de las glorias”, que se desarrollará en el Osvaldo Casanova, congregando a diferentes jugadores de la ciudad -y de afuera- que marcaron época en el básquetbol bahiense.

“La gente que vaya –aclara Marcelo- que no pretenda verme correr o meter un triple, je. Voy a vivirlo desde otro lugar. Vamos a divertirnos y pasar un buen momento”.

—¿Cuál es la sensación cuando se presentan estas oportunidades de compartir?

—Es como meterse en la máquina del tiempo y volver el tiempo para atrás, revivir épocas muy pasionales, con los que fueron compañeros, con los que no, con algunos incluyendo rivalidades muy marcadas, así que son sensaciones lindas. Obviamente que es en otro contexto, los años pasan y lo que menos puede pretender uno es jugar como antes. Pasa por entrar a la cancha y disfrutar el momento.

—Habrá jugadores con los que creciste a nivel local y otros, varios, con los que compartieron épocas fuertes de la Liga Nacional. ¿Cómo diferenciarías esas etapas?

—Como un libro: cuando te lo dan y no sabés de qué se trata, leés el prólogo y formas una idea de lo que te vas a encontrar. Después, la dimensión e importancia que alcance lo que leas, dependerá del intelecto que tengas y de interpretar lo que quiere expresar el escritor. Esto es más o menos similar. Las divisiones formativas son las que te marcan para ver hasta dónde podés llegar, dependiendo del trabajo, la dedicación, esfuerzo y todo lo que uno tiene que ponerle para llegar al máximo de sus posibilidades. Y en esa etapa de desarrollo vos no lo tomás así, simplemente jugás, te divertís y crecés con lo que te van enseñando.

—Vos al lado de Carlitos Spaccesi.

—Para mí fue lo mejor que pudo haberme pasado. En esa época no teníamos el espejo de desarrollarnos para jugar la Liga Nacional, saltar a Europa o soñar en la NBA. Nuestra misión era integrar primero la Selección de nuestra ciudad, ganar el Provincial, quedar en Provincia, jugar el Argentino y llegar a la Selección nacional. Además, obviamente, jugar en la Primera del club, que era lo mejor que podía pasarte.

Marcelo se planta ante Alonzo Mc Farland (Ferro).

—¿Y qué cambió con la irrupción de la Liga?

—Yo fui creciendo con eso y vivenciando todos los procesos, porque pasamos de no cobrar un peso, trabajar en el Banco (del Sud) y jugar en la Liga, a ser profesional y vivir del básquet.

—¿La Liga te llegó en una etapa justa como jugador?

—Me parece que me agarró en un momento muy lindo de mi carrera. Al haber empezado a jugar a los 15 años en la Primera del club. En el 78 ya jugaba contra Beto (Cabrera), Tito Santini, el Leche Merlini y otros que son parte de la historia grande de la ciudad, eso me ayudó a crecer a pasos agigantados.

—Y que eran hombres a tu lado.

—Sí ¡Obvio! Entonces, mi desfachatez y atrevimiento para poder competir con ellos a los 15 o 16 años, me permitió empezar la Liga, con 20 años, ya teniendo un desarrollo incorporado. Inclusive, el primer año (1984, en la etapa de transición) me agarró  un entrenador enfermo como el Huevo (Sánchez), que me entrenó a morir, lo cual me hizo posicionarme en un muy buen lugar en la Liga. Después ya fue la ambición personal de querer ser mejor día a día.

Belleggia espera en la punta el pase de Ottón Jaskowsky.

—Bueno, en el partido del 21 se la vas a pasar al Gringo Belleggia para que tome algún tirito.

—Si no se la paso se va a enojar, je. Distinto es el Zurdo (De Battista) que no te dice nada. El Gringo se para en la esquinita y si no se la pasás empieza a hacer gestos con la cabecita, ja, ja, ja...

—También tendrás al lado a otros que se la pasabas y muy bien, como Ariel Rodríguez, el Chino Zulberti... Pantera Ferrini que agarre los rebotes.

—Sí, Pantera que ponga bloqueos, agarre rebotes y pegue alguna piña, lo que hizo toda su carrera, je, je, je.

Willie Scott arrannca hacia el cesto. Lo espera Ferrini.

—¿Cómo era enfrentar a Willie Scott?

—Era prepararse para enfrentar a uno de los mejores extranjeros que tenía la Liga. Tuvimos la suerte de jugar esos recordados playoffs (Pacífico, sin extranjeros, en 1987 eliminó a Estudiantes y se metió en semifinales). Fue algo histórico por cómo estaban conformados los planteles (el verde tenía un plantel limitadísimo en fichas) y de qué manera los eliminamos. En ese momento, por la rivalidad, lo que generan los playoffs y la competencia profesional, veía al rival como un enemigo, porque uno es así, competitivo, pero con el tiempo pasa... Lo mismo me pasó con (Marcelo) Milanesio, (Miguel) Cortijo, con todos los que tuve de rivales. Después decís: “¡La puta! Tengo que ser un agradecido de haber tenido que competir contra ellos”. Eso me llevó a exigirme y prepararme mucho más.

Marcelo defendiendo a Marcelo.

—¿Te gustaba más enfrentar a extranjeros como Willie, Terry Coner, George Torres, Eli Pasquale, por citar, o los nacionales top?

—Era indistinto. Tal vez, la rivalidad con Marcelo (Milanesio) era distinta porque los dos peleábamos por un lugar en la Selección, entonces, uno luchaba internamente con eso. Después, a la hora de competir era lo mismo, más allá de las características de cada uno.

Cara a cara.

—Por tu temperamento, tenerte enfrente también te convertía en un rival bravo.

—Sí, lo sé.

—¿Lo asumís?

—Sí, sí, obvio. A veces era un maleducado, un enano de mierda, je, pero era mi carácter y personalidad. Igual lo agradezco, porque sin esa enjundia y carácter tal vez sólo con las condiciones físicas que tenía no hubiera podido jugar, más allá de la velocidad y las piernas. El corazón, la entrega y las ganas de ganar siempre, hacía que, a veces, uno hiciera cosas que no eran simpáticas para los demás.

Marcelo Allende volando. Así jugaba. Al límite.

—¿La rivalidad de Pacífico era más fuerte con Estudiantes o con Olimpo?

—Yo creo que con los dos parecido. Sí, por el sentimiento de la gente, me da la sensación que con Olimpo, porque para Pacífico era mucho más antipático que Estudiantes. Se disfrutaba más ganarle a Olimpo que a Estudiantes.

—¿Podía pasar por tener alguna característica similar en cuanto al temperamento?

—No sé, pero viste que, a veces, los equipos se ganan empatía o antipatía de acuerdo con los jugadores que tengan. Y... yo, con todo lo que lo amo y amigos que somos, el hecho de competir contra Marcelo Allende, por ejemplo, un jugador que no le caía bien a nadie en el club, generaba eso.

—Aunque más de uno lo quería en su equipo.

—¡Claaaro!. Lo querías en tu equipo y cuando lo tenías de rival lo terminabas odiando, puteando todo el tiempo, je.

Marcelo, seguido por Fefo Ruiz.

—¿Cómo era tener de rival a Fefo Ruiz y su permanente amenaza de tiro?

—Era un desafío permanente; preguntarse: “¿Cómo carajo hacemos para marcar a este tipo?”. Un jugador que anotaba de cualquier manera. Un goleador como pocas veces ví en mi vida. No solo era goleador, también era guapo. El tipo iba al frente y la que tenía que tirar la tiraba y cuando tenía que jugársela se la jugaba. Lo cagaban a trompadas y seguía jugando y tirando. En ese momento lo queríamos matar, ahora, con el tiempo, admiración absoluta y reconocimiento enorme.

Tito Santini, cuando ya le costaba seguir a Richotti.

—¿Te hubiera gustado tener de compañero alguno de los que van a estar el 21?

—Con algunos no jugué en el mismo club, pero si compartí selecciones de Provincia o Argentina. Con el Gallo Pérez jugué en Peñarol, con Scooby (Scolari) en la Selección... con Chuni jugué mucho tiempo, con Ricardo Segal selección de Bahía, con Mauro Grippo compartimos muchas selecciones y contemporáneo; con Roberto Juanpataoro rivales en Primera, con el Mofle (Horvath) en selecciones... La generación de Raúl López, Beto Cabrera, Tito Santini, el Negro Ojunián, es la anterior a la mía y yo crecí con el legado que iban dejando ellos, ¿Me entendés? Aprendiendo a competir contra ellos. Y eso nos hizo hombres cuando realmente éramos niños. Por ejemplo, cuando fui a mi primer Provincial de Mayores en Mar del Plata (1982) que nos ganaron y cagaron a trompadas, Tito Santini, con el tiempo me dijo: “El día que me di cuenta que no podía defenderte entendí que era momento de retirarme”, je.

—¿Te sentís un privilegiado de haber vivido los inicios de la Liga, en una etapa más pasional, donde recién comenzaba el profesionalismo?

—Sí, porque lo mejor que puede pasarle a un profesional es tener sentido de pertenencia sobre los colores de la camiseta que representa. Y cuando tenés demasiados cambios en tu carrera nunca lo conseguís, como sí te lo genera el amateurismo. Yo no tuve demasiados clubes: cuatro años en Peñarol, cuatro en Gimnasia (Comodoro), uno y medio en Independiente de Neuquén y una temporada en Estudiantes. En 16 años de profesional como jugador no fueron tantos clubes.

Di Toto, Richotti, Di Búo y Montecchiari.

—Jugaste en Estudiantes y con Olimpo tuviste alguna charla, ¿no?

—Sí, cuando Pacífico deja la Liga. Y previo a eso recuerdo que Ricky Rabbione quería llevarme para Olimpo, pero Pacífico en ese momento dijo que era intransferible. Agradezco al club ese sentimiento, al Cabezón Montecchiari, Mauricio Di Búo, Di Toto, todos los que estaba en ese momento hicieron todo para que me sintiera como lo que era, en mi casa. Fue darle valor a lo que hacía por el club.

—¿Cómo están las piernas?

—Horribles, je. Estoy para una competencia de tiros libres. Obviamente que cuando empezás a correr te olvidás. Es más, con las dos caderas operadas olvidate que pueda correr demasiado. En realidad tendría que vestirme de entrenador, pero voy a ponerme los cortos para disfrutar el momento con amigos y rivales que han permitido que mi carrera deportiva haya sido lo que fue.

Cada uno, adentro o afuera de la cancha, disfrutaremos como vos, Marcelo, de una noche especial...

Los protagonistas

Hasta el momento, confirmaron su asistencia y aseguraron estar para saltar a la cancha  Willie Scott, Wilfredo Ruiz, Jorge Faggiano, Marcelo Richotti, Esteban Pérez, Rubén Ariel Scolari, Fabián Horvath, Raúl López, Raúl "Chuni" Merlo, Julio Ariel Rodríguez, Jorge Ferrini, Jorge Zulberti, Claudio y Mauro Grippo, Juan Carlos Belleggia, Ricardo Segal, Diego De Mayo, Juan Martín "Piru" López, Flavio Serra, Guillermo López, Fabián Andreu, Darío Buzzo, Roberto Juanpataoro, Sergio Pettorosso, Ignacio Barga y Fernando Lliteras.

El Gallo Pérez, Faggiano y Navallo rodean al recordado Cerutti.

Los entrenadores serán Alejandro Navallo y Carlos Danussi, más Fernando "Nano" Lacasa como asistente.

Arbitrarán Raúl Chaves, Alejandro Ramallo y Horacio Sedán.

En la mesa de control estarán José "Tito" Fardighini, Sebastián Martínez y Mariano Ferracuti.

También, por el momento aseguraron su presencia para compartir esta noche especial: Juan Alberto Espil, Marcelo y Daniel Allende, Hernán Montenegro, Juan Andrés García, Martín Ipucha, Carlos De Battista, Juan Carlos Merlini, Luis "Oso" Núñez, Juan Carlos Alonso, Claudio Palermo, Alejandro Mellinger, Daniel Iturrioz, Sergio Lasdica, Adolfo y Jaime Scheines, Néstor "Pechuga" Martinelli, Raúl Alvarez, Héctor "Pato" Maidana, Mario y Norman "Pantera" Habib, Carlos "Bocha" Calvo, Jorge Almendra y Facundo Petracci.

Las entradas pueden adquirirse por Ticket Bahía.